Deportes populares
Todos los deportes
Mostrar todo
Opinion
Fútbol

Blog Uría: Pedir perdón por ganar

Rubén Uría

Actualizado 12/12/2017 a las 11:35 GMT

Después del Betis-Atlético, uno se anima a repasar conceptos: ¿Qué es jugar bien? ¿Atacar mucho es jugar bien? ¿Y defender mucho? ¿Ganar o gustar? Al lío.

Simeone - Leicester City-Atletico Madrid - Champions League 2016/2017 - LaPresse/Reuters

Fuente de la imagen: Eurosport

El eterno debate de los extremos. Jugar bien (mejor dicho, bonito) o ganar. Una tendencia abrumadoramente mayoritaria considera que el mejor camino para ganar pasa por jugar bien. Hay quien cree que ambos puntos están interconectados, porque en un deporte que es un espectáculo, si importa ganar, también debe ser importante gustar. Y hay quien cree que el único nexo de unión entre ambos extremos consiste en vincular, directamente, estética y resultado, porque en fútbol profesional, aunque sea relevante gustar, lo más importante siempre es ganar. Palabra de Sabio, que en paz descanse: “el fútbol es ganar, ganar, ganar y volver a ganar”. Hay muchos equipos que jugaban maravillosamente que, incluso perdiendo partidos clave, siempre formarán parte del imaginario colectivo del aficionado, habiéndose ganado un respeto y una reputación por su admirable estilo. Y por haber, hay equipos que, sin rozar la excelencia en su fútbol o sin un estilo vistoso, han conseguido un reguero de títulos por haber sido capaces de forjar una idea propia que, alejada de los cánones de belleza y las modas imperantes, se ha materializado en resultados indiscutibles. Hay quien cree que, si no importa gustar, si no importa la estética de un equipo, basta con apagar la televisión o la radio y seguir los resultados por el teletexto. Y quien cree que, si lo crucial es agradar pero no es ganar, basta con erradicar el fútbol profesional, porque lo importante (sic) es participar.
¿Lo deseable es jugar bien y ganar? Claro. ¿Se puede jugar bien y perder? Sí. ¿Se puede jugar mal y ganar? Naturalmente. La pregunta del millón en ¿qué es jugar bien? Esa respuesta no está en los libros, ni figura en los catones del fútbol, sino que responde al criterio, siempre subjetivo, del aficionado, hincha o crítico. Dos equipos juegan con una sola pelota y ambos compiten, que no juegan, con la idea de ganar. Y tengan la propuesta que tengan o el estilo que deseen, porque todas las maneras de jugar son legítimas para aspirar al triunfo, sean más estéticas o más éticas, ambos deben someterse a la única condición imprescindible para alcanzar su meta: la pelota. Un equipo la tiene y otro, no. Uno vive de la posesión y el monólogo; el otro, del robo y la contra. Y es ahí, en ese punto, donde encontramos los parámetros para definir qué es jugar bien. ¿Si un equipo tiene la pelota más que el rival pero no saca rédito en el marcador, eso es jugar bien? No. ¿Si un equipo tiene la pelota muy poco y cuando la recupera no sabe qué hacer con ella porque no da dos pases seguidos, eso es jugar bien? No. Jugar bien es potenciar las virtudes del equipo y esconder sus defectos, llevar el partido al lugar que más favorece a los intereses concretos de ese equipo.
En Sevilla vimos un claro ejemplo de dos escuelas presuntamente opuestas, el choque que enfrentó al Betis de Setién (un proyecto recién iniciado, que apuesta por el toque y la posesión de balón) con el Atlético de Simeone (una fuerza consolidada, que prefiere el repliegue para atacar los espacios). Y el choque, amplificado y publicitado por la prensa por la supuesta gran diferencia entre un estilo y otro, no defraudó. El Betis tuvo la pelota un 74%, mientras que el Atleti apenas gozó de un 26% de posesión. Un crimen para los puristas, una consecuencia lógica para los prácticos. ¿Quién ganó? El Atlético. ¿Por qué? Muy sencillo, porque el Atlético de Madrid, sin balón, fue mucho más efectivo que el Betis con él. Hizo su gol, replegó líneas, tapó agujeros y se fortificó en defensa con un único objetivo, indisimulado, ganar. Esa fórmula le bastó. ¿Jugó bien el Betis cuando con más del 70% de posesión apenas hizo una ocasión de gol más que su rival? No. ¿Jugó bien el Atlético cuando apenas fue capaz de lograr una ocasión en todo el encuentro que, además, acabó en gol? No. No jugó bien. Simplemente, fue más eficaz.
