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Blog Uría: Pensamientos en voz alta sobre el Sevilla FC

Rubén Uría

Publicado 24/10/2017 a las 16:16 GMT

Que el Sevilla no anda bien es un hecho. Que algunos quieren enterrarlo antes de tiempo, también. Creer en este SFC no es un acto de fe. Nunca se rinde.

Ben Yedder y Nolito celebran un gol del Sevilla ante el Maribor en Champions League

Fuente de la imagen: Getty Images

El fútbol, que presume de no tener memoria, se alimenta de dos verbos, gustar y ganar. A día de hoy, el Sevilla FC ni gusta, ni gana. Desplome en San Mamés, ridículo en Moscú y humillado en Mestalla. Los motivos para el apagón, multifactoriales. No domina las dos áreas, concediendo en la suya y perdonando en la contraria. Empezó el campeonato con más puntos que juego y ahora no tiene ni puntos ni juego. A eso hay que añadir una plaga de lesiones en cobertura, con los centrales titulares (Pareja y Carriço) y la pieza clave (N’Zonzi) fuera de combate. De paso, se echa de menos el compromiso de pesos pesados como Coke o Iborra, que conocían la exigencia del escudo. Y de propina, se reprocha al entrenador, un recién llegado, que apueste por rotar y no por un once tipo. Suficiente para que algunos sepultureros se animen a enterrar al Sevilla FC en nueve jornadas de Liga. Nada nuevo bajo el sol. El equipo es Disney cuando gana y es la marcha fúnebre de Chopin cuando pierde. Funciona así.
Entre el masaje y la piña, hay grises. Pepe Castro, al que ahora le llueven palos de todos los colores, es el mismo presidente que, con sus errores y aciertos, ha sublimado la herencia recibida; el mismo que, con valentía y en soledad, defiende la marca Sevilla, batallando los derechos de televisión y haciendo crecer al club por encima de su economía. Óscar Arias, que sabía que, a la menor complicación, le tirarían a la cara la alargada sombra del fenómeno Monchi, es el mismo que conoce su oficio y que tiene ojo clínico, porque es hombre de club. Berizzo, consciente de que, al primer contratiempo, sería comparado con Sampaoli - despellejado con saña el curso pasado por estas fechas-, está acusado de ser un técnico que no vale para el Sevilla, y se le pide que deje de rotar para crear un once tipo, como si tuviese que renunciar a sus ideas, como si fuese respetable que un técnico abandone sus ideas para no ser criticado, como si no hubiese triunfado en el Celta con esa fórmula. Como si introducir diez caras nuevas en un equipo fuese coser y cantar, como si fuera raro que el equipo tenga dificultades, como si un equipo fuese una sopa de sobre instantánea. Y no se trata de defender a la directiva ni al entrenador porque sí, sino de poner cada cosa en su sitio. Es lo justo.
Que el Sevilla no está bien ahora, no tiene debate. Tampoco que no existe ningún club que se sostenga con el mérito de un SFC que se reinventa cada año, que compite contra superpotencias y que, temporada tras temporada, lejos de hundirse, sale ileso de una carrera de obstáculos. Su modelo económico es ejemplar, su política de fichajes es la envidia de Europa y su crecimiento, imparable. Y la vitrina ahí está, llena de trofeos. Invisible para medios nacionales, pero respetado en el extranjero, el SFC ha conseguido alcanzar el estatus de equipo grande. Eso no se logra de la noche a la mañana. Al revés. Se consigue a pleno pulmón, sin regalos, superando las dificultades, apretando los dientes en las derrotas y aprendiendo de los errores cometidos. Ese es el secreto de este SFC. Por mera probabilidad, algún año los resultados no serán buenos y alguna temporada, el club no acertará en los despachos ni en el verde. No sería extraño. Lo sorprendente es que, después de todo lo logrado, haya quien se haya convencido de que el Sevilla FC se va a hundir irremisiblemente, sin pelear. Eso es desconocer la identidad del club.
Pensando en voz alta sobre el Sevilla FC, se agolpan las preguntas: ¿No es demasiado pronto como para dudar de este equipo? ¿Cuántos pueden presumir de ser pentacampeones en Europa? El Sevilla puede. ¿Quién pueden presumir de cambiar media plantilla y seguir peleando por títulos cada curso? El Sevilla puede. ¿Qué equipo puede presumir de combatir la adversidad, pase lo que pase, porque, nunca se rinde? El Sevilla puede. Creer en este SFC no es un acto de fe, sino de responsabilidad. Quien quiera decir que todo es un desastre, está en su derecho. Y quien tenga claro que ese equipo lleva años compitiendo y poniendo un pie en la Luna, también. Hoy, que no se gana ni se gusta, es lógico que algunos protesten, critiquen y duden, porque justo eso mismo está pasando, a otro nivel, en el Atlético de Madrid. Pero miren, conviene tener claro que si hablarle a Simeone de exigencia es hablarle a Noé de la lluvia, hablarle al Sevilla de rendirse es como darle lecciones de paciencia al santo Job. Que el Sevilla no anda bien es un hecho. Que se ha ganado el derecho a equivocarse, también. Y en las buenas o en las malas, no se rendirá.
Rubén Uría / Eurosport
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