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Noah, ¿y si Nadal fuera francés?

Álvaro Ferreres

Publicado 13/09/2017 a las 21:37 GMT

Hace tiempo que no les cuento una batallita del abuelo cebolleta, una de esas que nos permita descubrir de que mente calenturienta provienen las indignates declaraciones de Yannick Noah contra el deporte español. Y es que no hay más que mirar atrás para comprender la retranca histórica que tienen. Para asimilar que en estas palabras hay mucho pique, mala leche y envidia cochina.

Noah

Fuente de la imagen: Eurosport

La de hoy es una de esas elocuentes historias que reflejan bien de qué va esto. Me la contó mi colega Rodrigo Errasti, y les va a encantar. Resulta que allá por el mes de agosto andaba mi compadre luciendo palmito por la costa de Capri, tostándose al sol con su parienta y unos amiguetes. A unos 200 metros y apuntalado sobre la cubierta de un velero, uno de ellos divisó la silueta de Yannick Noah: rastas al viento, buen rollito, piel aceituna y sonrisa profident. Y el galo, viéndose reconocido, saludo jovial.
Hasta ahí, perfecto. Pero un incauto cometió la temeridad de soltar un "Força Nadal", y aquello despertó a la bestia que el Bob Marley francés lleva dentro. Un tipo con apariencia de superguay y de yupi yupi chicos, que de tan majo que es sólo le falta hacer anuncios agarrado al perrito de Scotex. Pues ése Noah, dando un giro de 180 grados y con los dientes bien apretaos, lanzó un corte de mangas tan rabioso que por poco se le sale el cúbito del sitio.
Y yo me pregunto: ¿A qué se debe esta animadversión? Elemental, mi querido Watson: Resulta que Nadal ha ganado seis de los últimos siete Roland Garros, resulta que de los últimos diecinueve títulos disputados en París once los conquistaron españoles y resulta, que fatalidad, que el último francés que levantó la Copa de Mosqueteros lo hizo en 1983. Y ¡por toutatis! Fue el propio Noah
Lo ve, querido Watson: "No existe una combinación de sucesos que la inteligencia de un hombre no sea capaz de explicar. Al señor de las rastas no le picaba el codo en ese momento, ni siquiera sufrió un espasmo que le dislocó el hombro forzando un corte de mangas fortuito. Nuestro amigo padece el llamado mal universal de la envidia cochina", sentenció Sherlock Holmes mientras se encendía una buena pipa y ponía en su viejo gramófono un vinilo de Yannick Noa.
Moraleja: Si Nadal fuera francés el pobre Noah estaría más contento.
Álvaro Ferreres
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