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Opinión | Serial 'Olímpicas doradas': Nadia Comâneci: el 10 que no subió al marcador

Fernando Gómez

Actualizado 01/04/2024 a las 18:18 GMT

Nadia Comâneci deslumbró al mundo con solo 14 años en los Juegos Olímpicos de verano de Montreal de 1976. Una historia que nos cuenta con detalles nuestro periodista Fernando Gómez en el segundo episodio del serial de 'Olímpicas doradas'.

La odisea de Comaneci y su 10 perfecto

Quede claro como punto de partida que los Juegos Olímpicos de verano de 1976 en Montreal no figuran entre los más destacados de la historia. De modo muy somero, se puede contextualizar que estuvieron marcados por la obsesión en la seguridad después de los atentados terroristas de cuatro años antes en Múnich. Un total de quince mil profesionales se encargaron de proteger al movimiento olímpico con un despliegue que fue el mayor en Canadá desde la Segunda Guerra Mundial. Otro aspecto de los que marcaron aquella cita fueron los números rojos y las deudas que la ciudad estuvo pagando durante décadas, al fracasar el proyecto de autofinanciamiento ideado por la alcaldía, en primer lugar, debido al incremento espectacular de los costes, hasta el punto de que el periodista español especializado en la materia Andrés Mercé Varela llegó a hablar de los Juegos de los albañiles millonarios en base a la acumulación de huelgas productivas para ellos. A la politización habitual de la época (boicot de 34 países, casi en su totalidad africanos, pero con China a la cabeza por el reconocimiento de Taiwán) y al momento gris que atravesaba el Comité Olímpico Internacional bajo el mandato de su sexto presidente, el irlandés Michael Morris, más conocido como Lord Killanin, hay que unir que la competición deportiva tampoco es de las más recordadas, con excepciones brillantes, como las de la gimnasia artística y dentro de ella, la de nuestra protagonista, Nadia Comâneci. La rumana fue la gran figura de Montreal-72, aquellos Juegos de la XXI Olimpiada. Hasta el punto de que la rumana fue elegida por el diario 'Mundo Deportivo' como la mejor atleta del siglo XX.
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Nadia Comaneci en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976

