Las baterías de la Fórmula E: dispositivos de carrera y un desafío para la industria

La Fórmula E se distingue de los demás deportes de motor por su acelerada evolución. Los progresos en el área de las baterías, el corazón de los monoplazas eléctricos, son prueba fehaciente. Su desarrollo supone un desafío doble. Mejorar su rendimiento, es decir, mantener y ampliar la popularidad del Campeonato. Pero también y sobre todo permitir a la industria del automóvil que descubra la manera de mejorar el coche de ruta eléctrico. Que será el que usted mismo terminará por conducir ya que, según ciertas estimaciones, se venderán más de 40 millones de unidades anuales, de aquí al 2040.

En los inicios de la Fórmula E, en 2014, la principal crítica se dirigía precisamente a las baterías. Su capacidad, equivalente a 28 kWh, permitía a los pilotos dar tan solo de 12 a 17 vueltas, es decir, la mitad de una carrera. Por lo tanto, se veían obligados a hacer una escala en los pits para realizar la segunda parte de la prueba al volante de un segundo monoplaza. Tal es el caso de esta temporada, la tercera de la historia. Sin embargo, los progresos son considerables. Dentro de 2 años, la capacidad de las baterías casi se duplicará, llegando así a 54 kWh. Mejor aún, la potencia máxima del motor, actualmente limitada a 200 kW en condiciones de prueba, que equivale a 270 caballos, se elevará a 250 kW, es decir, 335 caballos. En apenas cinco años, gracias al desarrollo del dispositivo de almacenamiento, los bólidos eléctricos se volverán más rápidos. Y mucho más autónomos.

Estos avances se realizarán limitando el volumen y el peso del núcleo eléctrico. Se trata de una proeza. Baste recordarle las dimensiones de las baterías de los teléfonos de principios de siglo para comprender la complejidad de la tarea. La capacidad del dispositivo de los monoplazas de la Fórmula equivale a la de ¡4000 "smartphones"! Esta se duplicará para el 2019, pero la masa pasará de 200 a tan solo 250 kg. Una nueva arquitectura, más favorable para el enfriamiento, y una concepción revisada de las células harán posible esta proeza. Tal como el tamaño de las baterías, el peso supone hoy el principal obstáculo para un mayor desarrollo. Tanto para los monoplazas de la Fórmula E, que no deben exceder los 900 kg, como para los vehículos comerciales.

Todas esas mejoras atraen la mirada de los principales fabricantes del mundo. Audi, Citroën y Jaguar se han unido a Renault. BMW y Mercedes también se acercan. Todos han revisado sus estrategias recientemente para hacerse del mejor lugar en el mercado de los automóviles eléctricos, en plena expansión. Durante la quinta temporada, las baterías, que actualmente produce Williams Advanced Engineering, tendrán la insignia de McLaren Applied Technologies pero las desarrollará Lucid Motors, una sociedad estadounidense de antiguos ingenieros de Tesla, una referencia absoluta de los fabricantes de coches eléctricos, que hasta la fecha no tiene una competencia real. Imagine pues que todas esas grandes marcas podrán beneficiarse, observar y capitalizar libremente la experiencia de los exmiembros de la firma Elon Musk para alimentar sus bólidos de carrera. Ello, antes de transferir sus conocimientos al corazón de los coches de la gente normal.

La Fórmula E es pues un laboratorio único en su género. Julius Bar también le ha dedicado al tema una serie de seis reportajes, bautizada Electrified Visions. Este es el primero.