¿Lo recuerdas? El empate ante Grecia que gestó el cambio que necesitaba España

La España de Iñaki Sáez acudía a la Eurocopa de Portugal como una de las grandes favoritas tras la buena imagen dos años antes en el Mundial de Corea y Japón. Además, aquel equipo estaba formado por una sólida columna vertebral de jugadores del Real Madrid y del Valencia de Rafa Benítez, que en esa época había sido campeón de Liga y de la Copa de la UEFA.

Además de los Casillas, Helguera, Morientes (esa temporada subcampeón de la Champions con el Mónaco), Raúl, Albelda, Baraja o Vicente Rodríguez, la magia y el buen fútbol de aquella selección lo ponía Juan Carlos Valerón, quien también vivía sus mejores años como futbolista en el Deportivo de La Coruña. El canario marcó el gol de la victoria de España ante Rusia en el partido inaugural y, como en cada campeonato, la ilusión se desbordó.

Pero en el segundo partido del grupo A, se frenaron en seco todas esas buenas expectativas del debut. El rival era la Grecia entrenada por Otto Rehhagel, que casualmente perdió en su primer partido contra la anfitriona Portugal. España era muy favorita y el partido se encarriló pronto gracias a un tanto de Fernando Morientes en el minuto 28. Pero el duelo se fue espesando y los helenos, obra de Angelos Charisteas, empataron en la recta final.

Aquel empate condenaba a España a tener que ganar sí o sí a Portugal en la última jornada. Un partido a cara de perro y con todo en contra ante el anfitrión en el que no se podía fallar. Pero La Roja falló y un tanto de Nuno Gomes nos dejó fuera de aquella Eurocopa. El fracaso se consumó en ese tercer y último partido, pero ya empezó a vislumbrarse en ese inesperado empate contra Grecia.

El final de esta historia era fácil predecirlo: Iñaki Sáez fue relevado de su cargo al quedar de manifiesto que fue un excelente seleccionador en categorías inferiores pero no pudo ni supo hacerse con los mandos de la absoluta. Semanas después llegó Luis Aragonés, por lo que aquella catarsis griega fue la primera piedra del cambio de rumbo que necesitaba España para, posteriormente, ser campeona de Europa y del mundo y acometer los cambios estructurales que le hacían falta al equipo.

Y, por cierto, Grecia acabó ganando esa Eurocopa al derrotar contra todo pronóstico en la final a la Portugal del joven Cristiano Ronaldo. Ellos también se sirvieron de ese empate contra España para empezar a creer.