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El puñetazo que más necesitaba Nacer Bouhanni antes de la Milán-San Remo

Adrián G. Roca

Actualizado 16/03/2017 a las 10:33 GMT

Nacer Bouhanni se impuso con autoridad en el esprint de la clásica belga Nokere-Koerse, logrando así su primera victoria en su complicado inicio de temporada 2017. A pocos días de la Milán-San Remo, este agresivo y complicado esprínter toma la moral necesaria para conseguir la que sería la gran victoria de su vida y que tan cerca tuvo el año pasado.

Nacer Bouhanni - Nokere Koerse

Fuente de la imagen: AFP

Que Nacer Bouhanni fue boxeador antes que ciclista es una historia que el aficionado al ciclismo ya sabe de sobra. Igual que su merecida fama de ciclista agresivo contra sus rivales a la hora de esprintar. Como también es archiconocido que, tal vez, de tener otro temperamento dentro y fuera de la carretera (se perdió el pasado Tour de Francia por una pelea callejera) tendría más y mejores victorias.
El velocista del equipo Cofidis era el único de los grandes esprínters del pelotón que todavía no había sumado un triunfo esta temporada. Un número, el cero, que en este caso es demasiado duro para estos ciclistas que viven única y exclusivamente de las victorias y los resultados. Lo intentó en el Trofeo Palma de la Challenge de Mallorca, en Valencia, Algarve, Kuurne-Bruselas-Kuurne y en una París-Niza de la que tuvo que retirarse antes de tiempo. No corrían buenos tiempos para él en este inicio de 2017 hasta que, sin presión, plasmó una superioridad cristalina en la clásica belga Nokere-Koerse.
Fue mucho más rápido que todos sus rivales en los últimos metros, tanto que se fue unos metros por delante y le dio tiempo a celebrar su victoria e incluso a recrearse antes de llegar a meta. Y ahí dejó un gesto significativo, muy significativo: Dio un puñetazo al aire que tiene múltiples interpretaciones. Aunque todas positivas.
La primera, su rabia por conseguir el primer triunfo del curso tras una París-Niza para olvidar. También quitarse esa presión y la ansiedad habitual que tienen los esprínters puros cuando las victorias tardan en llegar. Tercera, por llegar lleno de moral el sábado a la San Remo y cuarta y puede que más importante, porque esta vez nadie pudo acusarle de ninguna maniobra ilegal o antideportiva en carrera, una etiqueta que se ha ganado a pulso en los últimos años y que difícilmente va a poder despegarse de su frente en el resto de su trayectoria deportiva.
Pero no menos significativo fue cuando hace ahora un año, ni tan siquiera olió el podio de la Milán-San Remo y asistió a la victoria de su excompañero y declarado enemigo deportivo, Arnaud Démare. El también ciclista francés ganó contra el pronóstico general la primera gran clásica de la temporada y Bouhanni lo vio en un primer plano, conteniendo ese gesto de rabia y máxima frustración.
Todos los ojos van a estar puestos en Fernando Gaviria y Peter Sagan como máximos favoritos en una nueva Milán-San Remo, pero Nacer Bouhanni sabe que, puñetazo al aire mediante, va a tener alguna opción en el Lungomare Italo Calvino. Él, sus rivales y también los aficionados al ciclismo prefieren ese tipo de golpes.
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