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El post del postpartido: Como decíamos ayer

Iván Castelló

Actualizado 08/08/2017 a las 21:04 GMT

El Real Madrid volvió a ganar, lo que no es noticia sino continuación del “decíamos ayer” de Fray Luis de León. Porque acaba y arranca temporadas como si nada hubiera sucedido. Ahora se llevó la Supercopa de Europa, que es sencillo perder la cuenta, en Skopje, la capital de Macedonia.

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Fuente de la imagen: EFE

Y lo hizo contra el Manchester United de Jose Mourinho, que tiene su aquel siempre pero cuyo equipo fue muy flojo en comparación y solo reaccionó cuando la desesperación lo abatía.
El detalle de la parada de Keylor Navas ante Rashford, para el 2-2 que nunca se produjo, certificó que, pese a la embestida final, la distancia entre un equipo, el de Zidane, y un entramado, el de Mourinho, fue sideral. Que el Madrid se movió como el bloque que es a cadencia de rodillo y que el United lo fio, en cambio, todo a un chaval de 19 años tan ansioso como fallón. Que el Madrid salió a jugar bien, que otras veces no ha sucedido en su historia, y que lo del técnico portugués fue verlas venir por si acaso. Sin más. Inferior incluso conceptualmente.
Y ganó el Madrid también vestido de negro y sin Cristiano Ronaldo, cuya aparición testimonial cerró el capítulo de su indignación con el mundo lo mismo que el mensaje presidencial (que el Madrid sigue siendo un club presidencialista) de la titularidad de Bale fue, eso, un mensaje.
Se dice que la jerarquía en el fútbol va por rachas. Hoy tú, mañana yo. Y que así se va escribiendo la historia en un continente, el europeo, cada vez más bipolar y, en especial, en España con la dicotomía Madrid-Barça. Es así como lo fácil, lo que toca, es imaginar al Madrid del sextete, imparable como pocas veces.
Ya sucedió con la etapa del italiano Carlo Ancelotti que las fanfarrias se elevaron hasta los cielos. Estaban los mensajeros henchidos de orgullo con un equipo que acababa de ganar el Mundial de Clubes de 2014 al San Lorenzo de Almagro. Pero faltaba mucho en la temporada y el equipo se cayó con estrépito.
Es fastidiado el fútbol moderno. Un simple matiz, un Cristiano descontento por aquí, un PSG que te levanta a Neymar por allá y hasta un Atleti de Simeone que coge carril, y las previsiones se van por el desagüe. Así que lo mejor es ir título a título. Y el Madrid, claro que sí, parece continuar en racha tras dos Champions seguidas. Merece esa consideración de gigante único y exclusivo por jugar ahora un fútbol excelso y mantener la capacidad innata para no jugar las finales europeas sino ganarlas. Nada nuevo bajo el sol del Bernabéu. Que no hay quien recuerde su última final perdida.
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