Aitana, un Balón de Oro fabricado en La Masía

Hace unos años tuve la oportunidad de charlar con José Luis Sánchez Vera, uno de los pocos entrenadores que han conseguido arrebatarle puntos e incluso títulos a un FC Barcelona invencible. Por entonces las azulgranas ya dominaban con mano de hierro en España y hasta en Europa, con la ansiada Champions conquistada tras un 4-0 inapelable al Chelsea. Le pregunté cómo el resto de equipos (la mayoría goleados en cada partido que enfrentaban a las culés) podían paliar de alguna forma la tremenda diferencia existente, empezando por el Atlético o el Real Madrid. Su respuesta fue reflexiva, pero igualmente contundente: a corto plazo, muy difícil. Por no decir imposible.

"Lo he dicho muchas veces: lo importante es el proceso. Y el proceso no se compra con dinero", me contestó. Tenía toda la razón. El Barça estuvo años y años dando tumbos, con un proyecto basado en fichajes foráneos para tratar de competir en Europa y recuperar el trono en el campeonato doméstico. Llegaron Lieke Martens, Fabiana, Bussaglia, Andonova y Toni Duggan, entre otras. Llegaron salidas inexplicables como la de Jenni Hermoso (rumbo al PSG y después al mismísimo Atlético) y grandes promesas de la cantera azulgrana, como Laia Aleixandri y Ona Batlle.

Hasta que el club no entendió que el mayor tesoro lo tenía en casa no le dio la vuelta a la tortilla. El Barça acabó la 18-19 sin títulos y con la final de Champions ante el Lyon perdida por 4-1. El cambio de estrategia, liderado por Lluis Cortés, dio su fruto un año después con la conquista de la Liga y en 2021 con el cetro continental. El mayor ejemplo de esa exitosa transformación se llama Aitana y se apellida Bonmatí.

La joven centrocampista de Sant Pere de Ribes debutó con el primer equipo en 2016, pero no se asentó hasta dos temporadas después. En 2019 le tocó jugar la primera final de Champions de la historia del club sustituyendo a una Kheira Hamraoui ausente por sanción, ocupando la zona interior y dejando el pivote para la ya experimentada Vicky Losada. Sufrió de lo lindo, como el resto de sus compañeras. Pero ninguna mejor que ella para reflejar el giro de timón. En apenas dos años volvía a una final continental, ya como titular indiscutible en el centro del campo azulgrana... y fue nombrada MVP del encuentro tras una actuación categórica con gol incluido.

Desde entonces, Bonmatí no ha parado de acaparar focos. La grave lesión de Alexia Putellas le dio un protagonismo absoluto, pues lejos de amilanarse se echó el equipo a la espalda. En una temporada que se presuponía complicada, por la salida de pesos pesados y la ausencia de su gran estrella, la menuda futbolista catalana destrozó cualquier tipo de expectativa para sentarse en la mesa de las grandes cracks mundiales. Ganó la Champions siendo la MVP del torneo (cinco goles y nueve asistencias) y ganó el Mundial con España siendo también la mejor del torneo, un doblete de trofeos individuales irrepetible en el fútbol femenino mundial. No son las estadísticas las que hacen de Aitana la mejor jugadora del planeta tierra, sino la plasticidad con la que ejecuta cada acción sobre el campo. "Estoy enamorado de su forma de jugar", dijo recientemente Guardiola. Inteligencia, clarividencia y calidad se aunan en una centrocampista total que no rehúye el sacrificio defensivo por el bien del colectivo. Es la amiga de todas sobre el campo, una futbolista incansable con un carácter que le ha llevado a no querer perder ni a las canicas, a una ambición fuera de todo límite.

Las capacidades son de Aitana. También su trabajo, el Balón de Oro lleva impresa cada gota de sudor de su frente. Pero sin ese costoso proceso que llevó a cabo el Barcelona, en el que club y jugadora maduraron prácticamente a la vez, habría sido imposible. Nada es igual para el Barça, que ve fluir diamantes por doquier de su mina: Claudia Pina, Jana Fernández, Bruna Vilamala, María Pérez, Laia Codina, Emma Ramírez, Júlia Bartel, Judit Pujols... Ona Batlle se convirtió en una de las mejores laterales de Europa y ha vuelto este mismo año. Si a eso le añadimos la anticipación en el mercado para atraer jóvenes talentos (Salma Paralluelo, Giulia Dragoni o Vicky López, pero antes la propia Alexia, Mariona, Patri Guijarro o Cata Coll) el resultado solo puede conducir al éxito.

Los trofeos de Aitana son una consecuencia de ello. También los dos Balones de Oro previos de Alexia, pero en La Masía sienten como propio cada triunfo de aquella niña que llegó con 13 años de la mano de unos ojeadores (un brindis por ellos) que la vieron jugar en el Cubelles de la Regional catalana, donde solo competía con chicos. Para ver qué tal, le hicieron una prueba en un torneo infantil en Tàrrega (Lleida). Era la primera vez que jugaba en un equipo formado únicamente por chicas. Fue nombrada MVP del torneo y ya nunca se quitó la camiseta azulgrana. Como para quitársela.