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¿Crees o no crees en el portero-jugador?

Julio García Mera

Actualizado 03/04/2017 a las 08:26 GMT

¿Cuánto tiempo dedica el jugador que hace de portero a convertirse realmente en portero? En algún momento perdimos algo que aún no hemos encontrado.

Oitomeia (Inter Movistar), Adri (ElPozo Murcia) y Luis Amado. Fotografía: LNFS

Fuente de la imagen: Other Agency

Los porteros comenzaron usando las manos como herramienta principal, pero han acabado jugando con los pies. Los jugadores comenzamos jugando el balón con los pies, pero hemos acabado utilizando las manos más de la cuenta.
Hemos cruzado las trayectorias, las tareas, las ideas. Hemos atravesado las fronteras invisibles que nos separaban. Hemos dado la vuelta al calcetín. Hemos mezclado esencias. Y nos sale un no sé qué, un cuerpo en otra mente, una mano en un pie y un pie en una mano. Ese lugar a medio camino, ese sí pero no, esa norma que no regula, sino que desorienta.
¿Crees o no crees en el portero-jugador? Responde a esta sencilla pregunta. Y responde con claridad .Y si la respuesta es un sí, querido entrenador, prepárate a ser Dora, la Exploradora. Saca el mapa de la mochila y ayuda a tu jugador a encontrar aquello que un día se perdió, de la misma forma que Dora ayuda a Botas a encontrar lo que Swiper, el zorro, le ha robado.
En este cruce de caminos el portero ha progresado tanto que ha mudado la piel. A sus entrenamientos específicos se añadió la obsesión por el dominio del balón con sus pies. Y ha conseguido reinventarse. Porteros, como Higuita o Rafa, dominan el cuero por encima de casi todos sus compañeros. Ahora bien, en esta muda el jugador que ocupa el puesto de portero-jugador suele elegirse por su criterio en la toma de decisiones en momentos críticos, por ser buen pasador, por tener buena pegada…pero ¿es bueno debajo de los palos? ¿Cuánto tiempo dedica el jugador que hace de portero a convertirse realmente en portero?¿Sus manos dominan el balón como sus pies? Sí, ya sé que pensamos en ese jugador que se disfraza de portero para las jugadas de ataque. No obstante, en ocasiones este mismo jugador debe afrontar una contra más o menos rápida del equipo rival. Y no tiene más remedio que hacer uso de sus manos, de su capacidad de reacción y de su valentía ante los disparos del contrario. Y es en el cuidado de este tipo de pequeños detalles donde se atrapa o se aleja la victoria.
Las manos hacen que nuestros pensamientos se concreten. Pero un mal uso de ellas puede crearnos el doble de problemas de los que tratamos de resolver.
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