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Blog De la Calle: El mito y el gesto

Fermín de la Calle

Actualizado 06/08/2017 a las 18:19 GMT

Era su momento, podía haberse cobrado venganza, pero eligió honrar al mito. El gesto de Gatlin, oro ante Bolt, le reconcilia con el atletismo y con el deporte.

Gatlin bends the knee before Bolt after winning gold

Fuente de la imagen: Getty Images

Fue un final inesperado. Pero más que por la derrota de Bolt, que llegaba a Londres en una forma bastante alejada de su punto óptimo, por el triunfo de Gatlin. Y aún más, si cabe, por el desarrollo de una carrera en la que Coleman justificó todas las buenas expectativas que había depositadas en el cohete de Tennessee.
Los tacos confirmaron que si Bolt quería mantener su dorado romance con los 100 necesitaría remontar una vez más. Coleman despegó y completó unos primeros veinte metros majestuosos. Con todos los atletas de pie, comenzaba la segunda parte de la carrera, la elegida por Usain para iniciar la remontada. Sin embargo el joven aguantó el tirón. Si alguien tenía que vencer al mito de Bolt, este universitario parecía una buena elección. A sus 21 años Coleman es producto de la inagotable cantera del sudeste de Estados Unidos. Jesse Owens y Carl Lewis nacieron en Alabama, estado colindante con Georgia, de donde procede Coleman (nacido en Atlanta), y limítrofes ambos con Tennesse, cuya Universidad es conocida por esculpir velocistas como este joven sprinter. Christian es un corredor explosivo de 1,75 metros de estatura, zancada corta y alta frecuencia. El joven había deslumbrado al mundo al parar el crono en 9.82 segundos en los Campeonatos Universitarios de Eugene. Sin embargo, había un precedente que pocos barajaron.
Mediada la carrera Coleman mantenía su ventaja, pese a la inquietante presencia de Bolt, que mejoró sus prestaciones cuando se levantó para desplegar su poderosa zancada. Los síntomas no eran buenos, ya que Usain solo había bajado en una ocasión de 10 segundos esta temporada (9.95 en Mónaco). Sin embargo, el jamaicano es un atleta ultracompetitivo, un deportista con una fortaleza mental que le sitúa al nivel de nombres ilustres como los del indómito Nadal o el genial Kasparov. Bolt aumentó su amplitud de zancada, la misma que le había llevado a ganar 11 oros Mundiales, los 8 oros en los Juegos Olímplicos y a mantener 3 récords vigentes.
Pero no era el Bolt de antaño. En realidad hace mucho que no lo es. Martí Perarnau recordaba en las redes sociales la sucesión de marcas del jamaicano: 9.69 (2008), 9.58 (2009), 9.82 (2010), 9.76 (2011), 9.63 (2012), 9.77 (2013), 9.98 (2014), 9.79 (2015), 9.81 (2016), 9.95 (2017). Bolt exhibió su versión extraterrestre en 2008 y 2009. En los JJOO de Londres regresó a marcas inverosímiles, pero no fue capaz de mantener ese grado de excelencia. Se llegó a cuestionar su marcha en los Juegos de Río, pero el jamaicano, aficionado a los desafíos, quiso invitar a una ronda más. Y Londres se le hizo largo.
Cuando la carrera transitaba por los 70 metros apareció por la izquierda una figura hipermusculada. Un semblante crispado y reconocible, el del indomable Justin Gatlin. A sus 35 años, el viejo demonio de la velocidad yankee, se colaba en la despedida del mito. En ese momento ocurrió algo que pocos esperaban, pero que alguno sospechaba. Gatlin, uno de los mentores de Coleman, sabía que el sprinter universitario tenía cerca de 50 carreras en sus piernas. Mientras que él apenas contaba una decena, de ellas, una sola en serio. En la única carrera en la que Justin Gatlin puso toda la carne en el asador, en los trials de Estados Unidos, en la que el veterano atleta doblegó a su discípulo, Christian Coleman.
Precisamente Coleman llegó al hachazo final con las piernas bloqueadas. Y Bolt no era el relámpago de siempre. Entonces apareció en escena Gatlin. Una mala noticia para muchos, dado su pasado vinculado al dopaje. El estadounidense comenzó su relación con el dopaje cuando era júnior. Se le detectó uso de anfetaminas y alegó que las tomaba en el tratamiento de su déficit de atención, lo que redujo la sanción a un año. Fue sorprendido en el caso Balco con anabolizantes, pero se sorteó la sanción perpetua al colaborar en la investigación. Al final fue sancionado durante 8 años. Dos años después alegó y se le redujo a cuatro años la sanción, Regresó en 2010 .
El final de la carrera es el conocido. Bolt caía, pero no era Coleman quien heredaba su cetro. Se lo robaba en el último momento Justin Gatlin. De repente el estadio de Londres enmudeció. Los bramidos de Gatlin, en shock por su victoria, retumbaban en el estadio. El estadounidense mandó callar a la cámara, se tumbó en el suelo en vuelto en lágrimas y, de repente, en una reacción espontánea, realizó un gesto que pasará a la posteridad. Se postró de rodillas ante Bolt y realizó el gesto de alabar al jamaicano. Usain no sabía cómo reaccionar. En su momento de gloria, de revancha, de venganza, Gatlin regaló un gesto lleno de generosidad. Un gesto que le honra y le reconcilia con el mundo del atletismo y con el deporte.
Usain Bolt no buscó excusas tras el desenlace: "No pude remontar, es lo que ha pasado. Coleman salió muy rápido, pero no me preocupaba él sino yo. Vi que yo no iba...". El joven Coleman, pese a quedarse con la miel en los labios, era constructivo: "Lo que más he trabajado es la salida y he acertado en esto. Con 35 años, Gatlin es un gran competidor". Mientras que el ganador, Gatlin, describía su carrera exultante: "Iba escondido, alejado de la presión, y aparecí. El gesto al final de la carrera ha sido mi homenaje a Usain, un atleta indescriptible”. Un gesto a la altura de un mito. Esta vez Gatlin sí estuvo a la altura.
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