Deportes populares
Todos los deportes
Mostrar todo
Opinion
Fútbol

Blog De la Calle: La peor liga del siglo XXI

Fermín de la Calle

Publicado 21/05/2019 a las 15:51 GMT

Un equipo sin identidad es un equipo sin alma. Y acaba una temporada con una involución futbolística notable, como muestra este análisis. Ganar no es excusa...

Real Madrid im Umbruch

Fuente de la imagen: Getty Images

La identidad futbolística de un equipo debería ser mucho más que una mera propuesta táctica. Debería retratar la forma de afrontar la vida de una comunidad, el legado histórico de un club o el carácter indómito de un barrio. Sentido de pertenencia. Sin embargo, desde el desmoronamiento de la selección española y su propuesta futbolística parece que la apuesta por el estilo ha claudicado ante el pragmatismo de un fútbol que monetiza cada punto que suma. Quizás eso explique la pérdida de identidad futbolística de equipos con una impronta muy acusada hasta no hace tanto.
Lograr que un equipo sea reconocible futbolísticamente, más allá de sus jugadores e incluso de entrenadores, suele ser garantía de éxito. Un equipo que sabe a qué juega desarrolla una serie de automatismos que disparan la eficiencia de su fútbol. Y reunir a jugadores con unas características acordes a esos patrones facilita además la optimización del trabajo del grupo. Independientemente de si se apuesta por un sistema ofensivo o por un estilo defensivo, porque ni lo primero asegura el éxito ni lo segundo condena a la agonía eterna.
Guardiola ha dominado Inglaterra (conquistó todos los títulos de las islas) imponiendo un fútbol perfectamente reconocible en todos los equipos que ha entrenado. Y Klopp ha llevado a la final de la Champions al Liverpool desplegando el mismo vértigo exuberante con el que enamoró a Europa con su Borussia Dortmund. En España, sin embargo, no ha sido un buen año en este aspecto. El Barcelona ha abandonado el monopolio de la posesión y se ha abandonado a la inspiración de Messi en los momentos peliagudos. Lo advertía Xavi, icono de la escuela triunfante en el Camp Nou: "La sensación es que creo que el Barça tiene que volver a dominar los partidos. Si no, es imposible ganar la Champions. Nos los dice la historia, el Barça ha ganado la Champions, primero cuando ha ganado La Liga, y ha sido muy dominador del juego. En estos momentos, creo que ya no lo somos tanto”. Palabra del profeta de La Masia.
El Atlético ha mantenido su sello defensivo (el menos goleado con 29 goles) y ha diversificado sus recursos ofensivos para reunir probablemente la plantilla más versátil de su historia. Pero eso no se ha traducido en más competitividad. Jugadores como Lemar, Morata, Gelson, Rodri o Kalinic no han asimilado el fútbol de pierna dura que Simeone abandera. El problema es que este verano se van jugadores referenciales en la pizarra del Cholo como Godín, Juanfran, Filipe Luis o Lucas Hernández, que, sumados a la salida de un tótem como Gabi, inciden en la descapitalización del gen cholista en la plantilla. Hay curiosidad por ver los mimbres que elige Simeone para armar otro cesto. El Real Madrid, por su parte, quedó en shock con la espantada de Zidane. Aunque lo que en realidad le ha lastrado fue la marcha de Cristiano. Las apuestas por Lopetegui y Solari no arraigaron ni en el vestuario, ni sobre el césped ni en el marcador o en la grada. El primero quiso empatizar con los pesos pesados, el segundo murió de pie tomando decisiones de autor en la pizarra como las suplencias de Isco, Marcelo o Asensio. Hacía años que al Real Madrid lo definía la voracidad de Cristiano y el savoir faire de Zidane. Perdidos ambos el castillo de naipes se vino abajo evidenciando además el aburguesamiento de un equipo sin alma.
El Valencia ha vivido una temporada turbulenta de idas y venidas tácticas de un Marcelino que dejará el equipo tras la final de Copa. Equipo a ratos vertical y otras horizontal que aspiraba a la transversalidad, ha vivido de los buenos momentos de sus futbolistas más que de la claridad de su pizarra. Mientras que el Getafe es, sin duda, la aparición más noticiosa por la eficaz propuesta de Bordalás, proletario de los banquillos que ha soportado estoicamente malas miradas y palabras rencorosas de sus colegas mientras su fútbol áspero se ganaba el respeto y un billete para la Europa League. En Sevilla desde que se fue Monchi la esquizofrenia se había instalado en Nervión, con un fútbol a ratos épico y por momentos indolente. Con fichajes imposibles de justificar futbolísticamente y un entrenador, Machín, empeñado en implantar su defensa de tres centrales hasta que fue despedido. Le sucedió su jefe, Joaquín Caparrós, que lo primero que hizo fue desautorizar la propuesta del entrenador que él eligió para el banquillo recuperando el 4-4-2. Un despropósito.
El Espanyol es uno de esos equipos que siempre dignifica el fútbol. Fichan jugadores aseados y los mezclan con esforzados canteranos. Pero siendo loable la propuesta de Rubi, el éxito reside en haber acertado con su delantero. Los goles de Borja Iglesias pasearán por Europa a los pericos, equipo intermitente y de buen pie. Athletic y Real Sociedad han vivido camino parecidos. Berrizzo y Asier Garitano no daban con la tecla y sus directivas apostaron por volver a las esencias con hombres de la casa. Gaizka Garitano e Imanol Alguacil reconciliaron a los equipos con la grada y recobraron su identidad futbolística llevándoles a las puertas de Europa. Los leones notaron mucho la ausencia goleadora de Aduriz, asunto que deben resolver urgentemente.
