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Blog De la Calle: Rugby español, ni español ni...

Fermín de la Calle

Actualizado 25/02/2016 a las 19:04 GMT

La espantada de nacionalizados con España en partidos en Tiblisi o Bucarest retrata la dejadez de una Federación cortoplacista con miles de niños jugando.

Partido entre Portugal y España en el Campeonato de Europa de rugby (Seis Naciones B)

Fuente de la imagen: EFE

Hace años, un jugador que hoy está en Fiji con la selección de 7 me dijo: "Ahora vienen todos los 'franceses' a jugar en Madrid, pero ya verás como a Bucarest y a Tiblisi nos vamos a comer las hostias los mismos españolitos de siempre". El comentario venía a cuento por las sonadas espantadas, cuando se juega lejos de Madrid, de los jugadores nacionalizados que acuden desde hace tiempo a jugar con España. Cuando se trata de ir a sitios donde saben que España va a sufrir partidos duros, suelen desaparecer de las convocatorias con el pretexto de que sus clubes no les permiten jugar. Y entonces se completa la lista con promesas españolas sin experiencia o jugadores foráneos que llevan años ganándose el jornal en la Liga española con más pena que gloria.
En su día muchos criticamos a Regis Sonnes por hacer exactamente lo mismo, limitando la participación de los "españolitos" a partidos sentenciados de antemano en los que el desequilibrio físico les condenaba. Pero años después el asunto sigue igual. Entre la lista que se enfrentó a Rumanía (y perdió por la mínima) y la que viajará a Tiblisi hay 16 cambios. Desaparece el grueso de nacionalizados procedentes del rugby francés y se quedan Jaime Nava, Juan Anaya o David Barrera junto a un puñado de meritorios "españolitos" condenados 'al matadero'. Alguno ya ha debutado como Pablo Fontes o José Luis del Valle, pero otros se estrenan como Oier Goia, Pablo Gil, Daniel Stohr, Rafael De Santiago... Todos juntos acuden a un partido en el que lo mejor que puede pasar es que no regrese ninguno lesionado. España no tiene ninguna opción de ganar y muy pocas de competir, dada la superioridad física de la georgianos.
¿A qué obedece esto? Simple y llanamente a que la Federación Española de Rugby no se ha preocupado durante las dos últimas décadas por crear una estructura o implantar planes de desarrollo de rugby. El actual presidente, Alfonso Feijoo, como antes sus predecesores Alfonso Mandado y Javier González Cancho, lo fían todo a clasificar a la selección masculina de XV para el Mundial. Algo que no ocurre desde 1999. Lo hacen advirtiendo que entrar en el Mundial "será la mejor promoción para el rugby español", grosera falsedad porque participar en el Mundial reportaría una subvención de la World Rugby (la federación mundial), pero en ningún caso una financiación que repercuta en otras áreas más allá de la de los jugadores de élite. Lo que sí repercutiría en el presupuesto de la federación española (que no va mucho más allá de dos millones), hasta el punto de doblarlo, sería la presentación a la World Rugby de un plan de desarrollo como han hecho naciones como Rumanía, Georgia o Portugal. Países que llegaron a recibir hasta dos millones de euros para implantar ese plan estructural mientras nuestros federativos se contentaban con poco más de 100 mil euros para gastos de competición. Estamos en 2016 y todo sigue igual: España sigue sin presentar un plan de desarrollo y desde los despachos se sigue hablando de jugar un Mundial.
Y ocurre esto en el mejor momento de la historia del rugby español a nivel de cantera, tanto en cantidad como en calidad. Nunca hubo tantos niños jugando al rugby en España. Jamás empezaron a jugar a una edad tan temprana. España es campeona de Europa Sub-19, con una generación de jugadores por la que se han interesado clubes y academias del rugby del primer mundo. Y son numerosos los casos de jugadores españoles de edad cadete y juvenil que son reclutados para jugar en escuelas de clubes ingleses, franceses o irlandeses. Nunca hubo tantos partidos, jornadas o campeonatos de categorías inferiores en la historia de nuestro rugby. Hay equipos en localidades donde jamás se jugó a este deporte. Por tanto, nunca fue mejor momento para presentar en la World Rugby un proyecto para crear una estructura inexistente que hoy en día sale adelante por el empeño de la federación territorial de turno, el entusiasmo del entrenador local o el padre que echa una mano para que su hijo pueda jugar al rugby. Es un momento perfecto para desarrollar un proyecto que trabaje en la formación y la promoción en edades tempranas, que apueste por la tecnificación de entrenadores y árbitros, verdaderos educadores del rugby, un camino ejemplar elegido por la amateur Argentina.
España está ante la gran ocasión de plantear un proyecto a medio y largo plazo ahora que tiene jugadores de cantera. Aparcar ese cortoplacismo que nos ha llevado a nada y va camino de seguir llevándonos a ningún lado. A principios de los años 90 España estaba en el segundo escalafón del rugby europeo, junto a Italia. Hoy los transalpinos forman parte del primer mundo oval y luchan con Ingalterra o Francia, mientras nosotros somos parte del Tier 3 (el tercer escalón) y nos jugamos las habichuelas con Namibia o Uruguay. Nos han adelantado georgianos, rusos, portugueses y, cuando se lo tomen en serio, los alemanes. En estos últimos diez años, el único gran éxito oval en España, por más que alguno de los directivos que sigue en la Federación sostengan que el rugby femenino ni es rugby ni es femenino, ha llegado de la mano de las chicas. De ellas y de La Familia, un grupo de jugadores que llevan años sacrificando horas de trabajo, de sueño y de su vida privada para llevar a lo más alto a la selección de 7, lo que les permitió entrar en las World Series Mundiales pese a contar con la oposición de la federación presidida, entonces, por Alfonso Mandado. El actual presidente, Alfonso Feijoo, conoce mejor que nadie esto porque él fue el seleccionador español en el Mundial del 99 y porque su hijo Pablo es uno de los miembros de La Familia. Uno de esos "españolitos" que se tenía que conformar con comerse 'corbatas' salvajes en Tiblisi mientras los nacionalizados de turno desaparecían cuando llegaban los viajes jodidos.
España tendrá opciones de meterse en el Mundial de Japón tirando de esos nacionalizados que forman lo que en rugby llamamos un equipo 'Barbarian' (un combinado de jugadores de diferentes procedencia que se reúnen de vez en cuando para jugar juntos). Pero será una selección que nada tiene que ver con el nivel real de la liga española ni de nuestro rugby. Jugadores a los que, por supuesto, no hay nada que reprochar porque se dejan la vida en el campo cada vez que se ponen la camiseta del XV del León. Pero la realidad es muy diferente. La realidad es que miles de niños juegan al rugby en España sabiendo que lo más a lo que pueden aspirar es a ser uno de esos "españolitos" que viajen a Tiblisi o Bucarest condenados, antes de subirse en el avión, a recibir una paliza . Mientras esto siga como va, y parafraseando al ilustre directivo federativo, el rugby español ni será español ni será rugby....
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