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Blog Uría: Messi, el aire del cielo culé

Rubén Uría

Publicado 29/08/2017 a las 12:19 GMT

En tiempos de gloria, del mejor Fútbol Club Barcelona de la historia, Messi fue la bandera. En tiempos de Fútbol Caos Barcelona, el Barça es Messi que un club.

Lionel Messi vom FC Barcelona

Fuente de la imagen: Getty Images

Messi es una máquina de solucionar problemas al tiempo que otros los crean. Si el equipo sufre, él lidera. Si el equipo funciona, él vuela. Si el socio se deprime, él devuelve orgullo. Si los de arriba se contradicen, Messi sienta cátedra desde el despacho de Johan, el balón. Y si el clima es irrespirable, alivia la tensión con goles. Hay quien se empeña en usar su figura como ariete contra la directiva, para expulsar a Bartomeu, pero Messi sabe de fútbol, no de armas electorales. Hay quien insiste, entre bambalinas, en que debe ser escudo humano de un presidente que necesita, urgentemente, una foto de renovación, pero Messi se ha ganado el derecho a marcar sus propios tiempos, porque no borra con el codo lo que firma con el brazo. Hay quien pretende ensuciar su imagen con gratuidad, asegurando que planea motines contra la directiva a través de Instagram (sic) pero Messi, lejos de amotinarse, ha concedido el mejor regalo posible a esta junta: goles y puntos, tranquilidad. La mejor medicina, tiempo de espera para que el club pueda rearmarse, firmar jugadores y salvar un mercado negligente con cierto decoro.
Hay quien dice que Messi podría haberse reunido con el City, porque quiere irse, como dijeron con Juve, Inter, Madrid, United o Chelsea, pero Messi, que podría irse el día que le diera la gana, no quiere, ni se ha reunido con nadie, ni ha escuchado a nadie, porque su compromiso con el Barça, hasta que decida volver a Argentina, está escrito en la piel. Hay quien dice que el argentino es un pequeño dictador, que decide quién llega y quién se va, pero la verdad es que, aunque nadie le pregunta cómo ve el proyecto deportivo, Messi jamás ha dicho si se debe fichar o a quién, porque está ocupado en tirar del carro y hacer mejor a sus compañeros, porque no juega para él, sino para el equipo. Hay quien dice que el Barça debe ser un equipo que juegue para hacerle la vida más cómoda, pero Messi, el tipo que lo ha ganado todo, es capaz de, con el partido decidido, perseguir a un contrario durante cincuenta metros, demostrando que también es el mejor ejemplo en mentalidad, esfuerzo y actitud. Un ejemplo para los recién llegados, un estímulo para los canteranos y el mejor socio posible para las vacas sagradas.
Hay quien dice que un día se irá, que ha firmado demasiadas renovaciones, que algún día se rendirá a los petrodólares y que si la abuela fuma, pero la realidad es que Messi ganaría más dinero en otros equipos, que se ha ganado cada nuevo contrato y que se queda porque, en un fútbol que presume de no tener memoria, él no olvida de dónde viene. Messi no juega para ninguna junta directiva, ni para ningún presidente, sino para su familia, para el equipo que siente, la ciudad que ama y la gente que cree en él. Y no se trata de lavar los pies de Messi con agua de rosas, ni de escribir una hagiografía sobre el crack, ni siquiera de publicitar su marca como símbolo universal del mejor fútbol. Se trata de hacer justicia, de reseñar que es el factor diferencial, la divisa distintiva del sentimiento azulgrana, alguien que vive su profesión desde el respeto y la pasión por el juego. Esa clase de compromiso no se compra con dinero. No está en venta. En tiempos de gloria, del mejor Fútbol Club Barcelona de la historia, Messi fue la bandera del equipo. Hoy, en tiempos de 'Fútbol Caos Barcelona', el Barça es Messi que un club. Si el cielo culé existe, Messi es el aire que todos bendicen para poder respirar.
Rubén Uría / Eurosport
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