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El post del postpartido, Atlético-Qarabag: Blanco y en botella, gilismo

Iván Castelló

Actualizado 01/11/2017 a las 14:14 GMT

Está, lógicamente, la grey atlética alterada por el extraño comienzo de temporada, por ese baño de realidad que ha devuelto al equipo a la caverna del pre cholismo, a cuando era menos que nada en el plano competitivo.

Godín ante el Qarabag.

Fuente de la imagen: EFE

Ese más que probable retorno a la Europa League, gloriosa recientemente en la leyenda de la entidad (algo que Gabi no debería olvidar, nada peor que no saber de donde se viene), se antoja en caliente como un fracaso inaudito, el paso atrás para el que nadie estaba preparado. Pero no tiene por qué ser así. No necesariamente. Y menos con Simeone de por medio.
Al Atleti se le ha resistido de manera enfermiza la Copa de Europa y la posterior Champions League. Eso de no haber sido campeón sin haber perdido ninguna de sus tres finales en los 90 minutos (1-1 con el Bayern en 1974, 1-1 tanto en 2014 como 2016 ante el Real Madrid) seguirá sin resolverse por un tiempo. Asumido está.
El ‘es-Qarabag-o’ que resultó ser el equipo azerí, un Segunda B en España, se le atragantó al Atleti sin razón previsible alguna. Pero hasta en eso es orgulloso el equipo de Simeone, hasta en la derrota, cuanto más dura mejor. Todo muy argentino, muy atlético. ¿Y qué?

Problema 'habemus'

La desigualdad del Atlético con otros gigantes europeos inflados económicamente (o protegidos aquí por la discriminatoria ley de las S.A.D.) será cada vez mayor. Si la clase gestora del fútbol europeo no lo frena, esto va a ir a mayores vía PSG y Manchester City. Y el Atlético no está claro que tenga plaza en ese club de la lucha mucho más tiempo. Debería, eso sí, porque el crecimiento con el nuevo estadio iba en ese único sentido. Problema habemus. Porque cuando desde la dirigencia atlética tan solo se ponen en juego sobre el tapete las razones económicas, y se pisotea la esencia rojiblanca con la connivencia mediática, uno se queda como desvalido de otras motivaciones.
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Saul, Atlético-Qarabag

Fuente de la imagen: EFE

Y es que lo que no pueden entender sus propios dirigentes es que el Atlético, a diferencia del resto de la clase alta, se diferencia por asuntos que para nada tienen que ver con el ganar, ganar y ganar, por mucho que quisiera Luis Aragonés cambiar el ADN rojiblanco. Ya batió el recordado Vicente Calderón récords de abonados cuando las dos temporadas en el infierno de la Segunda. Y en los años posteriores de insípida existencia por mitades de las tablas ligueras y eliminaciones europeas y coperas tremendas.
Así que, sí, sí, que está todo muy mal, pero que si no sigue en Champions, donde es muy probable que tampoco esperara La Primera al final del camino, en Kiev, se puede volver a la Champions por la puerta grande de Lyon. Donde, en el 86, ya se perdió otra final contra el Dínamo. Muchas coincidencias del destino que resolver todavía. Que esto es fútbol, que esto es apasionante, que el Cholo no ha sido y, probablemente, tampoco los jugadores. Que si no se ha podido fichar por algo ha sido. Blanco y en botella, gilismo.
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