Tata Martino revitaliza los fichajes más importantes de Rosell

La mano de Gerardo Martino comienza a notarse en el Barcelona a medida que avanza su conocimiento del grupo que recibió de Tito Vilanova a finales del mes de julio. Ante la ausencia de fichajes -a excepción de Neymar, que ya estaba contratado cuando el ex de Newell's aterrizó en la Ciudad Condal-, la principal preocupación del Tata ha sido la de contar con los miembros de la plantilla que se han quedado y comprometerlos al máximo en el nuevo proyecto.

Los nombres de Cesc Fàbregas, Alexis Sánchez y -en menor medida- Alex Song se pusieron entonces sobre su mesa como jugadores a recuperar de forma urgente. Los tres han vivido discutidos desde su llegada al Camp Nou, y la intención de Martino es la de que el equipo sea un ente compacto en el que todos, jugadores y afición, remen en la misma dirección.

Lo más urgente fue la rehabilitación futbolística de Cesc Fàbregas, blanco de las críticas durante la temporada pasada en más de una ocasión y protagonista de uno de los culebrones veraniegos del mercado de fichajes. No eran pocos los aficionados que veían con buenos ojos la venta del '4' al Manchester United, lo que dejaba al centrocampista en una posición delicada.

Ya en pretemporada se vio que Fàbregas se echaba el equipo a la espalda y fue uno de los jugadores más destacados en la gira asiática y en el Trofeo Joan Gamper, donde comenzó a redimirse ante la exigente hinchada del Camp Nou. Su punto de inflexión, no obstante, llegó en el primer partido de Liga frente al Levante, en el que sobresalió con cuatro asistencias de gol que lo convirtieron en uno de los líderes del equipo en la goleada a los granota.

Su labor de revulsivo en la ida de la Supercopa de España en el Vicente Calderón también fue ampliamente halagada, y frente al Málaga fue el principal encargado de tirar del carro de un equipo sin Messi. Al Tata no le duelen prendas en darle la responsabilidad y él responde demostrando que su actitud dista mucho de la de las dos anteriores temporadas. "Sé que la gente pide más de mí y hay que dárselo. Ellos son los que mandan y yo soy el que juega", afirmó Fàbregas tras vencer a los de Schuster.

Las apariciones de Alexis también han dado un vuelco mayúsculo respecto a la última temporada. "Me están dando confianza y el partido ha sido muy importante para mí", reconocía el chileno tras golear al Levante. El Tata pidió al poco de aterrizar volver a ver al Alexis que despuntó en la selección chilena con Marcelo Bielsa al frente, y el de Tocopilla está respondiendo.

En la temporada 2012/13, Alexis tardó 23 jornadas en anotar su primer gol en Liga, lo que desató un comprensible runrún entre una afición que no comprendía el alto coste del exdelantero del Udinese. Esta temporada, tan solo le llevó tres minutos abrir la cuenta del Barcelona en la primera jornada liguera, poniendo en solfa su cambio de actitud, que ha ido desde su juego hasta su dieta en el último año.

El último fichaje que estaba discutido por la afición, aunque nunca ha llegado a ser silbado dada su poca repercusión en el juego era Alex Song. El exjugador del Arsenal apenas se ganó la confianza de Tito Vilanova el curso pasado, cuando llegó para sustituir a Seydou Keita y a hacer de parche en el eje de la defensa. Con Martino ha vuelto a recuperar la sonrisa.

En la Supercopa de España el Tata apostó por el doble pivote para amarrar el 1-1 de cara a la vuelta en el Camp Nou, lo que le dio a Song un protagonismo casi inesperado por la afición. Haciendo de escudero de Sergio Busquets se vio al camerunés más comprometido y resolutivo en tareas defensivas, algo que le valió la titularidad en La Rosaleda, donde también cuajó un partido sobrio y a la altura de las expectativas cuando fichó en el verano de 2012.

"El Tata es un entrenador con una trayectoria muy buena en Argentina y Paraguay. Lo hemos conocido y parece cercano y un tipo simpatico", dijo Song durante la gira asiática. La cercanía del nuevo técnico azulgrana se ha mostrado como la mejor solución para recuperar a unos jugadores en los que el Camp Nou estaba empezando a perder la fe.