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LaLiga: Las sustituciones, el calvario que une a Diego Simeone, Zinédine Zidane y Ronald Koeman

Agustín Galán

Actualizado 14/05/2021 a las 08:01 GMT

En pleno esprint final por el título de LaLiga, Ronald Koeman, Diego Simeone y Zinédine Zidane tienen problemas para encontrar soluciones desde el banquillo. Con problemas de distinto origen, ninguno de los técnicos de los tres candidatos a ser campeón encuentra en sus banquillos los revulsivos necesarios para dar un golpe de efecto que cambie el rumbo de los partidos.

Ronald Koeman y Antoine Griezmann (Barcelona)

Fuente de la imagen: Getty Images

LaLiga 2020/21 tendrá un campeón con un once bastante reconocible por sus aficionados, independientemente de cuál sea el equipo que termine alzando el título el próximo domingo 23 de mayo. Atlético, Real Madrid y Barcelona están sufriendo mucho para cambiar el signo de los partidos con sus sustituciones, por mucho que esta temporada aún esté vigente la excepción de los cinco cambios debido a las apreturas del calendario. Cada uno a su manera, Diego Simeone, Zinédine Zidane y Ronald Koeman tienen motivos más que sobrados para fiarlo todo a sus titulares.

Atlético: una cuestión de intensidad

El siempre añorado Luis Aragonés dejó bien claro en una de sus más recordadas ruedas de prensa que las Ligas se ganan en los últimos 10 partidos. Echando un vistazo a esa recta final de los rojiblancos, se puede apreciar un patrón común en el planteamiento de cada duelo por parte de los jugadores elegidos por Diego Simeone: rotundo dominio en los primeros compases y un progresivo desgaste de energía que genera finales de sufrimiento épico. Puro ADN rojiblanco, según Koke, aunque eso deja entrever dos escalones claros en la plantilla entre los soldados que salen de inicio dispuestos a dejarse el alma y los meritorios que tienen problemas para mantener el ritmo cuando salen desde el banquillo en las segundas partes.
Hicimos una gran primera mitad e incluso la segunda mitad también, pero su gol nos hizo sufrir injustamente los últimos minutos".
Las palabras de Simeone tras el agónico 2-1 a la Real Sociedad no son nuevas para el aficionado colchonero. El argentino incluso apuntó a un cansancio extremo que afecta a todos los equipos, pero curiosamente en esta semana en la que el Atlético ha tenido que afrontar de nuevo un partido intersemanal, sólo agotó tres de los cinco cambios contra el Barcelona y contra los txuri-urdin.
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Resumen Atlético-Real Sociedad: Liga sufrida vale por dos

Uno de los principales motivos por los que Diego Simeone no se juega las castañas con toda la profundidad de su plantilla es la dificultad que tienen las caras nuevas para adaptarse a sus exigencias tácticas, mucho mayores que en la mayoría de equipos referentes en Europa. De los fichajes de esta temporada, tan sólo Yannick Carrasco y Luis Suárez se pueden considerar titulares fijos para el Cholo, siendo en el caso del belga su segunda etapa. La aportación de nombres como Lucas Torreira o Moussa Dembélé es poco más que testimonial, mientras que Kondogbia está ahora empezando a destacar varios meses después de llegar del Valencia. Marcos Llorente o Ángel Correa pueden dar buena fe de lo difícil que es hacerse un hueco en un once que funciona con unos automatismos defensivos únicos en su exigencia.
La segunda razón que lleva a Simeone a intervenir menos de lo habitual en estos partidos en los que un error puede dilapidar las opciones de título es no romper esa unidad que conforman sus once jugadores. Introducir cinco jugadores diferentes (casi el 50 %) con el partido iniciado supone un desfase de intensidad evidente entre los que están conectados desde el primer minuto y los que entran de primeras en los últimos minutos. En este sentido, menos es más, y el intervencionismo tiene que ser una apuesta sobre seguro. Hay demasiado en juego para arriesgar y bien vale exprimir un poco más las ya exhaustas piernas de los indiscutibles.
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Diego Pablo Simeone (Atlético de Madrid)

