Blog Uría: Rafa y Roger, Roger y Rafa

Ali-Frazier, Coppi-Bartali, Magic Johnson-Larry Bird, Senna-Prost, Karpov-Kasparov, McEnroe-Borg, Lauda-Hunt, Durán-Sugar Leonard, Evert-Navratilova, Montana-Marino o Ben Johnson-Carl Lewis. Historias de grandes rivalidades, de mitos cuyos enfrentamientos han trascendido, elevándoles a categoría de leyendas eternas. Todas, historias de épicas y feroces batallas por la supremacía. Todas, cuentos de hadas de deportistas que dedican su vida a explorar sus límites y chocar contra su némesis. Ninguna rivalidad como la de Roger Federer, el mejor tenista de todos los tiempos, y Rafael Nadal, el mejor competidor de la historia del deporte. Ninguna ha tenido los ingredientes de la que relaciona, enfrenta e incluso une los destinos del estilista de Basilea y el guerrero de Manacor. A bote pronto, estilos opuestos. Federer es clase en estado puro, elegancia innata, tenis de etiqueta. Nadal es mentalidad indestructible, físico de guerrero y espíritu irreductible. Un análisis más profundo, invita a pensar que no son tan diferentes: Roger ha trabajado su fortaleza mental después de una serie de derrotas durísimas y Rafa, a pesar del cambio de su cuerpo, ha evolucionado su tenis, hasta manejar todo tipo de golpes. Una disección a fondo nos obliga a pensar, tanto en el caso de Roger como en el de Rafa, hay más cosas que les unen de las que les separan: ambos tuvieron que escuchar que estaban acabados y volvieron, porque en realidad, nunca se habían ido. Los dos tuvieron el peor enemigo posible, las lesiones. Y ambos ganaron. Y cada uno, en su momento y estilo, han combatido a toda una generación de tenistas excepcionales (Murray, Djokovic) y mantenido a raya a una nueva ola (Zverev, Thiem).

Después de batallas épicas entre ambos, Roger y Rafa han dejado sin aliento a un público entregado a su personalidad, su tenis y su feroz, pero sana competencia. Roger ha pasado por encima de Rafa y ha alcanzado la excelencia jugando como los dioses; Rafa ha hecho llorar de impotencia a Roger como un ciclón, como si fuera un día más en la oficina. Miami fue el origen del duelo más aplaudido y celebrado de la historia. Australia, Roland Garros, Wimbledon. Ahora, otra vez, podrían medirse en el US Open. El mundo espera. Rafa y Roger, Roger y Rafa, el duelo eterno. No hay seguidor de Roger que no sienta un respeto más que reverencial por Rafa. Y no hay hincha de Nadal que no asuma que Roger es pluscuamperfecto. Los dos se admiran, se respetan y dentro de una rivalidad histórica, presumen de ser amigos. Nunca una mala palabra entre ambos, ni un mal gesto, ni un reproche. Magic y Bird mantuvieron una confrontación durísima por la hegemonía de la NBA. Larry sacó la cara por Magic cuando le diagnosticaron su enfermedad y Earvin defendió a Larry cuando su espalda le había sacado de las pistas. Entre los dos nació una preciosa historia de amistad. Eso, lejos de gravar su rivalidad, la convirtió en eterna. Es el caso de Roger y Rafa, Rafa y Roger.

La de Nadal y Federer es una relación de enemigos íntimos. Su historia, su vida y su leyenda ligada y unida. Nunca se podría glosar la grandeza de Roger sin Rafa. Y jamás se podrá valorar la magnitud de Rafa sin tener en cuenta que coincidió con Roger. Disfrutemos de ambos. No sólo son un ejemplo para los más pequeños, son una bendición para todos. El mundo del tenis no contempla el empate, pero cada vez que Roger y Rafa, Rafa y Roger, pisan una pista, es imposible señalar un vencedor y un vencido. Gane quien gane, los dos acaban por hacerse, cada partido que pasa, aún más grandes. Uno no ha podido ver, como el replicante de 'Blade Runner', atacar naves en llamas más allá de Orión, ni rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhauser, pero sí ha visto cosas que otros no creerían. Uno ha tenido la suerte de poder haber visto, disfrutado y admirado a dos leyendas incomparables, Roger y Rafa, Rafa y Roger.

Rubén Uría / Eurosport