Fuente de la imagen: Getty Images

Nadia Elena Comâneci, que había nacido en la localidad de Onesti el 12 de noviembre de 1961, fue una de las 2.000 participantes femeninas en Montreal de un total de 9.247 olímpicos (en París 2024 habrá paridad de géneros). Se puede afirmar que la gimnasia artística fue uno de los deportes que más expectación había levantado. Los aficionados pagaron los precios más altos del acontecimiento para ocupar en cada sesión las 16.000 localidades disponibles en el 'Forum', palacio de deportes dedicado habitualmente al hockey sobre hielo. La expectación por las pruebas femeninas superaba a las de las masculinas, en las que se asistió al mantenimiento de la supremacía japonesa como equipo, aunque su mejor gimnasta, Sawao Kato, se tuvo que conformar con la plata en el concurso individual al ser superado por el mejor de la cita, el soviético Nikolai Andrianov, que unió a esta medalla de oro las tres de suelo, salto y anillas. En el ambiente canadiense flotaba la idea en que había llegado el momento de comprobar en una gran cita la gran progresión que había experimentado la gimnasia femenina en los años anteriores. Se llegó a hablar de las hadas de Montreal, pero no hay discusión sobre quién fue considerada la principal. La auténtica artífice, no solo de confirmar las previsiones sino también de lograr atraer a personas que hasta entonces no habían realizado ningún acercamiento a este deporte.
El oro por países lo atraparon las soviéticas, escoltadas en el podio por las rumanas y las alemanas orientales, como segundas y terceras, respectivamente. No obstante, en la competición individual, la que identifica a la gimnasta más completa, Comâneci podría con todas las rivales, incluida la encantadora Nelli Klim, que se convirtió en la mejor de la URSS al superar en media décima de punto a su compatriota Ludmila Tourischeva, que también se colgó medalla. A medida que iba avanzando la competición de gimnasia aumentaba el mercado negro en las proximidades del 'Forum', al producirse una subasta de localidades. No solo obtuvieron grandes beneficios los albañiles. Pero volvamos a la competición por equipos porque allí se produjo el primer gran acontecimiento de la cita. La rumana completó un ejercicio sublime en las barras asimétricas, pero al finalizar se apreció un revuelo entre los jueces y la larga espera culminó con la información suministrada por el marcador electrónico, donde el mítico entrenador rumano de origen húngaro Béra Károlyi comprobó que la nota que había recibido la gimnasta número 73, es decir, Comâneci, era de solo 1 punto de un máximo de 10 posibles, una puntuación que no había logrado nunca nadie. Hasta ese 19 de julio de 1976. Porque la gimnasta de 39 kilos de peso y 1,53 de altura la acababa de recibir, pero no se podía mostrar al mundo debido a que los marcadores no habían sido preparados para tal posibilidad. Es mítica la foto en la que se observa a Comâneci mirando el marcador con el 1.00 de puntuación, que nadie entendía. Los jueces tuvieron que explicar que 1.00 era lo más parecido de un modo visual a 10.00, que había sido su verdadera nota. Ni por esas se vio sonreír a la concentrada rumana, ni en ese momento ni después de las otras seis veces que obtuvo la calificación máxima durante aquellos Juegos. Cerró Montreal 1976 con 3 medallas de oros de seis concursos: la prueba individual de los cuatro aparatos, las que sucedieron sus victorias en la barra de equilibrios y las barras asimétricas, la plata por países y el bronce en suelo. Solo se quedó sin presea en salto al ser superadas por tres rivales, entre ellas la vencedora Kim. El hada de Montreal se había convertido a falta de 53 días para cumplir los 15 años en la medallista más joven de unos Juegos Olímpicos.
En su segunda y última participación olímpica, en Moscú 1980, Comâneci sumó otras cuatro preseas a su palmarés. Fueron los oros en barra y en suelo y las platas en individual y de nuevo por equipos. A estas nueve medallas olímpicas se unen otras cuatro en Mundiales (dos oros y dos platas, aunque ninguna en concurso individual) y doce en Europeos (9 de ellas doradas). Y si no fue nunca ganadora mundial de concurso completo sí lo pudo hacer cinco veces en los Nacionales de Rumanía. La vida de Nadia, que hoy tiene 62 años y nacionalidad estadounidense, compartida con la de su país de nacimiento, no ha sido sencilla. Por ejemplo, semanas antes de la revolución rumana de diciembre de 1989, la noche del 27 de noviembre, junto a otros rumanos, emprendió un camino a pie que le llevaría a tomar un vuelo en Austria con destino a Estados Unidos, tras cruzar la cruzar la frontera de Hungría. El dictador Nicolae Ceaucescu había nombrado a Comâneci "héroe del trabajo socialistas". Sin embargo, ni en activo ni después había tenido libertad de movimiento para salir de Rumanía, tanto solo para hacerlo a Moscú o Cuba.
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Revive el diez perfecto de Nadia Comaneci en Montreal 1976

En la actualidad Nadia posee una academia de gimnasia junto a su esposo, el exgimnasta estadounidense Bart Conner. Viajan desde Estados Unidos con cierta frecuencia a Rumanía, donde se casaron en 1996 y país en el que nuestra protagonista es la presidenta de honor tanto del Comité Olímpico como de la Federación nacional de gimnasia y embajadora de Deportes de Rumanía, entre otros cargos y ocupaciones destinados a labores solidarias internacionales. Evidentemente, forma para del Salón de la Fama de Gimnasia, ha recibido en dos ocasiones la Orden Olímpica (la más joven en unirse a esta consideración). Es cierto, que, a pesar de sus hazañas olímpicas, hay dos gimnastas con más medallas de oro en los Juegos que la rumana, a la espera de donde cierre su carrera olímpica la estadounidense Simone Biles. Se trata de la soviética Larisa Latynina, que con 9 la supera en 4, y la checoslovaca Vera Caslavska, que sumó 7. A pesar de ello, Comâneci, que también ha realizado labores de analista en transmisiones televisivas de su deporte, es considerada como una de las 100 mujeres más influyentes del siglo XX y en 2006 los rumanos la nombraron mejor deportista de la historia de su país.
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