Un año de la Eurocopa

Era domingo y en el Ernst-Happel-Stadion de Viena la final comenzó con el dominio de la tricampeona del mundo. Poco a poco España consiguió reencontrarse a sí misma. Las primeras posesiones hacían vislumbrar que el equipo de Aragonés iba a ser fiel a su estilo de toque exhibido hasta el momento, pero no se contó con que el rival también iba a salir a jugar de tú a tú al equipo español.

Tras unos primeros minutos de tanteo y con el miedo en el cuerpo por los numerosos balones colgados al área de Casillas, llegó la jugada que más veces hemos visto en estos últimos 365 días, y que todos tenemos guardada en la memoria: Cesc dio un pase al hueco, Fernando corrió y en apenas unos metros dejó en evidencia a Lahm. Tras ganar esos metros en carrera picó la pelota suavemente ante la salida del guardameta alemán y dio paso a la locura de un país necesitado de alegrías, sobre todo en el fútbol. Fue el gol que valió el segundo título europeo de la historia de la Selección Española absoluta.

Dos horas después llegó otro momento imborrable: Casillas levantaba al cielo de Viena la copa soñada por todos, una imagen con la que se rompía el gafe de tantas generaciones de futbolistas que vistieron la Roja, los tópicos absurdos, y con la que España volvía a tocar la gloria 44 años después. Era el momento de celebrarlo después de no poco sufrimiento y de gritar al mundo: POR FIN SOMOS CAMPEONES.