Eurocopa 2020, Croacia-España | La selección, ante la oportunidad de romper la (nueva) barrera psicológica de octavos

No hace tanto tiempo, España jugaba bien, merecía llegar más lejos y al final acababa cayendo, con suerte, en cuartos de final de mundiales y eurocopas. Todo ello cambió un 22 de junio de 2008 en aquella famosa tanda de penaltis en el Ernst Happel de Viena. Un encuentro que acabó con la mentalidad perdedora del combinado nacional, que después logró el famoso triplete Eurocopa-Mundial-Eurocopa. Además de unas semifinales y una final en la Copa Confederaciones de 2009 y 2013.

Pero como todo lo bueno se acaba, el ciclo victorioso llegó a su fin y con él parecen haber vuelto los fantasmas de principios de siglo. España cayó de forma contundente en la fase de grupos del Mundial de Brasil 2014 tras perder con Países Bajos (1-5) y Chile (0-2). Dos derrotas duras y sonadas que obligaban a realizar un cambio generacional en la selección nacional. Pero no sería en la Eurocopa de 2016.

La Federación confío en Del Bosque, y de nuevo el torneo no fue bueno. Una derrota ante Croacia (1-2) en el tercer partido de la fase de grupos condenaría a España al camino peligroso de los cruces, que apenas duraron un partido. Italia superó en todas las líneas del juego al equipo español y dejó de nuevo de forma prematura fuera de combate al equipo nacional en octavos de final (0-2).

Una derrota que sí significaría una revolución, al menos en el banquillo, con la llegada de Julen Lopetegui para tomar las riendas. La sensaciones antes del Mundial de Rusia de 2018 eran buenas, pero un desencadenante caprichoso hizo que todo se torciera justo antes de empezar. Fernando Hierro, entrenador de urgencia, y una selección muy pobre que solo pudo empatar con Portugal (3-3), Marruecos (2-2) y superar por la mínima a Irán (0-1). Pese a pasar como primera de grupo y tener esta vez el camino ‘sencillo’, el desenlace fue el mismo. No pasar de octavos de final, en los penaltis ante Rusia, (1-1) en un partido que pasó a la historia como el de los mil pases inservibles.

Tres torneo consecutivos y un destino: no pasar de la primera ronda de eliminatorias. Quizás a España le hubiese venido mejor la Eurocopa de los 16 equipos y el acceso directo a cuartos de final como antes, pero lo que está claro es que de nuevo tiene delante y a partes iguales una empresa muy complicada y una oportunidad de oro para romper la cerca y no desviarse del camino. En contra, la falta de gol (pese a la goleada ante Eslovaquia), un once sin definir, jugadores con poca confianza y un rival que viene crecido y con un claro líder en el campo: Luka Modric.

El cabecilla de esta España está en el banquillo, y en apenas dos encuentros y tras una lista muy criticada tiene difícil que la afición crea en el bloque que dirige. Quizás eso le venga bien al combinado nacional. No ser muy favorito ante Croacia ni que mucha gente espere a un equipo que alcance, por ejemplo, las semifinales. Y jugar en Copenhague y no en Sevilla, que se ha convertido en contraproducente por la tensión que les genera a ciertos jugadores, con Morata como ejemplo más patente. Todo a lo que agarrarse es necesario, con el fin de poder romper el rumbo de los últimos torneos y la barrera psicológica de los octavos de final.