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¿Por qué los atletas tiran las medallas?

Eurosport
PorEurosport

Publicado 19/08/2013 a las 14:29 GMT

En los Mundiales de Atletismo ha habido varias carreras en las que los atletas han dejado pasar medallas por errores de principiante. Uno de los más habituales es el de no meter la cabeza en las llegadas apretadas al final de las carreras, especialmente en las de velocidad pura.

Britain's Christine Ohuruogu (R) wins the women's 400 metres final at the 2013 IAAF World Championships at the Luzhniki stadium (AFP)

Fuente de la imagen: AFP

Correr al más alto nivel es algo muy técnico, pero incluso los atletas de elite cometen errores básicos que les terminan costando medallas. Algunos atletas se destensan y se equivocan en relajarse en el calor de la batalla, otros realizan salidas lentas o, peor aún, salen antes de tiempo de los tacos y son descalificados.
Pero una de las escenas más agónicas de los deportes sigue siendo la de ver a un atleta dominando una carrera, colocándose en una buena posición para alcanzar la gloria y tirarlo todo por la borda al no agachar la cabeza en la línea de meta. Aunque marcar los tiempos en la arremetida puede ser difícil, hacerlo mal en la elite puede ser considerado como una negligencia.
Ha habido muchos ejemplos en los Mundiales de Atletismo de Moscú de atletas que han perdido el oro, la plata o el bronce al atravesar la línea sin agachar la cabeza. Como ya demostró la atleta Christine Ohuruogu en la final del 400 femenino, un fuerte final con una buena arremetida final puede ser la diferencia entre la gloria y una intensa frustración de un segundo puesto.
Ohuruogu derrotó a la vigente campeona Amantle Montsho en la foto finish. Ambas marcaron 49.41 segundos, pero la cabeza de la británica le dio el triunfo por cuatro milésimas de segundo. La campeona del mundo de 2007 también superó el antiguo récord de Gran Bretaña de Kathy Cook por dos centésimas, pero nada de esto se habría conseguido si no se hubiera inclinado en la línea de meta.
Una consternada Montsho se quedó de piedra después de Ohuruogu fuera proclamada vencedora. El exatleta Colin Jackson dijo a la BBC después de la carrera que “nunca se perdonará por no ganar esta carrera”. Fue algo trágico, pero por su culpa. Montsho tenía la Victoria encarrilada hasta que falló en la meta, consiguiendo un tiempo de 49.408, el mismo que Ohuruogu.
Este gento aparentemente absurdo de una atleta de nivel, en plena forma –que en este caso llegaba a la carrera como la gran favorita y la más rápida del año-, es completamente incomprensible. “Siempre he tenido un mal final”, admitió Montsho. “No sé cómo inclinarme en las llegadas. Si la hubiera visto, quizá hubiera podido adelantar mi pecho y haber ganado”.
Ha habido otros ejemplos en estos Mundiales, además del de Montsho. El esprínter James Dasaolu, el segundo británico más rápido de todos los tiempos con 9.91, casi se queda sin pasar las series iniciales después de aflojar en la meta.
El talento ingles, de 25 años, solo pudo marcar un tiempo de 10.20 y terminar cuarto en su serie, quedando como el perdedor más rápido, después de atravesar la línea mientras el resto de rivales asomaban la cabeza a sus lados. Con la temporada prácticamente finalizada, Dasaolu reconoció que había “aprendido una lección”.
El vallista de Trinidad y Tobago Jehue Gordon consiguió asombrar con la medalla de oro –la segunda de su país en 30 años de historia de los Mundiales-. Llegando a la última curva, Gordon seguía la pista del estadounidense Michael Tinsley pero, siguiendo el consejo de su madre y entrenadora, se apuntó una épica victoria al asegurarse la mejor entrada en la línea de meta.
“En la última valla solo recordaba a mi entrenador diciéndome que iba a ser una carrera para casa, y recuerdo a mi madre diciéndome ‘¡mete la cabeza, Jehue, recuerda meter la cabeza!”, y así lo hice”. “Mi cabeza abandonó mi cuerpo cuando crucé la línea, y mi cuerpo se fue tras ella”. El resultado fue la medalla de oro.
Volviendo la vista atrás a otros campeonatos, hay incontables ejemplos de atletas que roban la victoria a otros en los últimos metros gracias a sus espectaculares finales, y aún más atletas inconsolables que cruzan la meta con el eterno lamento de no haber completado la carrera de forma satisfactoria.
Los atletas lo dan todo en los entrenamientos –día sí, día también-, preparándose para un gran campeonato, dando todo en arañar cada centésima para llegar a estos eventos con sus entrenamientos, aunque a veces con un elemento tan básico de la carrera cogido con alfileres.
El deporte puede ser muy cruel en ocasiones, pero cada uno sabe dónde pueden dar ese punto extra de más cuando se ha dado todo, porque, en ocasiones, todo se reduce a meter la cabeza.
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