Hay muchos modos de jugar y otros tantos de ganar o perder, porque nadie tiene la fórmula infalible para ganar, ni tampoco el método ideal para jugar bien. Así que, para desgracia de los que creen que un estilo destila superioridad moral respecto a otros, conviene aclarar algo muy sencillo. Jugar bien o mal es discutible y opinable. Ganar no. El Atlético eligió su camino para ganar. Fue justo el que el Qarabag escogió en Madrid para frustrar al Atleti. Hacer su gol, encastillarse atrás y rechazar cada ataque rival con orden. Nada que ver con la octava maravilla, nada que ver con el Brasil del 82, ni con la Holanda de Cruyff, pero, al fin y al cabo, una vía tan legítima como cualquier otra. Y además, eficaz. Uno entiende que el estilo de juego del Atlético no enamore al aficionado neutral, hasta que sea rechazado o se mire con malos ojos por los estetas de salón, sólo faltaría. Ahora bien, ni el Atlético está por la labor de pedir perdón por ganar así, ni sus aficionados, durante estos años, han dejado de ir a Neptuno a festejar títulos por jugar algunos partidos así.
Y si alguien considera que el Atlético juega rematadamente mal o que no juega a nada, una idea respetable, debería animar a sus rivales a ganar al equipo de Simeone que, por cierto, lleva todo un año sin perder fuera de casa. No debe ser tan fácil lograrlo. Uno no puede ni debe arrogarse la capacidad para decir qué es jugar bien o mal, sólo puede opinar acerca de qué estilo le gusta más y cual menos. Para todo lo demás, está el resultado, que no miente, ni opina, ni edulcora realidades a la carta. Es el que es. Y refleja una realidad, una que no es interpretable, sino palmaria. El del Benito Villamarín reflejó una realidad lapidaria: el Atleti, casi sin balón, fue más eficaz que un Betis que tuvo todo el balón del mundo. Está bien pedir al Atleti que trate mejor al balón, que sea más ofensivo, que triangule mejor o que haga esto o lo otro, pero también conviene pedirle al Betis que defienda mejor, que ofrezca menos regalos y vaya a muerte a todos los balones divididos. Mi amigo Ennio Sotannaz, se hacía una reflexión en voz alta en las redes sociales: ¿Por qué atacar mal es jugar bien y defender bien es jugar mal? Al final, los extremos se tocan y en el término medio, está la virtud. Jugar bien es atacar bien con balón y defender bien sin él. Y si una de las dos cosas falla, ese equipo se expone a ser superado por otro que equilibre mejor esas facetas. Podemos pasarnos la vida exigiendo que otros equipos jueguen como a nosotros nos gusta e incluso pidiendo a los aficionados de ese equipo que se sientan como nosotros creemos que deben sentirse, pero la realidad es la que es: en el fútbol importa gustar, pero lo más importante es ganar. Y salvo mejor opinión – que seguramente, la habrá-, uno no conoce ningún equipo que lleve años ganando títulos y alcanzando finales jugando mal. Algo tiene el agua cuando la bendicen. Ningún equipo debería perdón por jugar como crea oportuno. Y mucho menos, pedir perdón por ganar.
Rubén Uría / Eurosport
Únete a Más de 3 millones de usuarios en la app
Mantente al día con las últimas noticias, resultados y deportes en directo
Descargar
Temas relacionados
Compartir este artículo
Anuncio
Anuncio