El italiano Mario Cipollin

El italiano Mario Cipollini se ha proclamado campeón del mundo en ruta en los Mundiales que se han disputado en la localidad belga de Zolder. "Il bello" no ha tenido rival en un esprint en el que la plata ha sido para el australiano McEwen y el bronce para el alemán Zabel. La desgracia se ha cebado con el equipo español, y a 5 kilómetros del final hubo una caída en el que estuvieron todos menos Fr

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El italiano Mario Cipollini se ha proclamado campeón del mundo en ruta en los Mundiales que se han disputado en la localidad belga de Zolder. "Il bello" no ha tenido rival en un esprint en el que la plata ha sido para el australiano McEwen y el bronce para el alemán Zabel. La desgracia se ha cebado con el equipo español, y a 5 kilómetros del final hubo una caída en el que estuvieron todos menos Freire, pero el cántabro tuvo una avería en su rueda delantera a falta de dos kilómetros del final.
Freire: "Sentía que podía lograr medalla seguro"
Zolder (Bélgica), 13 octubre.- Era un mundial para esprinters y la lógica se cumplió, aunque un percance impidió a otros velocistas, entre ellos al español Oscar Freire, intentar luchar en igualdad de condiciones por la camiseta "arco iris" que va a lucir Mario Cipollini. Freire, que había salvado el corte, acto seguido alguien o algo se le metió en los radios de su rueda delantera rompiendo tres de ellos.
Marco Cipollini, que toma el relevo de Oscar Freire habitual en los tres mundiales anteriores en el podio para recoger dos medallas de oro y una de bronce, invirtió en los 256 kilómetros, 5 horas, 30 minutos y 3 minutos lo que significa una velocidad media de 46,538 km-hora. Tras el australiano Robbie McEwen y el alemán Erik Zabel, plata y bronce, respectivamente. Fueron 20 vueltas a un circuito de 12,8 kilómetros, con 201 corredores en la partida repartidos en 39 países, prueba que resultó rápida, pero más sosa de lo esperado, pues dio la impresión, por aquello de que en el trazado esta el itinerario del circuito de Zolder, de que fue una especie de carrera de fórmula uno donde al que coge la posición es muy difícil arrebatarsela.
La carrera comenzó rápida, pero con menos nervios que en otras ocasiones. No se registraron los ataques iniciales de corredores desconocidos que suelen acaparar el protagonismo que fue para el francés Durand, un buen rodador y que daba la impresión de que su selección quería tensar la carrera desde el principio. Un tirón para la galería, aunque su relevo lo tomaba su compatriota Moreau que se llevaba al kazajo Muravyev cuando tan sólo se habían cumplido dos vueltas. El pelotón no reaccionó y sólo algún ataque aislado como los protagonizados por los colombianos Víctor Hugo Peña, en la vuelta tres y en la seis, Mauricio Alberto Ardila, en la seis, que no llegaron a ninguna parte. Hasta ese punto, hasta la vuelta seis, lo mas destacado en el pelotón habían sido los numerosos pinchazos, destacando los del belga Museeuw y el español Astarloa al que metieron en el pelotón sin mayores agobios sus compañeros Justo Díaz y Chente García.
Tras la neutralización del francés Moreau, que poco después echaba pie a tierra, la selección italiana atacó prácticamente a bloque al poner al frente del grupo a cinco de los suyos. Fue una especie de probatura, de tanteo para ver la reacción de los corredores españoles, principalmente, que hasta entonces apenas se habían dejado ver. Ese tirón lo aprovecharon el ex campeón del mundo el suizo Camenzind, el austriaco Wrolich y el británico Millar para irse y rodar solos durante una par de vueltas, ya que aunque había entendimiento entre ellos las selecciones fuertes comenzaron a tomar posiciones, especialmente los italianos. Tras la neutralización los que salieron a escena, a falta de cinco vueltas, unos 75 kilómetros para el final, fueron el francés Nicolás Jalabert y el suizo Cancellara, pero su alegría tan sólo dura una vuelta. Nuevamente Italia avivó el ritmo y los españoles le responden.
A falta de tres vuelta todo seguía como al principio: pelotón agrupado, aunque los ataques pasaban a ser una constante y los cortes en el pelotón también. Sin embargo, el reagrupamiento fue inmediato, pues la carrera estaba ya lanzada y llegaba la hora de la verdad. Volvía a ser los italianos los que impusieron un fuerte ritmo, para intentar que se produjera alguna escapada peligrosa y al mismo tiempo ir castigando a los más directos rivales de sus dos hombres fuertes para la llegada: Cipollini y Bettini. Los españoles y el resto de selecciones con esprinters en sus filas seguían escondidos.
El control y los nervios por buscar la rueda de los lanzadores de los ciclistas italianos, fue lo que terminó provocando una caída masiva, a falta de unos cuatro kilómetros para el final, que dejaba en cabeza a una treintena de corredores, entre ellos los grandes favoritos, los mejores esprinters del momento, los Cipollini, McEwen, Zabel y Freire, que sufrió un extraño percance ya que de buenas primeras algún espectador o un roce con otro ciclista le rompió tres radio de su rueda delantera eliminándolo.
Cipollini, perfectamente lanzado por Lombardi, Petacchi, Bettini y Scirea remató la faena en un esprint accidentado, logrando así uno de sus objetivo en su carrera profesional y puso fin al reinado del español Oscar Freire, un corredor que había dejado claro en los últimos años que le tenía tomada la medida a esa prueba, pero al que en esta ocasión la suerte le dio la espalda. Era un mundial para esprinters y se confirmó: McEwen y Zabel acompañaron a Cipollini en el podio.
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