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Blog Uría: Neymar, la fuerza del cariño

Rubén Uría

Publicado 21/07/2017 a las 16:34 GMT

Neymar se expone a que la gente culé deje de tener cariño por un tipo que se pasa la vida reclamando más cariño cada verano. Él sabrá lo que hace.

Neymar

Fuente de la imagen: Getty Images

Hay dos cosas que no cambian en verano: la canción cutre que nos persigue en cada chiringuito y la eterna cantinela de que Neymar se puede ir del Barça. Van tantas veces que quizá esta, por insistencia, puede acabar siendo la buena. Cuenta la profesión periodística brasileña y también la francesa – ahora, con el paso de los días, se suma la prensa catalana-, que Neymar tiene pensado irse, que ya se lo ha dicho a los brasileños del PSG y que los de París pagarán 222 millones – de euros, no de naranjas clementinas, sandías o Sugus de piña- por el delantero brasileño. Y se rumorea que el papá de Neymar recibirá una suculenta prima de fichaje en una operación que, por lo visto, lleva tiempo fraguándose. Neymar quiere más cariño. Traducido a futbolés: más dinero. En realidad, desde que llegó, a Neymar y a su entorno les mueve la fuerza del cariño. La pregunta es ¿se irá de verdad o estamos ante una estrategia para presionar al club después de que Messi haya firmado su renovación? Hay más: ¿Dónde está el límite del Barça para seguir aguantando presiones emocionales y mediáticas? ¿Si al final se queda Neymar echará la culpa a la prensa para lavarse las manos? Y por último ¿se está riendo Neymar del soci? La respuesta tiene dos letras, pero la palabra es una sola.
Dicen los optimistas que la hipotética fuga de Neymar, lejos de ser un problema, dejaría 222 kilos en la caja y que hay mucho buen jugador por ahí. Y dicen los pesimistas, o los optimistas bien informados, según se mire, que el adiós de Neymar no sería traumático, pero existe es cierto recelo a que, con 222 kilos en el morral, el Barça repita la famosa historia de fichar a los Petit y Overmars de turno. Con o sin Neymar, hay algo indiscutible: los aficionados del Barça, matrícula de honor en decepciones, con Figo como asignatura obligatoria, saben que no hay nadie imprescindible en el Barça. Y si existe alguien que lo es, lleva el diez a la espalda. El fútbol es un negocio con una única ley implacable: nada ni nadie está por encima del dinero. Procesado y asumido. Ahora bien, una cosa es irte a otro sitio donde más te paguen y otra, bien diferente, entrar en un peligroso juego de intrigas que, con el paso de los días y los silencios, implica una falta de respeto al club que, religiosamente, paga al futbolista que está bajo su disciplina y tiene contrato en vigor. Un club que, en este caso, tiene todo el motivo para estar indignado.
No se trata de censurar gratis a Neymar, ni de criminalizarle, porque tiene derecho a escoger su futuro con libertad. De lo que se trata es de hacerle bien que las formas empleadas están siendo un circo de tres pistas, justo lo único que no se merecían los aficionados del Barça, los que le han respaldado, aplaudido y venerado estos años. Esa gente merece seriedad y respeto. Una cosa es que te pasen por alto cien caprichos y excentricidades otra, bien diferente, es tener tragaderas XXL. Si uno mide el cariño en el número de ceros de su cuenta corriente, está en su derecho. Si uno quiere irse a otro destino para ser feliz allí, está en su derecho. Ahora bien, si uno escoge estas formas para hacerlo, se expone a que la gente deje de tener cariño por un tipo que se pasa la vida reclamando más cariño cada verano. Como cantaba José Feliciano: “Ay, cariño, no me trates como a un niño”. Con Neymar falta saber si todo ese cariño es comercial. Ya saben, amor de compra y venta.
Rubén Uría / Eurosport
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