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París-Niza: La carrera donde Contador se llevó su derrota más valiosa y una bronca de Armstrong

Adrián G. Roca

Actualizado 05/03/2017 a las 13:15 GMT

Este domingo 5 de marzo arranca la París-Niza 2017, la tercera carrera donde Alberto Contador compite esta temporada y una prueba que es verdaderamente especial y esencial para el ciclista madrileño, ya que aquí cosechó su primer gran triunfo profesional en 2007 y también aprendió una valiosa lección para el resto de su carrera.

Alberto Contador, en la París Niza-2009

Fuente de la imagen: AFP

“La París-Niza es una carrera muy especial para mí”, da igual cuando Alberto Contador diga esta frase, ya que la suele repetir todos los años desde 2007, fecha en la que acabó de instalarse en la elite del ciclismo mundial. La ‘carrera del Sol’ también llevó su nombre en 2010 y casi en 2016, ya que fue segundo en la general sólo superado por el galés del Sky, Geraint Thomas.
Pero si hay una París-Niza que no deja de ser especial para Alberto es la del año 2009, pero el recuerdo no llega por una de sus grandes victorias, sino por una de sus derrotas más crueles y de la que, dijo posteriormente, aprendió una lección que no sólo le sirvió para esa temporada (donde acabó ganando el Tour de Francia) sino “para el resto de mi carrera”. Y aunque este es otro recuerdo que él preferirá borrar de su mente, aquella edición de la prestigiosa carrera francesa también sirvió para que empezara a saltar por los aires su tensa y complicada relación en el equipo Astana y su coexistencia con Lance Armstrong.

¿Cómo fue y por qué llegó esta derrota tan dura?

Contador comenzó dominando con mano de hierro aquella edición, ya que se impuso en la contrarreloj inicial de Amilly, aventajando en varios segundos a grandes especialistas como Bradley Wiggins, Tony Martin o una de las figuras más relevantes contra el crono de la época, David Millar.
La carrera siguió y el pinteño dio una tremenda exhibición en la primera llegada en alto, la quinta etapa con final en La Montagne de Lure. Ganó y metió más de un minuto a su rival -y también amigo- Luis León Sánchez y también una buena renta sobre Frank Schleck. La general parecía más que sentenciada y tan sólo restaban otra etapa de montaña y la tradicional jornada final en Niza.
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Contador y Luis León en la París-Niza 2009

Fuente de la imagen: EFE

A cuatro kilómetros del final de la sexta etapa y su exigente final en Fallence, Alberto Contador se quedó clavado, sin equipo y sin liderato: “Se me vació el cuerpo completamente”, dijo hundido en la meta. Para tratar de justificar esa pájara, añadió: “Cuando atacó Luisle, me dejaron a mí la papeleta. La pena es que no tuviera ningún compañero en el final porque les eché en falta”. El dardo al equipo Astana ya estaba tirado a tres meses del Tour de Francia, pero esas palabras tuvieron eco en uno de sus directores, Alain Gallopin, quien achacó esta derrota a “errores de juventud” (Contador tenía 26 en aquella edición), subrayando también que en el Tour de Francia estaría bien rodeado por veteranos como Lance Armstrong, aunque el final de esa ronda gala y esa relación entre ambos ya es de sobra conocida.
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Contador: París-Niza 2009

Fuente de la imagen: AFP

Un día de furia… sin victoria

Contador, quien precisamente hace unos días defendía la importancia de ganar con estilo y refiriéndose precisamente al suyo, el de atacar y sorprender, sacó toda su rabia y esa fuerza de juventud para intentar reventar la carrera en la última etapa y recuperar ese amarillo para ser campeón de aquella París-Niza. De hecho, atacó desde el inicio de la etapa aprovechando el primer puerto de la jornada, logrando escaparse y poner nervioso a Luis León Sánchez, nuevo líder y campeón final en Niza. El madrileño llegó a ser líder provisional, pero a sus nuevos intentos en el Col d’Éze respondió el equipo Caisse d’Épargne (actual Movistar) para proteger el amarillo del murciano.
Alberto estuvo cerca de ganar aquella etapa final, que fue para el mallorquín Toni Colom e incluso de al menos tener una foto en el podio final, pero se quedó a pocos segundos del galo Sylvain Chavanel.
Aquella forma de perder la París-Niza se convirtió en una lección con sabor a victoria, pero también en otra frase de Lance Armstrong que marcaría a fuego lo que después vendría en el Tour de Francia de aquel año: “Tiene un talento extraordinario, pero aún tiene muchas cosas que aprender”.
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