Deportes populares
Todos los deportes
Mostrar todo

Blog Uría: Ni Rambo, ni San Martín: Mascherano

Rubén Uría

Actualizado 17/12/2017 a las 15:52 GMT

Mascherano no es ni Rambo, ni San Martín, pero es un ídolo. Un tipo ejemplar. Una estrella que llegó al Barça para aprender con alma de gregario. Un referente.

Mascherano y Messi

Fuente de la imagen: Eurosport

"No es culpa de nadie sino que se trata de la realidad. Está claro que he ido perdiendo protagonismo en el Barcelona en los últimos años". Palabra de Javier Mascherano, uno de esos jugadores que inspiran un respeto reverencial entre hinchas y críticos, porque conoce y maneja, a la perfección, los códigos del fútbol. Muy pocos jugadores se han ganado, a golpe de admiración, el afecto incondicional de la afición del Barça. “El Jefecito” sí. Es un ejemplo a seguir, dentro y fuera del campo; entrega siempre lo que tiene; si gana es humilde y si pierde, no busca excusas. Comprometido, creíble y jugador de equipo, Mascherano se metió en el bolsillo al culé con hechos, no con palabras. Siendo una estrella en otro club, aceptó venir al Barça para jugar poco, porque quería aprender, evolucionar y crecer. Se reseteó, aparcó su ego y se puso manos a la obra para enterrar su condición de astro y aplicar alma de gregario. Y a base de trabajo, adaptó su rol de destructor de lujo para reinventarse en un patrón de juego que iba contra sus mejores características de juego. Fácil de decir, difícil de hacer.
Con el paso de los años y los partidos, Masche se destapó por su jerarquía, sus condiciones para la marca, su capacidad para leer los partidos y su sacrificio por el bien del grupo. Nunca una palabra más alta que otra, nunca un lamento, nunca una queja. Sobresaliente en lo táctico y matrícula de honor por su jerarquía, el argentino se ganó el estatus de referencia del vestuario. En el campo, la escoba para barrer. Fuera, la inteligencia para definir. “No soy Rambo, ni San Martín”, dijo, pero nadie le creyó. Es un capitán sin cinta, un líder nato, un tipo de los que siempre quieres en tu equipo. En las buenas, un trabajador sin desmayo. En las malas, un guía espiritual del grupo. En cada balón dividido, el alma. En cada victoria, su contribución. En cada derrota, su sabiduría. Y en cada título, su granito de arena. Autoexigente como el que más, lleva toda la vida en la trinchera. Metiendo, como Puyol, la cabeza donde otros quitan el pie.
Ahora, después de haberse curtido en mil batallas con la elástica blaugrana, “El Jefecito”, en un ejercicio de sinceridad, confiesa públicamente, con naturalidad y sin culpar al empedrado, que sus días como azulgrana llegan a su fin. Quiere continuidad y asumiendo que ha perdido jerarquía en el Barça, busca un nuevo camino.Un nuevo lugar en el mundo, donde pueda volver a sentirse importante. Ley de vida, ley de fútbol. Nada es eterno. Mascherano quiere buscar nuevos horizontes y el Barça, en un alarde de comprensión, le quiere a facilitar las cosas. Bien por el futbolista, bien por el club. Muy pocos se ganan con hechos, no con palabras, el derecho de poder elegir su destino. Masche forma parte de ese selecto club. Mascherano no es ni Rambo, ni San Martín, pero es un capitán sin cinta. Uno de esos tipos que interpreta el fútbol como la vida, con sinceridad y compromiso. El día que llegó al Barça dijo que su intención era aprender de los mejores. No sólo cumplió su palabra, sino que se irá sabiendo que ha logrado que algunos de los mejores hayan aprendido de él. Respect.
Rubén Uría / Eurosport
Únete a Más de 3 millones de usuarios en la app
Mantente al día con las últimas noticias, resultados y deportes en directo
Descargar
Compartir este artículo
Partidos relacionados
Anuncio
Anuncio