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🖊 OPINIÓN: Vergüenza en el Alpe d'Huez; Nibali a casa por aficionados que sobran

Adrián G. Roca

Publicado 20/07/2018 a las 10:15 GMT

La montaña más mítica y famosa que existe en el ciclismo universal se cobró la baja de Vincenzo Nibali por una caída a causa de un objeto de un espectador y otras dos acciones que dejaron muy claro que ciertos personajes sobran en la afición al ciclismo. Un intento de agresión a Chris Froome, abucheos al Team Sky en toda la ascensión y más de un indeseable poniendo en riesgo a otros corredores.

Vincenzo Nibali

Fuente de la imagen: Eurosport

La organización del Tour de Francia, la Unión Ciclista Internacional, las autoridades encargadas de velar por la seguridad de la carrera y la propia afición al ciclismo tienen mucho que reflexionar tras lo sucedido en la 12ª etapa del Tour de Francia 2018 con final en su escenario más emblemático. Vincenzo Nibali se fue a casa con una vértebra rota, arruinando así sus opciones de podio e incluso victoria en la carrera y comprometiendo seriamente su preparación para el próximo Mundial.
Vista su caída en directo, aunque en ningún momento se apreció claramente cómo se fue al suelo en las imágenes de la producción televisiva, se tienden a emitir opiniones y juicios en caliente. Se carga contra esos energúmenos que pensándolo en frío también sobran en este deporte y al mismo tiempo se cuestiona prácticamente todo el sistema. Horas después se confirmó que el italiano, que volvió a subirse a la bici sin saber qué había pasado e incluso acabó la etapa minimizando la pérdida de tiempo respecto al resto de favoritos. Una lección de pundonor y que insta a comparar el ciclismo con otros deportes en los que si a un espectador se le ocurre agredir o alterar el juego de forma brusca, se suspende el partido y listo.
Aquí se tira para adelante y se sigue sin mirar atrás. Y no, no vamos a caer en la comparación fácil entre cómo simula agresiones y se queja Neymar con la ‘otra pasta’ de la que están hechos los ciclistas.
Los vídeos grabados por los aficionados presentes en la cuneta del Alpe d’Huez, justo al lado del incidente con Nibali, desvelan (no claramente) cómo el italiano se engancha con algún objeto, presumiblemente la correa de una cámara o un disfraz, y se va al suelo. No le tiró una moto de un gendarme o de la organización como se dijo –dijimos también aquí- ni se chocó contra algo o alguien por culpa del humo de las bengalas.
Que esas bengalas o botes de humo sobran es más que evidente. Igual que debe serlo que la persona que tiró a Vincenzo Nibali lo hizo de forma accidental y, queremos pensar, que estará muy arrepentida y la próxima vez que vaya a ver ciclismo en vivo no pondrá en riesgo su integridad ni la de los ciclistas.
En ciclismo no se pueden poner puertas al campo, es decir, no se debe cobrar entrada por ver este espectáculo cercano. Aunque ya se hace en carreras tan importantes como el Tour de Flandes y desde hace décadas en los circuitos belgas de ciclocross que cada fin de semana en invierno congregan una media de 40.000 espectadores. Donde por cierto se sirve alcohol en abundancia y jamás se ha registrado ningún incidente de este tipo.
La organización del Tour de Francia trató de extremar las precauciones, precisamente impidiendo la venta de alcohol a esos miles de fans que peregrinan en la víspera y acampan en el Alpe d’Huez. En la llamada ‘curva de los holandeses’ donde supuestamente el nivel etílico es mayor, no se registraron incidentes y la gendarmería francesa multiplicó sus hombres, como vemos en La Vuelta con la Guardia Civil, para evitar ese contacto espectador-ciclista. Pero esta medida tampoco parece ser suficiente y tampoco sería aconsejable acordonar de policías o vallas ya no 14 kilómetros de puerto por las dos cunetas, sino incluso los 3.200 kilómetros totales que mide esta gran vuelta.
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Los ciclistas y el ciclismo como casi siempre, callan. En este Tour de Francia 2018 ya se alteraron los ánimos por el perdón a Chris Froome por su positivo en la pasada Vuelta e incluso el equipo Sky ya ha vivido situaciones desagradables éste y en años precedentes. En la etapa del Mont Ventoux 2016, esa que Froome salió corriendo porque Richie Porte chocó con una moto que no tenía espacio para pasar, no acabó pasando prácticamente nada. Todas las partes aceptaron lo sucedido y decidieron mirar para otro lado. Y tal vez éste sea el problema de fondo.
Los mensajes de apoyo a Nibali, las reacciones en caliente y en frío en Twitter están muy bien. Pero no son suficientes, ya que se echan en falta tweets, comunicados oficiales, vídeos de los ciclistas más importantes unidos pidiendo respeto y educación a los aficionados. Y a los propios aficionados expulsando o al menos amonestando a esos que molestan o ponen en riesgo al ciclismo.
Demasiadas pocas cosas pasan en un deporte donde la cercanía entre espectador y ciclista es tan estrecha desde antes de la salida hasta después de la meta. Y esta reflexión final no es ningún tópico, ni mucho menos una pataleta de amante del ciclismo indignado. Es la triste realidad. En manos de los principales actores del ciclismo está la solución, o al menos evitar más vergüenzas como la vivida en el Alpe d’ Huez.
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