El problema es que Mourinho no tiene ofertas

Florentino no resolvió, en realidad, el caso que todo lo va a acaparar a partir de ahora: la continuidad de un técnico que ha perdido la confianza de la mayoría de su plantilla y que también desea escapar hacia otro lado por pura pereza de reconstruir lo que derribó.

Pero aquí entra en juego un factor inesperado y con el que no se contaba desde la entidad madridista. Y no es otro que la especial circunstancia del mercado tras el fichaje de Josep Guardiola por el Bayern de Múnich. Él estaba primero y algunos clubes así se lo hicieron llegar a Mourinho para punzada en su orgullo. Antes había que ver dónde acababa el ex azulgrana. Esto hace que, actualmente, el portugués no tenga una sola oferta para cambiar de club.

El mejor entrenador del mundo, probablemente, va a tener que estirar aún más la cuerda para forzar su despido, ya que tiene claro que no puede continuar aunque se le renovara hace pocos meses hasta 2016, en un nuevo gesto de Florentino hacia el técnico de su absoluta confianza entonces.

El extremo del despido no se descarta y ahí entrará la variable deportiva si hay fracaso copero y en la Champions ante el Manchester United. Se sopesaría entonces hasta negociar el pago de los 40 millones de euros para la rescisión del contrato de Mourinho y su equipo de trabajo.

En ese sentido, Florentino está tranquilo, pues cree que habría continuidad con Toril, técnico del Real Madrid Castilla, y la imagen junto a él de Zinedine Zidane, hombre de la máxima confianza del dirigente y ahora en Clairefontaine sacándose el título de entrenador mientras, de paso, se aleja de quien no lo quería tampoco cerca, Mourinho.

Porque Mourinho, aunque pueda garantizar títulos, ha perdido caché por la convulsión que garantiza su sola presencia allá donde vaya. Es, al menos, la percepción, el aura de conflictividad que destila, ese ganar de cualquier manera que no le casa necesariamente a todo el mundo.

El Manchester United lo tiene cerrado mientras aguante, que aguanta, sir Alex Ferguson y el otro Manchester, el City, no desea mayores problemas de imagen tras la que ya le cae por el supuesto 'dopaje financiero' y sus prácticas de nuevo rico que lo hacen impopular. Así lo piensa su dueño árabe.

El Chelsea sí es del agrado de Mou, que mantiene el contacto con el corazón del vestuario (Frank Lampard) y nada le gustaría más que fracasara muy pronto Rafa Benítez, viejo enemigo y nueva diana con su retorno a los banquillos. Pero, aunque hay informaciones en el otro sentido, Roman Abramovich ya dio por cerrada la etapa Mourinho, ha sido campeón de Europa con otro y lo más directo en los 'blues' es la vía del corazón para aliviar a su hinchada. Y esa es la del italiano Gianfranco Zola.

Tras Inglaterra, estaría Italia, pero el Inter de Milán está desmantelando su plantilla a la baja y no tiene el presupuesto que exigen técnicos como Mourinho o Guardiola para tomar el control de nuevos proyectos (que así es mucho más fácil ganar, claro está). Además, Mou considera que ya no podría mejorar lo que consiguió allí, el triplete. El Milan tampoco tiene el dinero y lo que le faltaba a Mou es una traición semejante en Italia.

Luego está el Paris SG, otro nuevo rico, pero prescindir de un técnico como Carlo Ancelotti no es obligado ahora mismo ni mucho menos. La Ligue 1 ni el club, además, son 'top' por el momento aunque sí jugadores como Zlatan Ibrahimovic. También luchan como el Madrid por la actual Champions. El propio Mourinho vino a descartarlo esta semana: “¿Que si puedo ir al PSG? Espero que no porque Carlo y Leonardo (secretario técnico) van a tener éxito”.

Ya sólo quedaría, al final, la vía exótica de emprender una aventura rusa o árabe para hacerse todavía más de oro pero eso acabaría con la intención de Mourinho de ganar Champions con clubes de cuantos más países, mejor.

Florentino, en realidad, ha atrasado la resolución por la vía rápida del grave problema de un vestuario que no soporta más la implacable exigencia de un técnico que sigue, en cambio, mostrando un perfil bajo tras el toque navideño de su presidente para rebajar tensiones. Pero todos los implicados en esta historia saben el desenlace. El problema es cuánto se alargará el nudo. Y si asfixiará como una corbata en verano.