LaLiga, Granada-Barcelona: Sin rumbo ni identidad (2-0)

Granada: Silva; Díaz, Duarte, Germán, Neva; Puertas, Herrera (Gonalons, 83’), Montoro, Machís (Vadillo, 62’); Azeez y Soldado (Carlos, 57’)

Barcelona: Ter Stegen; Semedo, Piqué, Lenglet, Junior (Fati, 46’); Roberto, De Jong, Rakitic (Vidal, 62’); Pérez (Messi, 46’), Suárez y Griezmann

Goles: 1-0, Azeez (2’); 2-0, Vadillo, de penalti (66’)

Árbitro: Cuadra Fernández (Comité balear). Amonestó a Suárez, Piqué, Soldado, Herrera, Carlos.

Estadio: Los Cármenes

Leo Messi. El ‘10’ necesita tiempo para volver a pleno rendimiento, probablemente varias semanas, pero la situación actual del Barcelona no se lo puede proporcionar. Una vez más tiene que ponerse el traje de salvador, pero la Pulga es consciente de que necesita nuevos aliados. Busca que Fati lo sea, pero en Granada este recurso no funcionó. Son fechas en las que su liderazgo en el vestuario será más importante que sobre el terreno de juego.

Antonio Puertas. Por rendimiento, el extremo derecho del Granada ya venía avisando de que era un jugador a tener en cuenta en el inicio de LaLiga, pero necesitaba un partido consagratorio para entrar en el radar de propios y extraños. Puertas desnudó todas las carencias defensivas de Junior y tampoco se amilanó cuando Semedo ocupó su zona de influencia. Partido para recordar.

Junior Firpo. Ernesto Valverde anunció en la previa que tienen que ir dándole rodaje a Junior después de la lesión de Alba, que lo tendrá entre dos y tres semanas de baja, pero el ex del Betis no aprovechó su primera ocasión. Quedó señalado en la primera acción del partido y no pudo superarlo, algo que Puertas no desperdició. Su sustitución en el descanso complica que vaya a disponer de más oportunidades.

Ni siquiera con el estímulo de un pinchazo previo del Atlético es capaz el Barcelona de engancharse a LaLiga, su coto vedado de caza en las últimas temporadas. El equipo de Ernesto Valverde sigue sufriendo y mostrándose en todo momento como un grupo sin una identidad clara, muy dependiente de individualidades mágicas que les permitan seguir avanzando en la competición, patada hacia adelante mediante, pero sin opositar por ahora con claridad a revalidar el título. No pudo empezar peor el partido para los culés, ya desde el segundo minuto con un gol en contra fruto de una desatención defensiva de Junior que aprovechó el sorprendente Puertas. Su remate salió rebotado en Piqué, que intentaba cerrar a la desesperada, y Azeez aseguró el 1-0. Por el camino, Lenglet había caído en el salto por el balón largo del portero nazarí Silva, que había iniciado la jugada.

Comenzó entonces un duelo áspero, incómodo a más no poder para los azulgrana (verde aguamarina en la nefasta noche granadina), con múltiples choques que terminaban con jugadores de uno y otro bando sobre el césped impidiendo que el duelo cogiera ritmo. Sin Fati ni Messi de inicio, Silva vivió con extraña placidez la primera mitad, sólo con Suárez como punta peleón. De Pérez y Griezmann no hubo noticias, bien anulados por el solidario sistema defensivo que había establecido Diego Martínez. La impaciencia llevó a Suárez y a Piqué a llegar al descanso amonestados, desquiciados con la falta de intensidad que detectaban en varios compañeros.

Pitó Cuadra Fernández el descanso y salieron como un resorte Messi y Fati a calentar. Los sustituidos fueron Junior -no aprovechó en ningún momento el hueco dejado por Alba- y Pérez, obteniendo Griezmann un tiempo extra de gracia para que intentara demostrar la calidad que sí mostró en el Wanda durante las últimas temporadas y aún no surge con la camiseta culé. En lugar de llegar el paso adelante del Barcelona para intentar levantar, lo que llegó fue un penalti absurdo de Vidal en el mismo minuto en el que se incorporó al partido. El Granada no contaba con un regalo extra, y no estaba por la labor de desperdiciarlo, así que Vadillo hizo lo que a Reus se le atragantó en la Champions y engañó a Ter Stegen, dejando mucho más oscuro el panorama azulgrana.

Con dos goles en contra empezó Messi a echarse el equipo a la espalda, pero el argentino es el primer consciente de que aún está en su pretemporada particular, y su solución pasó por ejercer como mediapunta y buscar en todo momento la frescura de Fati. El recién nacionalizado español no se escondió, encaró, quebró y buscó recortar distancias, pero la concentración defensiva del Granada no es algo que haya surgido de la noche a la mañana. El trabajo de Diego Martínez viene avalado por un largo y fructífero año de labor de zapa y sudor en Segunda, y esos fundamentos los está aplicando con acierto en Primera.

Al término de los 90 minutos, el mundo al revés, el Granada se aseguró dormir como colíder de LaLiga, a la espera del Sevilla, mientras que el Barcelona iguala su peor inicio desde que en España se conceden tres puntos.