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La guerra del fútbol femenino español

David Orenes

Publicado 06/03/2019 a las 23:02 GMT

El conflicto que mantiene la Liga´de Fútbol Profesional con la Real Federación Española de fútbol desde hace años salpica también al fútbol femenino. En este caso, con la disputa por la comercialización de los derechos de televisión, que ha llevado a la RFEF a aprobar una liga paralela que se convierta en la principal competición del país.

Luis Rubiales (RFEF)

Fuente de la imagen: Eurosport

La Primera División femenina, denominada Liga Iberdrola, ha crecido de forma exponencial en los últimos tiempos. La llegada del patrocinador y la creación de la Asociación de Clubes posibilitó el auge. Esta última asesora a las entidades y facilita ayudas económicas a las que no cuentan con demasiados recursos, con el fin de evitar impagos a las jugadoras o deudas con Hacienda.
La visibilidad que ha ganado el fútbol femenino español en el último lustro ha permitido que las televisiones se interesen por el producto. Cada jornada se pueden ver hasta cuatro partidos, dos en abierto (GOL) y dos en plataforma de pago (Movistar Vamos). El aumento en las audiencias ha propiciado un interés todavía mayor de cara a la próxima temporada, motivo por el que existe entre conflicto por los derechos. Según sus estatutos, la RFEF afirma ser poseedor de las competiciones que organiza, en este caso la Liga Iberdrola. Pero la Asociación de clubes, al amparo de la LFP y con el beneplácito de 14 de los 16 equipos que conforman la Primera División, creen que son los propios clubes quienes deben gestionar de forma colectiva esos derechos.
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El balón oficial de la Liga Iberdrola

Fuente de la imagen: Twitter

En plena guerra, la RFEF ha ido más allá. Su Comité de fútbol femenino y la Comisión de presidentes de comunidades autonómicas y territoriales aprobaron la propuesta de la Junta directiva de Rubiales para crear un torneo paralelo a la Liga Iberdrola, del que ya se han iniciado los preparativos pese a que todavía debe ser aprobada en abril en una Asamblea extraordinaria. “Tenemos la voluntad por ley de liderar las competiciones nacionales y femeninas de fútbol”, declaró Andreu Camps, secretario general de la federación.
El propio Camps desveló que la nueva competición estaría formada por una división élite de 16 equipos (como ahora la Liga Iberdrola) y otra promesas, con un máximo de 32 clubes divididos en grupos territoriales, y que contará con sistema de play-off de ascensos.
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Ludmila celebra un gol con el Atlético femenino

Fuente de la imagen: Eurosport

La inscripción de los clubes es voluntaria y será requisito contar con una licencia exclusiva de la Federación aún por crear. Promete ayudas económicas para los equipos que apuesten por el fútbol base, establece un mínimo de jugadoras de la cantera por plantilla y limita el uso de futbolistas extranjeras. Además, ofreció públicamente a Iberdrola patrocinar también este torneo.
La decisión de crear otra competición ajena a la LFP con la que tener el control sobre el fútbol femenino nacional es, cuanto menos, curiosa. Sobre todo por el hecho de que esta Liga, como bien explicó Camps, será la máxima división del país, quienes queden primero y segundo en este torneo accederán a la UWCL (la Champions League femenina) y podrían coincidir en fechas con la Liga Iberdrola (por lo que sería difícil para un club formar parte de las dos). “No acabo de entender dónde está el revuelo ahora”, decía un extrañado Camps por las preguntas de los periodistas.
El revuelo es grande, porque la Asociación de Clubes femeninos se ha opuesto rotundamente: “Pretende ser implementada sin haber sido consultada ni consensuada con los clubes, fruto de una total improvisación y con evidentes síntomas de falta de rigor, transparencia y análisis profundo del proyecto y sus implicaciones”, escribían en el comunicado, suscrito por 14 de los 16 clubes de la Liga Iberdrola. Solo Barça y Athletic no pertenecen a la Asociación, siendo este último el único que se ha pronunciado a favor del proyecto.
El comunicado acaba con la disposición de los clubes de volver “a reunirse el próximo jueves 7 de marzo para evaluar y adjudicar las ofertas por los derechos audiovisuales”. Más leña al fuego. Esta guerra parece no haber hecho más que comenzar, y es una pena. En lugar de unir fuerzas, LFP y RFEF vuelven a enzarzarse sin pensar en las consecuencias, que pagarán las propias jugadoras. Menos pelear por los derechos televisivos y más por los de las futbolistas.
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