El Betis de Setién ha sido el paradigma de la identidad futbolística. Un equipo que enarbola el desafecto resultadista con su histórico 'Viva er Betis manque pierda' se ponía en manos de un amante del fútbol de salón llevado al extremo. Curroromerismo al cuadrado. Pero a Setién le cogieron la matrícula los rivales y se le hicieron cuesta arriba los partidos de pierna dura. Poco ayudó la directiva, que le entregó cuatro delanteros que no sumaron entre todos 20 goles. Pero fue la suficiencia de Setién, inflexible a la hora de matizar una propuesta que hacía aguas (6 triunfos en 25 partidos), y sus salidas de tono en la sala de prensa las que agotaron la paciencia de una afición particular. La mejor plantilla de la historia del Betis asaltó grandes templos, pero naufragó en los campos de su liga. El Alavés de Abelardo se mostró especialmente eficiente, ya que sumó 39 goles en 38 partidos que le sirvieron para sumar 50 puntos. Fiable en casa (29 puntos) y peligroso fuera (21), su orden en el juego y la buena cabeza de su técnico, que no seguirá, le permitieron salvarse sin sufrir.
El Éibar hace mucho que rompió el tópico de equipo de patadón. Mendilibar se sobrepuso a la marcha de jugadores como Dani García o Capa y convirtió Ipurúa en un fortín. Sumó más puntos en su casa (33) que el Valencia y casi los mismos que el Getafe. Y volvió a demostrar que se maneja a la perfección reciclando futbolistas a los que aún saca partido como Orellana o Charles. El Leganés ejemplifica el triunfo de la paciencia y la prudencia. La paciencia que tuvo la directiva manteniendo a Pellegrino y la prudencia del técnico que manejó con sabiduría una plantilla corta a la que dotó del habitual orden defensivo de sus equipos. Con menos de un gol por partido le dio para salvarse con tranquilidad. Resolvió bien el dilema de Tim tapándose los pies con la manta. ¿O era la cabeza?
Al Villarreal le salvó la rectificación de sus dirigentes. Después de despedir a Calleja y apostar por Luis García terminaron recuperando al primero para enderezar el rumbo. El equipo castellonense está configurado para jugar bien al fútbol, para tener la pelota los pies y proponer cosas. Cazorla, Trigueros, Moreno, Bacca, Samuel Chukwueze, Layún, Iborra... No podía ser de otra forma. Y así se sacudió los fantasmas el Submarino, acariciando el balón y sacando ese fútbol de potrero que dicen los argentinos. Hace años que no se ve un patadón en El Madrigal y no iba a ser este el año. La agonía del Levante la explican los 66 goles encajados. Demasiados. Penalizado por su fragilidad defensiva, su despliegue a la contra con Morales y Roger ha sido uno de los más letales de Primera. Y a ese estilo se aferró Paco López desde el principio. Pero le costó cerrar la vía de agua en su área.
En Valladolid mandaron a Sergio a la guerra con tirachinas. La plantilla más barata de Primera y un equipo sin gol. Algo que, sin embargo, no amilanó al técnico, que logró implantar un fútbol ordenado que entronca bien con el perfil del Sergio futbolista. Pero las malas pasadas del VAR, algunas decisiones controvertidas y, sobre todo, su acuciante falta de gol les complicaron la vida. El que se aferró al milagro cotidiano como táctica, llegando a interiorizarlo hasta conseguirlo. El Celta es un caso inaudito. Su salvación no se esconde en la pizarra ni en la cabeza de ningún entrenador. Descansa en las botas de Iago Aspas, jugador, bandera y héroe en Vigo que se echó al club a la espalda para evitar el descenso. Un equipo con más jugadores que fútbol que no supieron sintonizar ni el turco Mohamed, que duró 12 jornadas y acabó abusando de los patadones a Maxi, ni el portugués Miguel Cardoso. Escribá puso las fichas en su sitio y se encomendó a Aspas, que está por encima de cualquier táctica o pizarra.
Bajaron el Rayo, reflejo de la caótica gestión del presidente Martín Presas, que destituyó a Michel y apostó por Paco Jémez. Dos leyendas en el barrio a los que la afición disculpa del fiasco. El Huesca se va con la misma modestia con la que llegó. Tuvo mala suerte y pecó de inexperiencia siendo el equipo que menos partidos ganó esta temporada con siete triunfos. El que sorprendió, para mal, fue el Girona. Un equipo de media tabla, con buen fondo de banquillo, profundo en ataque y feroz en defensa. Además se hace extraño ver descender a un equipo con un delantero como Stuani, 19 goles, pero se desfondó cosechando nueve derrotas en las diez últimas jornadas que le condenaron.
Un mal año de fútbol en la liga con honrosas excepciones en el que sigue la deriva hacia un fútbol despersonalizado en el que los estilos se utilizan como pretexto para un fin llamado resultado. Pocos entienden el resultado como una consecuencia del juego que despliega el equipo. Sin embargo, Europa está llena de valiosos ejemplos que explican éxitos como el del Ajax, el Liverpool o el Manchester City. Equipos con que despliegan con madurez una identidad futbolística para gobernar los partidos y someter a los rivales.
Únete a Más de 3 millones de usuarios en la app
Mantente al día con las últimas noticias, resultados y deportes en directo
Descargar
Temas relacionados
Compartir este artículo
Anuncio
Anuncio