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Blog Uría: Messi, presiones, mentiras y la firma adecuada

Rubén Uría

Publicado 21/11/2017 a las 13:11 GMT

El 10 del Barça no quiere irse del club, pero a pesar de todos los embustes dichos y publicados, aún no ha firmado su renovación. Esta es toda la verdad...

Lionel Messi

Fuente de la imagen: Eurosport

Con una mentira se llega lejos, pero sin esperanza de volver. Esa es la intrahistoria de la famosa renovación de Messi. Desesperada, la directiva del FC Barcelona, rumiando que en su día, por su pésima política de comunicación, se había metido en un enorme jardín de proporciones bíblicas, lleva meses difundiendo, en público y privado, una versión oficial que no se corresponde con la realidad. Primero se dijo, públicamente, que Messi había firmado, cuando no lo había hecho. Después se contó que no había estampado su firma, pero que todo obedecía a una cuestión de agenda. Más tarde a esa agenda le sucedió el eufemismo del acto protocolario. Luego se bombardeó, por tierra, mar y aire, con una serie de informaciones que sugerían que la cláusula de Messi asciende a 300 millones,cuando, al no haber firmado, su cláusula sigue siendo de 250 kilos. Lo penúltimo es que el Barça prepara un contrato vitalicio para Messi, lo cual invita a reflexionar cómo es posible que firme otro contrato, de por vida, cuando no ha rubricado el que le han ofrecido. ¿Firma su renovación y días después, firma otro nuevo contrato de por vida? Es lo que tiene elegir el camino de la media verdad: obliga al que lo transita a inventar e improvisar una pila de nuevas invenciones para poder sostener, en público, el primer embuste.
Messi tiene intención de firmar su nuevo contrato, pero el caso es que aún no lo ha hecho. Ese compás de espera, en el que el diez marca los tiempos y no el club, se traduce en una agonía para Bartomeu y su junta. Buscan, a la desesperada, una fotografía redentora junto a Messi, con la intención de parafrasear a Joan Laporta y decirle al socio aquello de “al loro, que no estamos tan mal”. El oficialismo jura y perjura que todo está bien, que sólo falta un acto protocolario, que es cosa de agendas y que si la abuela fuma, pero algo no encaja. Si todo está bien, si la firma de Messi no es absolutamente necesaria para poder renovar su contrato laboral ¿por qué decir que el futbolista ha firmado cuando no lo ha hecho? Si todo es tan limpio como una mañana de primavera ¿por qué hay satélites que s empeñan en publicar que la cláusula de Messi es de 300 cuando sigue siendo de 250? Si nada huele a podrido en Dinamarca ¿qué sentido tiene deslizar en prensa que el club le quiere hacer, ahora y no antes del jaleo, un contrato de por vida a un señor que no ha firmado ni siquiera su renovación? La verdad está más clara que el caldo de un asilo: el Barça necesita la firma de Messi. No firma, no Messi. Lo demás, es postureo y humo.
Diferentes abogados y especialistas en Derecho Deportivo, consultados por Eurosport consideran que la firma de Messi es un requisito imprescindible para que su nuevo contrato laboral sea efectivo, porque “así lo exige el Estatuto de Jugadores FIFA, también lo refleja el decreto 1006 e incluso el convenio colectivo de los futbolistas profesionales”. El artículo 2 del Reglamento FIFA sobre el Estatuto y Transferencia de Jugadores contempla el estatus del jugador profesional como el de un “jugador que tiene un contrato escrito y firmado con un club”. El Real Decreto 1006/1985 dispone, en su artículo 3.1, sugiere que la firma del jugador es una fórmula exigida, a efectos de prueba, e insta a que el contrato se formalice por escrito, en triplicado ejemplar, constando, según los abogados contactados por Eurosport, “de una copia para cada una de las partes contratantes, una para Messi, otra para el Barça y la tercera, para su registro en el INEM”. Por último, el convenio colectivo del jugador profesional asegura que todo contrato debe ajustarse a las prescripciones del artículo 3 del Real Decreto 1006/1985, formalizándose “por sextuplicado, siendo un ejemplar para cada una de las partes contratantes, un tercero para la LNFP, un cuarto para la AFE, el quinto para la RFEF y el sexto para el INEM”.
En resumidas cuentas, más allá de cualquier documento suscrito a través de poderes o en forma de acuerdos con representantes legales, incluso de firma de familiares, un contrato laboral debe contar con la rúbrica del trabajador. Se trata de un acto personalísimo. Sin la firma del trabajador, el INEM no puede validar ese contrato. Y sin el visto bueno del INEM, por ejemplo, no sería factible que se pudiera tramitar su ficha en la RFEF y tampoco podría ser inscrito por el club en LaLiga para disputar la competición. El Barça tiene validado y acordado un contrato de derechos de imagen, perfecto. Y otro con la Fundación, cierto. Pero todo lo que acordase o pactase respecto al nuevo contrato laboral de Messi, no sirve de nada si no cuenta con la firma individual e intransferible del futbolista. Un contrato laboral sin la firma del trabajador es papel mojado. Así de simple. No caben ni principios de acuerdo, ni validaciones, ni poderes, ni agendas, ni actos protocolarios, ni cláusulas, ni contratos vitalicios que valgan. Lo único que cuenta es la firma del jugador. Sólo eso.
Messi sigue sin firmar. De ahí la presión del Barça, filtraciones a discreción, con el ánimo de persuadir al argentino de que firme, porque cada día que pasa sin hacerlo, es una losa para la credibilidad de los que ocupan los despachos. Esta es la realidad de una historia mal gestionada y peor contada, teledirigida desde el ruido y la confusión. Habría bastado con decir la verdad, tener mano izquierda y naturalidad. Habría sido más que suficiente con explicar a los socios, desde el primer momento, que Messi aun no ha firmado, pero que tiene intención de hacerlo y cuenta con la confianza del club. Así de simple. Primero, porque Messi ha demostrado, después de toda una vida en el Barça, que no es de los que borra con el codo lo que firma con el brazo. Segundo, porque es feliz en una ciudad que adora y en la que está integrado. Y tercero, porque, si Messi hubiese querido irse, ya lo habría hecho, porque City o PSG le pagarían el doble, pero se quiere quedar, porque el Barça es su lugar en el mundo. El sentido común invita a pensar que Messi acabará firmando su renovación antes del día 1 de enero, pero dicho eso, la verdad, la diga Agamenón o la publique su porquero, es que aún no ha firmado. El resto es literatura.
Rubén Uría / Eurosport
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