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Blog Uría: Kepa Arrizabalaga y los 'nuevos' tiempos

Rubén Uría

Actualizado 15/11/2017 a las 09:45 GMT

En el escaparate, Kepa Arrizabalaga. Una pieza codiciada en el fútbol moderno. Un prometedor portero que aún no ha disputado 40 partidos en Primera.

Kepa Arrizabalaga

Fuente de la imagen: Getty Images

En los focos, Kepa Arrizabalaga. En la jungla del fútbol, conflicto enquistado en el Athletic y oportunidad de mercado para el Real Madrid. Atrapada por la urgencia e impulsado por el dinero, la industria del balón avanza, a pasos agigantados, hacia un nuevo orden. Hace días, Lorenzo Juarros “Loren”, Director Deportivo de la Real Sociedad, lanzaba al aire esta reflexión, a colación de Álvaro Odriozola y el supuesto interés del Madrid: "Antes tenías que jugar 150 partidos para salir en la portada de Marca y ahora con dos sales, eso sí, dos partidos como los que ha jugado Álvaro”. Conclusión, el pez grande se suele comer al chico y si el Madrid considera que Odriozola, proyecto de buen jugador, es interesante, la Real no podrá competir y tendrá que vender, no pudiendo retener parte de su patrimonio. Oferta y demanda. Fútbol moderno. Así será, por los siglos de los siglos, amén, hasta que los clubes medianos y modestos tengan a bien unirse, ingresar más y poder retener a sus futbolistas, carne de compra y venta cada vez que despuntan. Antes tenían que jugar 50 partidos buenos. Hoy basta con diez. Son los 'nuevos' tiempos.
Volvamos a Kepa. Flamante internacional, futuro dorado, esperanza para la hinchada del Athletic y cromo deseado por el Madrid, sigue sin renovar. Queda libre en enero. Una bicoca para clubes hábiles en el arte de hacerse con los mejores jugadores que el dinero puede comprar. Cinco partidos buenos son el perfecto 'spoiler' de un serial reconocible: primero hay “interés de”, luego el tema pasa a “oferta de” y por último, surge el famoso “fulano sólo quiere jugar en”. Así funciona el tinglado. Kepa, 23 años, internacional en categorías inferiores, tras previo paso por Basconia, Bilbao Athletic, Ponferradina y Real Valladolid, ni siquiera ha atravesado la frontera de los 38 partidos en Primera con el Athletic. Y sin embargo, lejos de esos 150 choques a los que se refería Loren, sopesa su futuro. Nada que reprocharle. Está en su derecho.
Como un contrato obliga a ambas partes, al futbolista y también al club, y como el Athletic no es propiedad de una multinacional, ni de un jeque, sino que sigue siendo propiedad de sus socios, uno se pregunta qué puede rondar por la cabeza de los aficionados del Athletic. Más allá de que la realidad del equipo no es para tirar cohetes, el caso Kepa suscita un dilema deportivo y también moral: ¿Seguir apostando por un jugador que no desea renovar con el club y no dejará un solo euro en la caja o prescindir de sus servicios dejando en la grada a un futbolista que está desoyendo las ofertas del club? ¿Hay que poner a los mejores incluso si no quieren seguir en tu equipo o hay que persuadirlos de lo contrario tomando decisiones impopulares? Hay quien sostiene que, después de dos cursos sin fichar, con dinero en la caja, si Kepa se va, es porque el presidente no le ha ofrecido el contrato que debería. Y quien defiende que, después de varios meses y ofertas, si el chico sigue pensando en irse o no, es porque, en realidad, ya se ha ido. Es un asunto espinoso, con muchos matices y aristas, con un denominador común: ya no son necesarios 100 partidos para ser considerado vital para un club, o apetecible por otro. Ahora vale con diez. 'Nuevos tiempos', dicen.
Creo que Kepa será futuro gran portero, por sus condiciones envidiables y que, si sigue trabajando y le respetan las lesiones, será aún mejor. Pero, con la venia, sin menosprecio alguno, aún no ha alcanzado su grado de madurez, ni el estatus que tuvo Valencia, ni la trascendencia de Zubizarreta y, desde luego, está a años luz del prestigio legendario que conquistó José Ángel Iríbar. No hay ninguna ley, escrita o no, que imponga a un jugador irse sólo cuando sea un icono para su club, sino cuando él lo estime oportuno. Así es el negocio. Así es la vida. Y si decide marcharse del Athletic, no tendrá que pedir perdón a nadie, ni rendir cuentas al prójimo, pero lo hará siendo uno más, no una leyenda para sus aficionados. En cambio, si decide quedarse, habrá ganado el afecto de su hinchada, pero dejado escapar el tren de un equipo más potente y un contrato más ventajoso. Decidirá Kepa. Al fin y al cabo, como dijo él mismo, es lo que es por lo que hace, no por lo que dicen.
Rubén Uría / Eurosport
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