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Los miércoles de Antonio Sanz: Morata no se fía

Antonio Sanz

Publicado 16/08/2022 a las 20:55 GMT

Si nos plantamos en agosto de 2020, recordaremos a Álvaro Morata preparando las maletas para la vuelta a Turín. El enésimo desencuentro deportivo con el entrenador lo invitaba a esa vida nómada que ha decidido para él forzada, en ocasiones, por las circunstancias. Dos años después, pocos aseguran que seguirá en septiembre en el Atleti.

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No se puede jugar a la ambigüedad y quizá, por eso, el delantero rojiblanco no ha terminado nunca de sujetarse bajo un mismo techo. Con la calidad que atesora y el currículum goleador que lo acompaña, debería sumar agarres más que suficientes como para no discutirse verano tras verano sobre la estancia en una u otra entidad. Los rasgos de su efigie no le ayudan a concretar una representación cercana a una roca dura de demoler. El carácter, frágil. La personalidad, ambigua. La imagen, débil. La elegida carrera de apátrida del fútbol lo enfrenta a todo y a todos. Por eso, parece que Morata debe aprobar un examen partido a partido. Y es que en el Atleti no le quieren porque defendió con ardor la camiseta blanca. En el Real, no terminaron de convertirlo en ídolo porque surgió de la cantera vecina. Las salidas a Italia e Inglaterra fraguaron a favor pero no resultaron concluyentes -la Juventus no quiso ejecutar el pasado junio la opción de compra para apoderarse del pase definitivo del ariete-. Y a todo esto, es el indiscutible ‘9’ de Luis Enrique.
Alguien entendería que un club dejara escapar al delantero centro titular de la selección española. El entrenador que lo debe alinear pasó de puntillas sobre el futuro próximo alegando no ser el amo de la propiedad. “No soy el dueño del club”, adujo quien con seguridad puede ser el empleado con más poder del fútbol mundial desde un banquillo. Se trataba de escapar de la confirmación pública de la continuidad de Morata. Pero es que pese al interés mostrado y demostrado por el goleador madrileño, su juego no termina de engordar el ojo del técnico argentino. Después de una primera etapa con año y medio de convivencia, la relación deportiva entre jugador y míster explotó. El futbolista decidió buscar una salida ante lo que consideraba una repetición permanente: la escasa confianza expuesta por parte del alineador. Éste apretó los dientes de alegría cuando le insinuaron que el sustituto era Luis Suárez… a quien después tampoco ha terminado respaldando.
Así las cosas, el reencuentro auguraba una relación fría entre las partes que ha terminado por acercarse debido a la eficacia del goleador ante la meta contraria. Nadie se disminuye si es una metralleta de goles porque el técnico se observa obligado a no retirarlo de las alineaciones. El interés mutuo, uno juega y golea y el otro disfruta celebrándolo, ha permitido que la sencilla decisión de abandonar el barco parezca aparcada. Sin embargo, el‘9’ español es consciente de que no puede fiarse de la situación actual ya que asume que parte con desventaja frente a la competencia. Para el gusto futbolístico de Simeone, Álvaro es el quinto de la lista de cinco. Griezmann es delantero fetiche para el argentino; Joao Félix es intocable para el club y al Cholo le comienza a emocionar porque ve luz donde otros miran oscuridad; Correa es entrañable porque no se queja juegue lo que juegue; y Cunha actúa como el solista más avispado para la acción de la presión tras pérdida que pretende el técnico en el desarrollo del juego. ¿Dónde queda entonces Morata? En su propia hoja de servicios. Mientras anote, dispara su valor de manera incontestable. Pero el grado de desconfianza nacerá cuando aterrice la mala racha y se sienta amenazado con la suplencia. En poco más de dos meses se forjará la lista definitiva del Mundial y aunque parece fijo, un paso por el banquillo podría rebajar las opciones como titular.
Cada gol aumenta la cotización del ariete madrileño. Cada acción en la que acribilla al portero adversario crece el caché. Este buen rendimiento permite frotarse las manos a los que habitan en el ático rojiblanco, al momento que la autoestima de Morata aumenta. El tiempo le hará justicia, pero esa leyenda de goleador sin patria que lo rodea dificulta el presente. No se entiende cómo un jugador así puede ser tan discutido. Los recuerdos de acoso popular durante la pasada Eurocopa no cambiaron la fe del grupo y mucho menos la del seleccionador, cuya apuesta resultó incontestable. Es más, muchos en el país se convirtieron al ‘moratismo’. Quizá si esa evangelización se apoderara de los atléticos muchos dormirían más tranquilos con el refuerzo. Sobre todo si el mesías Simeone terminara de otorgarle su bendita confianza, que a día de hoy solo se resuelve gol a gol.
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