En vivo: Etapa final

La carretera pone a cada uno en su sitio. Y luego están las leyes, las normativas y organismos como el Tribunal de Arbitraje Deportivo que deben juzgar e impartir justicia. El TAS, si finalmente le sanciona por su positivo por clembuterol en el pasado Tour de Francia, puede privar a Alberto Contador Velasco de haber ganado su sexta gran vuelta por etapas.

No ha sido una victoria cualquiera. Ha sido con autoridad, por aplastamiento a sus rivales, desgastando en cada etapa la palabra exhibición, en el Giro de Italia más duro de las últimas décadas. El Giro con más metros de desnivel, más montañas, caminos de tierra, más finales en alto y con rivales de mucha altura.

Pero todo esto, ha dado exactamente igual al ciclista madrileño. A base de impulsos, de clase y de una tremenda superioridad, ha vencido por aplastamiento, ganando su gran vuelta con mayor margen frente a su inmediato perseguidor (recordando siempre que ha sido la edición más dura que se recuerda).

Desde que el Comité de Competición de la Federación Española declarara que su caso no merecía sanción, Contador se subió literalmente a su bicicleta y fue a ganar y aplastar todo y a quien se interpusiera en su camino. En Algarve no pudo ser, pero en Murcia y Cataluña demostró que siendo un caníbal, también ganaba un abogado defensor de peso en el litigio que el TAS todavía tiene que dictaminar.

Y en esas circunstancias llegó a Turín. En el final de la séptima etapa, en Montevergine di Mercogliano, se llegó a insinuar que no estaba porque no llegó pegado a la rueda de los favoritos. Pero en menos de 24 horas, Contador empezó a disparar a diestro y siniestro. Final complicado en Tropea y primera vez que enseñó su dorsal, el 181.

Ese número y su pedaleo encima de su bici fueron lo único, y lo mejor, que se vio en el resto de competición. El primer final en alto, en el Etna, ya dijo que no iba a tolerar a nadie a su rueda en finales el alto. Primera victoria y primeras diferencias. Medio Giro ganado.

Ni Scarponi, ni Nibali, ni el invitado John Gadret, ni Roman Kreuziger, ni un Denis Menchov que ha llegado tarde, ni un David Arroyo que intentaba resistir entre los mejores, ni un Igor Anton que se permitió una exhibición en el Zoncolan, ni el irregular Roman Kreuziger, llegaron a inquietar ni un solo kilómetro el liderato incuestionable de Contador.

Nadie. Y todavía quedaba mucha pendiente que subir desde el sur de Italia hacia los Alpes. Antes de llegar allí, el Grossglockner vio la segunda gran exhibición de Contador y cómo el minutaje iba aumentando respecto de Vincenzo Nibali y Michele Scarponi, sus únicos ¿rivales? Ni en la etapa más dura que se recordaba con los 229 kilómetros con Marmolada y final en Val di Fassa, Alberto llegó a preocuparse.

La posición era cómoda y el mismo paseo, convertido en exhibición, se vio en la breve cronoescalada a Nevegal. Volvió a disparar pulverizando la marca de Vincenzo Nibali y recordando a Xavi Tondo en el podio. El Tiburón lo dijo claro: "Es un marciano". Pero esa superioridad se siguió viendo hasta el final. No había tiempo para relajarse, pese a alejar su mente un par de días de la carrera cuestionando si iba a participar o no el próximo Tour y con su vista en el TAS aplazada.

En Macugnaga apagó su sed de caníbal para dejar ganar a un amigo, pero demostró que los hilos de este Giro los ha movido a su antojo Contador. Todo estaba hecho, pese a la traca final en Sestrière. Con Scarponi y Nibali a casi seis minutos en la general, mucho más que un mundo de diferencia en el ciclismo actual, el virtual campeón podría haber ido de paseo.

Ha parecido todo muy fácil. Pero es lo que hay. El mejor Alberto Contador, pese al caso y la polémica que aún le persigue, ha arrasado en el Giro y ha acabado de entrar en la leyenda. De momento, es invencible.