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Blog Uría: Simeone sí recoge a sus heridos

Rubén Uría

Actualizado 20/11/2017 a las 16:29 GMT

Griezmann fue despedido con pitos. Simeone fue lapidario: "Desde chico, me enseñaron que con los de mi familia, estoy a muerte". No son palabras, son actitudes.

Antoine Griezmann lors du derby Atlético Madrid - Real Madrid, 2017

Fuente de la imagen: Getty Images

Qué decir a estas alturas sobre la capacidad de liderazgo de Simeone en el Atlético de Madrid. Entrenador, motivador, autoridad moral número uno, hincha apasionado y portavoz oficial de la grada, el Cholo ofreció, inmediatamente después del partido ante el Madrid, una conferencia de prensa magistral. Entre las cuestiones, como un hierro candente, el asunto de Antoine Griezmann, desaparecido en combate y despedido con pitos. Sin paños calientes, sin adornos, el Cholo escogió, en su hoja de ruta, dos mensajes contundentes. Defensa de su estrella y defensa de la identidad de su equipo. Primer objetivo: recoger a sus heridos. Para no señalar a Antoine, decidió un cambio doble, con el objetivo de trasladarle a la grada que el equipo necesitaba dos puntas, y no cargar la culpa únicamente sobre el 7. Su explicación, limpia como una mañana de primavera: “Yo te cuento lo que siento y he vivido de chico. A mi me enseñaron que los de mi familia, hasta el día que son de mi familia, a muerte con ellos. Y no voy a cambiar. Menos ahora, que ya tengo casi 50”. Clarinete. Y un lema en el horizonte: Ayúdame a ayudarte.
Repreguntado por el asunto, fue cuestionado acerca de cómo comportarse con un miembro de la familia que se ha portado mal y le pueda haber faltado al respeto, de alguna manera, a la propia familia. Ahí el Cholo fue aún más enérgico: “Vos tendrás familia, me imagino que las cosas se resuelven siempre en familia, no públicamente”. Rojiblanco y en botella, cholismo. Lo que tenga que decirle o exigirle a cualquiera de la familia, lo hará en privado y no en público. Los trapos sucios se lavan en casa, no se airean para regocijo del enemigo o para alimentar el morbo del público. De manual. De propina, para rubricar su master-class, Simeone dejó otra declaración de intenciones tras el 0-0 ante el vigente campeón de Liga y de Europa: “Me quedo con 30 minutos de lo que realmente somos nosotros. Trabajo, trabajo, trabajo, trabajo y trabajo. Y después, talento. Trabajo primero”. No se pueden decir más cosas con menos palabras. Simeone, que no se casa con nadie, que sólo tiene un compromiso con los hinchas y con el escudo, puso encima de la mesa su personalidad de hierro. Está dispuesto a morir por Antoine mientras vista la rojiblanca.
Así gane títulos o pierda diez partidos consecutivos, Simeone sabe qué partido está jugando. Sabe que no va a decepcionar a sus jugadores. Que les va a devolver todo el esfuerzo que ponen sobre el césped y que, si flaquean o tienen algún momento de debilidad, ahí estará él para reforzar sus convicciones y mejorar su rendimiento. Les pide esfuerzo máximo y en cualquier circunstancia, les va a pagar con honestidad. Simeone tiene claro qué es su equipo. Y para disgusto de estetas, repartidores de carnés y discípulos del menottismo ilustrado, no duda de su libro de estilo: su equipo es trabajo, trabajo, trabajo y después, talento. Un clásico: el esfuerzo no se negocia. Su rueda de prensa, como suele suceder, estuvo muy por encima del partido. Si uno fuera Antoine Griezmann y estuviera pasando por una situación tan delicada, habiendo perdido tanto la inspiración como el favor del público, tendría muy en cuenta quién me ha defendido y a quién no le puedo seguir fallando. Simeone va a arroparle hasta que siga perteneciendo a su familia, porque los trapos sucios se lavan donde corresponde, en casa. No es un capricho. Es un signo de inteligencia emocional, de intuición. De piel. Simeone sabe que, sin familia, no hay equipo.
Rubén Uría / Eurosport
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