US Open 2016, final: Poco a poco, Stan Wawrinka

Fue precisamente ante Novak Djokovic cuando Stan Wawrinka comenzó a verse a sí mismo como un tenista con serias posibilidades de destacar entre la élite del circuito ATP. En 2013, ya en la madurez de sus 28 años, el suizo fue derrotado en un duro partido de octavos de final del Open de Australia por Djokovic por 1-6, 7-5, 6-4, 6-7 y 12-10, cambiándole el chip por completo: “Ese partido fue algo especial en mi carrera. Ahí empecé a creer y a darme cuenta de que quizá podía batir a un jugador top en un Grand Slam. Me llevó un poco de tiempo, y paso a paso, volví al top 10”, recuerda el tenista de Lausana tres años después.

Aquel Wawrinka era un jugador muy volcánico capaz de perder los nervios con mucha facilidad. Tres años después, los periodistas le preguntan antes de la final del US Open 2016 si se ve en condiciones de completar el Grand Slam ganando el domingo en Nueva York y Wimbledon el año que viene (ya posee un Open de Australia y un Roland Garros). Wawrinka sonríe y despeja con elegancia: “Estoy demasiado lejos, por qué deberíamos...”, reflexionó. “Hasta el momento estoy realmente feliz, disfrutando el momento después de un duro partido. Es algo muy especial. Veo la final del US Open casi cada año, va a ser emocionante”, dijo a continuación, centrándose ya en el duelo ante Novak Djokovic.

La confianza que ha venido demostrando Stan Wawrinka en este major lo han llevado a protagonizar dos exhibiciones tácticas frente a Juan Martín del Potro en cuartos de final y Kei Nishikori en semifinales, yendo de menos a más en cada partido hasta superar con claridad al argentino y al japonés: “Intenté jugar poco a poco mejor, poco a poco más rápido, poco a poco más duro. Intenté hacerle correr. Creo que a mitad del segundo set empezó a cambiar un poco quién era el dominante sobre la pista. Estaba siempre dentro de la pista al principio, pero lo revertí poco a poco", analizó el suizo sobre su semifinal. Ese “poco a poco” es la receta que ha llevado a Wawrinka a su tercera final y a ser, a día de hoy, el tercer mejor tenista del planeta.

Djokovic es consciente de que Stan Wawrinka es un rival muy poco agradecido en un Grand Slam, mucho más complicado de superar que en un Masters 1000, donde su rendimiento no alcanza las mismas cotas de excelencia que brillan por sí mismas en los cuatro majors. Wawrinka acepta esta premisa y lo explica con naturalidad: “Es en los Grand Slams donde quiero jugar mi mejor tenis, es ahí donde quiero ser el mejor jugador. Siempre busco la forma de encontrar mi juego y que todo encaje”.

Desde el punto de vista físico, Wawrinka llega a la final después de superar unas pequeñas molestias sufridas en los cuartos de final contra Del Potro. Tras un duro partido que terminó ya entrada la madrugada en Nueva York, Wawrinka se marchó a descansar y borró el tenis de su programación del día siguiente, limitándose a un mínimo trabajo de recuperación en el gimnasio sin ningún tipo de entrenamiento. Ante Nishikori, las molestias ya habían desaparecido por completo.

No puede decir lo mismo Novak Djokovic, cuyo brazo derecho sigue dándole problemas en cada partido que disputa, lo que sitúa el pronóstico de la final en la categoría de incierto. Pocas veces ha llegado Wawrinka a una final tan confiado y consciente de sus posibilidades, hasta el punto de que no visualiza el triunfo final. Al fin y al cabo, ya lo hizo en París: “No pensaré en el partido, sino en la victoria. Él me va a dar la confianza de decirme a mí mismo que puedo hacerlo porque ya lo hice en la final de Roland Garros. También sabe que puedo jugar mi mejor tenis en la final de un Grand Slam”. Poco a poco, Wawrinka quiere seguir dejando huella.