Blog Sports&Music: James Toseland, el Pianista que amaba a las motocicletas

James Toseland nació hace 40 años en Doncaster, a unos 30 kilómetros de Sheffield. Nada presagiaba que un niño normal, de padres separados, clase media-baja inglesa se iba a convertir en todo un personaje. La nueva pareja de su madre, Ken Wright, tuvo mucho que ver en ello. Su Yamaha YZ F1000 aparcada frente a su casa le enamoró. Su gusto por la música pop, también, aunque aquí el abuelo Alec tuvo más culpa, ya que fue en su piano donde el pequeño James comenzó a aporrear las teclas, mientras que su primer profesor, Pat Goude, se encargaba de pulir el estilo con sus lecciones particulares.

En la adolescencia de Toseland, las motos se impusieron al teclado. Con su pequeña moto de cross comenzó a practicar en las escombreras de carbón de las minas del pueblo. Se le daba bien. Cambió las trochas por los circuitos. El chico valía y ganó con 15 años el Británico Junior de 125 CC. Honda se fijó en él y puso a disposición de su talento un bicho de 600 CC. Tuvieron que cambiar las reglas, porque la edad mínima para subirse a esa máquina era de 18 años. No fue un problema.

A partir de ese momento, James Toseland comenzó a convivir con el éxito deportivo y los efectos secundarios del deporte de élite: las caídas y las lesiones. “La gente que no practica deportes peligrosos como los saltos de esquí, la Fórmula Uno o las carreras de motos no entiende que desees volver a pesar del daño que tienes en el cuerpo. Volver tras soldar los huesos rotos en el hospital te hace más fuerte”. Y regresó muchas veces, hasta ganar dos títulos del mundo de Superbikes, 2004 con Ducati y 2007 con Honda (solo Troy Corser y James Toseland han logrado dos mundiales con fabricantes diferentes); lograr 16 grandes premios, y lucir el “52” también en Moto GP, aunque con menor fortuna. Hasta que el cuerpo dijo ¡Basta!

En 2011, James Toseland corría para BMW. Tenía 31 años. Una mala caída en Motorland de Aragón y otra en Nurburgring, Alemania, destrozaron su muñeca. Los médicos desaconsejaban que continuase. El sentido común, también, así que James Toseland decidió poner el punto y final a su carrera deportiva en una emotiva carta por su propia seguridad y también por la de sus rivales. Terminaba el olor a gasolina de los circuitos y volvía el aroma de los locales de ensayo, los estudios de grabación y los escenarios.

Los inicios de El Pianista fueron en compañía del cantante de Little Angels, Toby Jepson. Una banda, Crash, para divertirse; un proyecto de banda serio para consolidarse, Toseland, y una boda con la solista folk de origen georgiano, Katie Melua, forjaron la carrera musical del ex-piloto, el chico de Sheffield que “tocaba el piano, pero no era Chopin”. El primer single, Life is Beautiful, fue publicado en abril de 2013. Recibió buenas críticas, así que abrió el camino para el lanzamiento, un año después, del primer álbum del grupo, Renegade. La banda comenzó a girar por Gran Bretaña y Europa, con conciertos en Grandes Premios, como el de Jerez, donde actuaron como teloneros de la cantante de voz aguardentosa, Bonnie Tyler; y festivales musicales como el Download, compartiendo cartel con Status Quo o Aerosmith. La nueva creación del grupo se tituló Cradle the Rage y salió en 2016. Un año más tarde, el grupo de El Pianista firmó con el sello napolitano, Frontiers Records para futuros lanzamientos. Toseland fue el grupo elegido para el himno de los Special Olimpics británicos de 2017 con la adaptación de la canción, We’ll stop Nothing.

A pesar de tener ya una carrera musical consolidada, El Pianista ha decidido regresar al circo de las dos ruedas, no como piloto, sino como manager del equipo de Supersport, WRP Yamaha (con Danny Webb como piloto principal), y recuperar el viejo olor a gasolina y a neumático quemado del que se alejó 9 años atrás. Será este año 2020, cuando el COVID 19 lo permita.