Nibali cumple 33 años: El atacante imprescindible, aunque pierda

Adrián G. Roca

Publicado 13/11/2017 a las 18:35 GMT

Vincenzo Nibali cumple 33 años este 14 de noviembre. Una edad que marca la madurez plena de un ciclista. Él es un corredor que desde que llegó en 2006 a este deporte, no para de cosechar éxitos y de haberse convertido en uno de los mejores vueltómanos del ciclismo contemporáneo y, también hay que decirlo, de los más grandes de todos los tiempos.

Giro di Lombardia 2017, Vincenzo Nibali (Getty Images)

Fuente de la imagen: Getty Images

Vincenzo Nibali llegó al ciclismo profesional en 2006, siendo un joven imberbe en el equipo italiano Fassa Bortolo y llegando casi de la mano con Fabian Cancellara. Desde el primer momento tuvo las cosas claras, ya que avisó de sus intenciones ganadoras a los pesos pesados del equipo -lo que también se conoce como echar la puerta abajo- y así fue, desde el primer momento comenzó a ganar.
Un ciclista que ha ganado un Tour de Francia, dos Giro de Italia y una Vuelta a España a sus 33 años, vio cómo su primera gran victoria no fue ni una gran etapa de montaña ni la general de una vuelta de una semana. Ganó una clásica, el Gran Premio de Plouay, un terreno que aparentemente no era el suyo pero que le sirvió como perfecto bautismo de versatilidad.
En el equipo Liquigas fue creciendo hasta ser tercer en el Giro de 2010, que podría haber ganado si no hubiera sido gregario de un Ivan Basso que arrebató el rosa y la gloria al talaverano David Arroo. Meses después ganó La Vuelta a Ezequiel Mosquera y también a Joaquim Rodríguez y un caído Igor Antón. Su primera grande y su puesta en el mapa definitiva.
Desde esa victoria en Madrid, Nibali nunca dejó de atacar ni de intentarlo. Aunque Alberto Contador en el Giro 2011 o la maquinaria del Sky de Wiggins en el Tour de 2012 pasaran literalmente por encima de él. Fue tercero (segundo luego tras la descalificación de Contador) y también subió a esa misma posición del podio en París.
Lo que pudo haber sido como una suerte de estancamiento se tradujo en gloria futura en el Giro de 2013, siendo demasiado superior a todos sus rivales y casi firmando un doblete en La Vuelta de ese mismo año, aunque un veterano Chris Horner y, conviene recordarlo, una picadura de avispa en el ojo, le impidieron disputar de tú a tú aquel triunfo al sorprendente estadounidense.
Lo mejor de su carrera llegaría en el Tour de Francia de 2014. Sí, aquel Tour en el que Froome y Contador se fueron al suelo a las primeras de cambio y dejaron un camino muy despejado al italiano. ¿Qué hubiera pasado si los dos grandes favoritos no se hubieran ido al suelo? La única respuesta posible es que ganó Nibali, y que antes de esas malditas caídas les aventajaba en más de dos minutos y ya les había ganado una etapa, dándoles también una lección de clase y saber estar en la etapa de pavé.
Vincenzo Nibali vainqueur du Tour de France 2014
Si 2015 no fue su mejor año por ‘sólo’ poder ser cuarto en el Tour de Francia y su expulsión en La Vuelta por su muy descarado trascoche, su exhibición en solitario en el Giro de Lombardía, ganando el Monumento que cada italiano ansía ganar y encima vestido con el maillot de campeón nacional, fue un broche nada desdeñable. Un año después fue al Giro de Italia y volvió a ganarlo con cierta solvencia para dejarse ir en el Tour de Francia y preparar la cita olímpica de Río.
Una medalla de oro o de plata llevaba su nombre, pero una caída en el descenso final pese a ser el mejor bajador del mundo hizo añicos ese sueño olímpico que hubiera hecho aún más grande su carrera.
En 2017 abandonó Astana para liderar otro proyecto, Bahrein-Merida. Sin tener el mejor equipo a su lado y bastante menos potencial que con la formación kazaja, pudo ser tercero en el Giro y segundo en La Vuelta, ganando además una etapa.
Casi despidiendo los 32 años volvió a ganar el Giro de Lombardía, avisando a sus rivales de cómo iba a ganarlo. Pese a estar advertidos, nadie pudo seguirle para ganar su segundo Monumento. Podría haber perdido, pero si algo no pierde este ciclista pese a ser cada vez más viejo y maduro es no dejar de atacar ni de intentarlo nunca. Aunque a veces parezca que se inmola o que no va a ningún sitio. Falso. Todo tiene sentido en él, aunque pierda.
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