Arnaud Démare y ese pequeño grupo de velocistas ‘más que un club’

Ni es el más rápido en un esprint ni de momento es un clasicómano puro. Arnaud Démare colecciona poco a poco victorias de todos los colores mientras va creciendo en todos los escenarios donde corre. Su victoria en el accidentado esprint de Módena –con Ackermann fuera de juego y con un Viviani lejos de su mejor versión- bien certifica su participación en este Giro de Italia 2019.

La expulsión de Peter Sagan en Vittel empañó la victoria más importante de su carrera, es decir, su primer triunfo en un esprint del Tour de Francia sin ser un velocista puro. Pero estos ciclistas ‘más que un club’, es decir, capaces de ganar un esprint ante rivales mucho más rápidos o brillar en grandes clásicas pese a no ser especialistas consumados, necesitan impulsos como este de Démare.

En primavera de 2016 se impuso en la Milán-San Remo con una remontada y esprint portentosos que alguien trató de desprestigiar cuestionando cómo fue posible recuperar posiciones en la decisiva subida final al Poggio. Casi siempre hay algo que cuestiona sus grandes días, pese a que él trabaja y sabe buscarse la vida para encontrarlos.

Démare es ‘más que un club’ no sólo por su polivalencia, sino porque como John Degenkolb, Alexander Kristoff, Edvald Boasson Hagen, lo que pretende ser Fernando Gaviria o el mismísimo Peter Sagan, sus victorias siempre dejan ese buen sabor de ver a un hombre rápido ganar a tipos que son más rápidos que él en esos metros finales y que únicamente entrenan y viven por la velocidad. Por eso ser el más veloz no lo es todo para este club de privilegiados.

En el caso del francés, además, fue campeón del mundo Sub’23 en Copenhague 2011 y desde que pasó al profesionalismo no se ha movido de casa, es decir, de la estructura del Groupama-FDJ. A sus 28 años (serán 29 en agosto tras el Tour de Francia) se puede afirmar sin tapujos que la madurez le va a sentar estupendamente.