Los Mismos, Setién en el prado y Simeone, siempre Simeone

Parecía la panacea, el maná, El Dorado, la Viagra, el Soma, la solución al fin de un problema tan viejo como el propio balompié: el error arbitral impune pero bien dañino para el afectado. Con la ayuda de la tecnología, con la asistencia de una suerte de moviola instantánea, el juego del fútbol daba un paso adelante recientemente ante el descontento generalizado contra el mal necesario, el factor justicia, muchas veces convertido en azar por malas decisiones en tiempo real justificadas por la inmediatez. Y, sí, existía el convencimiento de que, ahora, esto iba a ir como la seda porque decidía una maquinita, una suerte de ‘deep blue’ al servicio de la igualdad. Ja.

Pues no. El ojo del hombre, que es el que valora lo que las imágenes muestran, sigue por renglones igual de torcidos y bizcos para desaliento máximo y preocupación extrema, con las manos en la cabeza por toda reacción posible. Increíbles (pero increíbles de verdad) decisiones en lo que llevamos de final de temporada (encima sin la presión del público local para poder influir en el comportamiento del colegiado) han acabado de un plumazo con el prestigio del VAR: Visto para sentencia, a otra cosa, que vuelva el fútbol de antes (con estos no hay manera, pero no hay nadie con dos dedos de frente que pare esta escabechina…. No hay que bajar al detalle de lo que está sucediendo ni recordar jugadas. No somos tontos. Es evidente y Los Mismos, especialmente El Mismo según muchos, se llevan de calle las jugadas supuestamente polémicas entre la incredulidad general.

Y no el museo. El de sus vacas. Pocas veces un entrenador ha dilapidado en tan poco espacio de tiempo la confianza en optimizar a un equipo grande. No parece capaz ni preparado, acompañado por una suerte de motivado, Eder Sarabia, que tampoco no ha caído en gracia al vestuario. Todo en contra en tiempo récord, sin excusas del VAR de otros a las que aferrarse. Hasta Messi parece enquilombado. Y eso es malo, muy malo. Solo el hecho de que Setién haya alineado a Riqui Puig (y con buen resultado, que este futbolista en un cuerpo de niño entre hombres podría ser un fenómeno) parece a caer en su lado de la balanza. El otro platillo, en cambio, está aplastado por el peso de la realidad: ni juego, ni resultados, ni futuro. Otro nubarrón en el circo del sol de Bartomeu en sus últimos meses de ‘president’ y con una semana negra al perder ‘in a row’ las Ligas de fútbol sala, baloncesto y fútbol, ésta última todavía en modo TBC (to be confirmed).

Se le tiran a la yugular en cuanto empata dos partidos o pierde fuera. Se habla entonces de ciclo agotado, de que cobra una fortuna para tan poco fútbol, de que si el Mono Burgos era clave, de que si la salida de Fernando Torres, la de Godín... Y no, no es cierto. Simeone es un entrenador en verdad top y su Atlético (en realidad, el equipo de todos tras la dictadura Madrid-Barça liderada en los medios) ha vuelto con un fútbol académico que no pandémico. Hasta hay espacio para el tiqui taca, con jugadas sostenidas de equipo para sonrojar a sus críticos. Y está tercero, su posición natural mirando al ‘bitcoin’ acumulado y la influencia de su marca en un fútbol que solo parece construido para Los Mismos. Queda, además, la Champions para ver el recorrido de un sueño con fundamento.