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Blog Uría: Un motín "de palo"

Rubén Uría

Actualizado 26/08/2017 a las 10:22 GMT

Una foto en las redes sociales, convertida en un motín fabulado y de "palo". Moraleja: dudar de los que no se debe dudar es caer en la autodestrucción.

2017 Messi and Piqué's post on Neymar

Fuente de la imagen: Instagram

Una foto en Instagram. Nada del otro jueves, pero material inflamable, en estos tiempos que corren, en manos de una profesión periodística que, lejos de moderarse, se ha vuelto histérica. Una foto de unos amigos celebrando el cumpleaños de uno de sus hijos ha servido como bomba de racimo para expandir, consciente o inconscientemente, todo tipo de porquería gratuita. Desde el medio más disparatado hasta el más creíble se han apuntado a la teoría de la conspiración. En Madrid, en pleno fervorín y auge merengue, la "noticia" recibió el trato adecuado: la chispa se convirtió en incendio incontrolable. En Barcelona, las llamas han sido cosa del fuego amigo que, en estos asuntos, es aún más abrasador. En pleno combate mediático entre los que reprueban a la junta cada día y los que la defienden por sistema, aunque bata el récord del mundo del disparate, el fuego amigo ha logrado poner en solfa a los que habían logrado evitar que los hilillos del chapapote llegase al césped, los jugadores.
Ante el presunto desencuentro entre parte del vestuario y la directiva, parte del periodismo ha querido ir más allá del rumor, sin importarle si tenía fundamento o no, hasta fabular una realidad paralela: una foto de unos amigos se convertía en un asunto de estado y una comida tradicional de hermandad, de las que ha celebrado el vestuario toda la vida, se travestía en un motín de opereta. Los términos empleados, pulso, guerra civil, rebelión o desafío. El objetivo: apagar el fuego con gasolina. El motín fabulado, recreado, comentado y censurado, sólo ha servido para agravar la debilidad extrema de un club al que, en pleno desgobierno, es fácil torpedear. Y más todavía en tiempos de show, donde hay gente que confunde entretener con informar y rebuznar con opinar. Como la realidad no puede estropear un posible titular explosivo, una aplastante mayoría de medios, desde los tradicionalmente creíbles hasta los más tóxicos, han jugado a interpretar una foto en las redes sociales, elevando la anécdota a categoría. Mejor sospechar que corroborar. Mejor hacer ruido que preguntar. Mejor ensuciar que informar.
La realidad vende menos, pero es la que es: los jugadores habían programado la fiesta para el niño de Neymar hace dos meses. Dos. Antes incluso de que Neymar se fuese el Barça. De hecho, se reunieron sin que absolutamente nadie del club les informase de la decisión de trasladar una demanda contra Neymar. Básicamente, no tenían ni idea. Es más, el comunicado salió a las cuatro de la tarde, cuando ellos ya estaban reunidos. Pero como lo que interesaba era que el Barça ardiera y el socio entrase en combustión, se aireó que la tradicional comida era, abróchense los cinturones, un motín contra la directiva. Nada que ver. Ni Messi organizó nada, ni pidió la cabeza de nadie, ni prestó su casa para una caza de brujas. Eso, de entrada. Messi podría irse del Barça el día que le diera la gana, porque otros le doblan lo que gana aquí, pero no quiere. Y si tiene algo que decir, lo dirá a la cara, no por las redes sociales. ¿A Messi le falta compromiso con la institución? ¿Al que se juega el físico ganando partidos incluso estando cojo, como el día del PSG? ¿Qué decir de Piqué? ¿Qué puede pensar Piqué cuando tiene que leer que le falta compromiso y respeto institucional hacia el club que ama? ¿A Piqué le falta compromiso? ¿A un señor que consigue un patrocinio multimillonario para el club y se lo cede, por propia voluntad, sin ver un solo euro del contrato? Es para comer cerillas…
Hubo foto, pero no motín. Fue la foto de unos jugadores que son libres de elegir sus amistades y reuniones, que no tienen que esconderlas y cuyo compromiso profesional se ha probado, dentro y fuera del campo, en cientos de ocasiones. Está siendo un verano terrorífico para el Barcelona, es cierto. Nadie podría negar que la gestión de la junta, en muchos episodios, es indefendible. Tampoco que las negociaciones son un cúmulo de contradicciones. Pero de eso, a interpretar una foto como un motín contra la directiva, de eso a montar una guerra civil por Instagram, de eso a dudar del compromiso de los que han dado todo por el Barça y ganado todo lo que se puede ganar, hay un mundo. No es triste la verdad. Lo que no tiene, es remedio. La historia de este motín " de palo" no tiene un pase. Convendría dejar la histeria a un lado y reflexionar desde el sentido común. Dudar del compromiso los que no se debe dudar es poner alfombra roja a la autodestrucción.
Rubén Uría / Eurosport
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