Fuente de la imagen: EFE

Real Madrid: entre las lesiones y la indefinición

Muy diferente es el caso del Real Madrid. Zinédine Zidane teme más al parte médico que a los planteamientos que le puedan proponer el resto de entrenadores sobre el terreno de juego. Entre lesiones y positivos de coronavirus, los blancos terminaron el mes de abril sumando 57 bajas, lo que ha menguado su margen de maniobra.
Dicho esto, el cuestionable estado físico del Real Madrid no es más que una fotografía de una película mucho más compleja. Hace años que en las alineaciones no hay alternativa ni rotación aceptable para Casemiro, Modric, Kroos y Benzema, líderes sobre el césped ya en la primera etapa de Zidane como entrenador. La lista de jugadores que no terminan de responder a la altura cuando han tenido que dar el paso adelante es bastante amplia, y afecta a todas las líneas salvo la portería. Álvaro Odriozola aún no se confirma como una alternativa evidente a Carvajal, los mejores retazos de Isco en el centro del campo forman parte del pasado y aún se espera que Asensio o Vini se conviertan con todas las de la ley en esas estrellas universales que muchos esperan en las gradas y en los despachos.
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Zidane y jugadores del Madrid hablando con el árbitro al final del partido

Fuente de la imagen: Getty Images

La buena noticia para Zizou es ver cómo los jugadores que está formando Raúl González en el Castilla sí están sabiendo aprovechar las oportunidades que están teniendo ante el naufragio de la segunda unidad. Miguel Gutiérrez, Marvin, Blanco y Arribas devuelven en cierto modo la ilusión a una afición que siempre se vanaglorió de los jugadores que formaban, aunque en los últimos años la tradición era encontrarse con un techo de cristal. Ante el Granada, fueron ellos los que se dieron el do de pecho, dejando como meros jugadores de refresco a Asensio, Isco a Hazard, a quien ya nadie espera.
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Resumen Granada-R. Madrid: Tampoco dejan de creer

Barcelona: Un barco con demasiadas grietas

Cuando Ronald Koeman aterrizó el verano pasado ya sabía que iba a tener una tarea muy complicada por delante. La plantilla que recibió el 2-8 del Bayern en la pasada Champions League no había cambiado tanto como para confiar en un cambio de mentalidad notable, y eso se empezó a ver en un inicio de temporada con muchísimos errores defensivos que alejaron pronto a los azulgrana de LaLiga.
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Resumen Levante-Barcelona: Se caen de la pelea

El tramo de mitad de la temporada permitió ver la mejor versión del Barcelona, con la explosión definitiva de Frenkie de Jong y la frescura de Pedri en la medular unidas a la conexión infalible que forman Jordi Alba y Leo Messi y a unos chispazos cada vez más frecuentes de Dembélé. Sin embargo, el problema seguía estando ahí, y Koeman lo ha evidenciado siempre con cambios ultradefensivos para amarrar resultados, consciente de que sólo ganar LaLiga le podría garantizar un segundo curso en el Camp Nou, su sueño como técnico.
Ver al Barcelona defender con cinco jugadores olvidándose de atacar habría sido un peaje inaceptable para entrenadores como Gerardo Martino o Ernesto Valverde, pero la coyuntura era tan grave que a Koeman apenas se le ha recriminado esto. Si hay un año en el que al Barça se le podía permitir una actitud así, era en este turbulento periodo de transición. Estas variantes tácticas tan conservadoras las ha provocado la falta de frescura de veteranos como Gerard Piqué o Sergio Busquets, cada vez más evidente, o la endeblez defensiva de jugadores de todo tipo, desde el bregado Clément Lenglet hasta el bisoño Mingueza pasando por Sergi Roberto.
La falta de confianza defensiva se transmite de unos a otros, y Koeman busca siempre solucionarlo por la vía de la acumulación y de la improvisación. Ter Stegen, Piqué y Busquets ya han apuntado en público que la facilidad con la que reciben goles es alarmante, pero no hay solución desde el banquillo a un mal que se arrastra desde hace varios años Como se pudo ver ante el Levante, el Barça aún no se reconoce cuando se mira al espejo y ve a un equipo de perfil defensivo, y la afición ya se ha hecho a la idea de que la temporada que viene será buen momento para volverse a ilusionar, probablemente sin Koeman, el capitán que no pudo taponar las numerosas fugas de agua de un transatlántico europeo.
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