Roland Garros 2016: Lo que hemos aprendido del torneo

Los días previos al torneo -y los dos primeros días de competición- estuvieron marcados por el dispositivo de seguridad montado en el distrito de Boulogne-Billancourt, donde se celebra el torneo del Grand Slam, para evitar un atentado terrorista. Francia vive en estado de excepción desde los atentados del pasado mes de noviembre y todo evento que suponga una gran aglomeración de gente es vigilado al extremo. La incomodidad de las colas y los controles de seguridad para acceder a la Philippe Chatrier o a la Suzanne Lenglen mereció la pena, pues durante todo el torneo no hubo un solo problema en ese aspecto.

Guy Forget, director del torneo, ha clamado por él por activa y por pasiva. Las lluvias han asolado París durante las dos últimas semanas -no en vano está siendo una de sus primaveras más lluviosas en la historia de la ciudad-, y la actividad tenística se vio detenida durante una jornada y media, comprometiendo seriamente el cumplimiento de la programación original. Los otros tres torneos del Grand Slam (Wimbledon, US Open y Open de Australia) ya disponen de techos retráctiles, mientras que en París este avance tecnológico no llegará -como mínimo- hasta 2020. Buscando mantener un aroma clásico, Roland Garros se ha quedado anclado en el pasado, lo que resta el espectáculo y afecta a tenistas y televisiones. Forget seguirá con una lucha encallada en un mar de protestas y retrasos administrativos hasta que la puesta al día de Roland Garros sea efectiva.

Después de los retrasos de una jornada y media, la organización decidió seguir adelante bajo unas condiciones muy duras, con temperaturas más propias de invierno, una pista en malas condiciones y la lluvia cayendo sobre los rostros de los tenistas. Agnieszka Radwanska y Simona Halep, dos de las grandes favoritas en el cuadro femenino, fueron eliminadas durante una jornada para el olvido en la historia reciente de Roland Garros y aseguraron que corrieron serio riesgo de lesión. David Ferrer fue el más duro entre los tenistas del cuadro masculino, asegurando que para la organización los jugadores no cuentan en absoluto. Serena Williams también mostró su disconformidad con el hecho de que se continuara jugando a toda costa, pero se adaptó a todo y consiguió llegar hasta la final.

La hispanovenezolana Garbiñe Muguruza dejó su primera gran impresión en el circuito de la WTA en Roland Garros hace dos años cuando derrotó a Serena Williams, y volvió a enfrentarse a la número uno en la final de Wimbledon. Le faltaba un escalón por subir y lo hizo en París, cuando consiguió someter a la menor de las Williams, dominadora total de la clasificación mundial en los últimos años, para alzarse con su primer título del Grand Slam. Con sólo 22 años, Muguruza está en disposición de marcar una época en el tenis español gracias a su tenis agresivo y dominador. De momento ya ha tomado el relevo de dos leyendas nacionales como Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez.

Rafa Nadal volaba sobre la Philippe Chatrier. Derrotó a sus dos primeros rivales con una suficiencia nunca vista del balear en París, algo loable teniendo en cuenta que ha conquistado en nueve ocasiones la Copa de los Mosqueteros. Esas victorias arrolladoras ocultaban un reverso negativo: la muñeca de Nadal estaba infiltrada y fue incapaz de soportar la competición en el segundo Grand Slam del año. Fue una dura noticia para el tenis español, pues el cuadro masculino auguraba un duelo contra Novak Djokovic en semifinales y habría sido un espectáculo superlativo teniendo en cuenta el nivel reciente del español, que ha vuelto a brillar sobre la tierra batida como antaño. Ahora su principal objetivo, más que por Wimbledon, donde siempre le costó adaptarse, pasa por los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.

El tenista serbio ya puede descansar tranquilo, pues ha completado el Grand Slam. Con 28 victorias consecutivas en los majors tenísticos, el número uno del mundo se ha convertido además en uno de los tres únicos jugadores de la historia en ser el vigente campeón de todos los torneos del Grand Slam. La relación de Nole con París ha sido de amor-odio, pero en plena madurez deportiva ha sabido ganarse definitivamente el cariño de la Philippe Chatrier -impresionante cómo coreaba su nombre la pista central cuando salió a calentar- y, esta vez sí, situarse entre los mejores tenistas de la historia, subiendo el peldaño que lo separaba de Rafa Nadal y Roger Federer, sus poderosos coetáneos.

En el circuito masculino se pudieron ver retazos de lo que puede ser la ATP durante los próximos diez años. Dominic Thiem continuó con su gran gira de tierra batida -en la que ha llegado a superar a Rafa Nadal- y sólo Djokovic lo apartó de la lucha por un objetivo mayor. David Goffin también ha sido uno de los tenistas más estimulantes que ver durante las dos últimas semanas en Roland Garros, y en el cuadro masculino se puede decir lo mismo de tenistas como Yulia Putintseva o Kiki Bertens -además de Garbiñe Muguruza-, jóvenes que empiezan a asomarse por las rondas finales de los torneos grandes para tomar el relevo de Serena Williams, Roger Federer, Nadal o Djokovic. Esta generación sí parece ser capaz de asumir la responsabilidad y protagonizar las finales del futuro.