Una medalla amarga por una regla demasiado dura

Lo que le sucedió a Renaud Lavillenie, uno de los mejores saltadores de pértiga, durante los Europeos de Goteborg es para llorar. El francés acababa de superar el listón sobre 6.07m pero cuando celebraba su proeza vio como el juez levantaba la bandera roja, indicando salto nulo, lo que echaba por tierra su hazaña.

La razón fue que pese a que el listón no llegó a caer, no quedó dentro del soporte si no en la parte superior del mismo, algo que el reglamento invalida ya que dice que el listón no puede moverse del soporte original.

Desde que en 1970 Francois Tracanelli logró el título en la primera edición de los Europeos en sala, Francia había conseguido seis medallas de oro. Esta es la séptima, pero a Lavillenie no le consuela. Venció con 6,01 pero, de haber valido los 6,07, se habría colocado segundo en el ránking mundial de todos los tiempos en sala, sólo superado por Sergey Bubka (6,15). Lavillenie, invicto durante toda la campaña invernal, sostuvo un duelo desigual con el alemán Björn Otto, subcampeón olímpico, mundial en sala y europeo al aire libre, siempre a la sombra del francés. Esta vez se quedó en 5,76, la misma marca que su compatriota Malte Mohr pero con menor fallos.

La cara de Lavillenie fue todo un poema, ya que acabó llorando desconsoladamente algo de lo que repuso minutos después en la ceremonia de entrega de medallas donde le colgaron la medalla de oro.