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Blog Uría: Por fin, Guardiola y Simeone

Rubén Uría

Publicado 25/04/2016 a las 13:27 GMT

Guardiola y Simeone. Dos métodos, dos ideas, dos líderes, dos sensibilidades. ¿Vidas opuestas o almas gemelas? Uno hará mejor al otro. Y viceversa.

Diego Simeone und Pep Guardiola

Fuente de la imagen: Eurosport

Cuenta la leyenda que Pep Guardiola y Diego Pablo Simeone no se parecen en nada. Que el alquimista de Santpedor ha edificado su magisterio apreciando el buen gusto, convenciendo al prójimo de que la pelota se protege como un diamante, porque si su equipo la tiene, no sólo ataca, sino también defiende. Y que el combativo argentino ha construido su método gracias al apego por un espíritu combativo, donde la pelota se desprecia y se potencia la profundidad, porque el fútbol son goles y no pases. Esa sería la primera lectura superficial del libro de estilo de ambos. Estilos opuestos, ideas diferentes, armas contrarias, sí. Pero más allá de esa evidencia, incluso de ese plan de choque limitado por las plantillas y las características de los jugadores que entrenan, uno se pregunta si realmente ambos son tan diferentes como invita a pensar su apuesta futbolística. ¿No tienen nada que ver? ¿No existe ningún punto en común entre estas dos figuras que nos representan de manera antagónica? ¿Qué conexiones existen entre dos tipos capaces de despertar tanta admiración entre el mundo del fútbol?
En lo emocional, Guardiola y Simeone son almas gemelas, entrenadores con vidas paralelas, cuyos códigos transpiran fútbol por los cuatro costados. Ambos fueron jugadores de elite, internacionales, futbolistas que ya destacaban por una madurez fuera de serie y una jerarquía reconocible, germen de todo futuro entrenador de éxito. Fueron técnicos en pantalones cortos y ahora son líderes desde un banquillo. Viven el fútbol con una intensidad abrasiva: exigen el cien por cien, exprimen a sus vestuarios, jamás se conforman y siempre andan devanándose los sesos para mejorar, entregados a la búsqueda de la excelencia y la competitividad extrema. En lo táctico, a pesar de sus apuestas radicalmente opuestas, donde Pep sería ataque y Cholo defensa, ambos vuelven a coincidir: genios de la geometría, artistas del mínimo detalle, estudiosos de la pizarra y capaces de sorprender en cualquier partida de ajedrez con una apertura inesperada, los dos afrontan los partidos importantes desde el afán de superación. Cuanto más escarpada es la categoría del rival, más se exigen de sí mismos. Guardiola siempre piensa en atacar mejor, porque sabe que así defenderá con más seguridad. Cholo siempre piensa en defender mejor, porque sabe que así atacará con más letalidad. Ataque y defensa, modelos antagónicos para el público, vasos comunicantes en la cabeza de Pep y Diego. Si atacas bien, defenderás mejor. Si defiendes bien, atacarás mejor.
Más allá de lo emocional, lo táctico y las ideas, refulge el carisma arrollador de dos tipos con poder de convicción devastador. En esa faceta, también van de la mano. Durante su paso por el Barça, esa institución de la que está enamorado, Guardiola fue mucho más allá que un simple entrenador. Intervencionista convencido, Pep, que transitó todas las estaciones imaginables para un culé – recogepelotas, jugador, capitán y técnico-, abanderó el liderazgo del vestuario y del club. Portavoz, director deportivo, entrenador, ojeador, líder de opinión, gurú a tiempo completo y presidente de facto. Guardiola sublimó la idea de Cruyff, desterró el pesimismo atávico culé y dejó un legado memorable: una colección de títulos y un equipo de culto. Cuando se fue, su Barça ya no fue lo mismo. El Cholo recorrió idéntico camino: heredó una ruina y la transformó en un espíritu envuelto en fe y pertenencia, hasta voltearlo en un estado de ánimo que derivó en una inercia ganadora que rescató la energía nuclear de un vestuario rendido a sus pies. Simeone, enamorado de la camiseta que defiende, hincha número uno del Atlético, es el Guardiola del Atlético, el tipo con la piedra filosofal en el bolsillo. Portavoz, director deportivo, ojeador, entrenador y única autoridad moral reconocible por el público, Simeone lidera una máquina de competir, un equipo de autor hecho a su imagen y semejanza. Cuando el Cholo se vaya, el Atlético ya no será lo mismo. Será otra cosa. Como ya lo es el Barça sin Pep. Ley de vida.
Guardiola, alquimista genial del fútbol ofensivo, y Simeone, profeta de una religión que no negocia el esfuerzo, son especies en extinción. Tipos de vasto conocimiento, de acusada personalidad, de carácter fuerte e ideas apasionadas. No existen dos tipos tan vehementes, tan obsesivos, tan exigentes y tan carismáticos como ellos. Uno ha leído, visto y escuchado que Guardiola y Simeone son agua y aceite, personalidades que no se mezclan, pero lo cierto y verdad es que, incluso con estilos diferentes y armas radicalmente opuestas, son almas gemelas. Tipos convencidos de que sólo existe un camino: llevar sus ideas al límite, a través de una idea de fútbol casi fanática. Ambas identidades se cruzan este miércoles en un desafío único. Y más allá del resultado, incluso del debate sobre qué idea es más estética o ética, subsiste una realidad: la exigencia de Simeone hará mejor a Guardiola y el reto de Pep sacará la mejor versión del Cholo. Palomitas. Por fin, Guardiola y Simeone.
Rubén Uría / Eurosport
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