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Blog Uría: Nuno, bajo cero
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Publicado 30/11/2015 a las 10:23 GMT+1
Valencia vuelve a arder, capítulo 257. Al grano: se puede engañar a muchos durante mucho tiempo, pero no a todos durante todo el tiempo. Lim (paga y manda), Mendes (negocia y comisiona) y Nuno (propone y gestiona) se han caído del andamio con todo el equipo.
Nuno, entrenador del Valencia
Fuente de la imagen: EFE
No hacía falta ser un visionario para prever que, cuanto más tiempo tardasen el club y el entrenador en tomar la decisión, más dura sería la caída. Y el que lo tuvo claro desde hace meses fue Mario Alberto Kempes: "Nuno no puede lanzar un córner y rematarlo a la vez". La profecía del Matador, que siente el Valencia y al que le duele, se cumplió. Nuno, que concentró demasiado poder – con el consentimiento de la propiedad- y quiso cambiar de caballo en mitad del río, se ahogó a cien kilómetros de la orilla. Ni sacó el córner, ni tuvo la gallardía de rematarlo. Acabó como su equipo: difuminado y bajo cero. Envuelto en llamas, como casi siempre -por desgracia-, el club ardió. Y una vez más, esta con razones de peso, el incendio se provocó desde el banquillo.
Después de un ridículo deportivo evidente (tras 140 kilos gastados, entre opciones de compra del curso pasado y fichajes estivales, el equipo se arrastra) y tras un derrumbe institucional brutal (tras la marcha de Salvo, Rufete y Ayala, no hay paz social), el entrenador abandonó. Lo hizo con la imagen del Valencia bajo cero: cero ocasiones, cero remates, cero disparos a portería y de postre, cero saques de esquina. Tras una temporada notable (clasificado para Champions), Nuno dilapidó su crédito después de un verano caliente, donde cometió todos los errores que un gestor puede cometer: demasiado protagonismo, mucha puya, poca autocrítica, malas decisiones deportivas y peor política de comunicación. Eso, sumado a una catarata de malos resultados, fue una riada que se llevó por delante a Nuno, que pasó de héroe a villano. De receptor de cariños (“Nuno di Noi”) a objeto de críticas (“Nuno vete ya”). Nada más caer en el Pizjuán, Marca daba la noticia: Nuno se iba. En sala de prensa, el luso lo confirmaba, punto por punto, sin pronunciar la palabra dimisión. Aseguraba que había puesto su cargo a disposición y que los jugadores desconocían su decisión.
Nuno se va después de un desplome brutal en la tabla, de un puñado de partidos infames, de no saber gestionar la plantilla más joven de Primera y de rozar el ridículo individual. Nuno deja vacía una silla eléctrica y el panorama es escarpado: en Liga, la próxima estación es el Barça. Y en Copa de Europa (sin Champions hay menos dinero y con menos dinero, hay menos proyecto), el equipo necesita ganar y una mano ajena. Hay quien dice que, tras la marcha de Nuno, el club ficha tres jugadores de golpe: Negredo, De Paul y Orban. Y que, además, recupera el calor y la esperanza de una afición que estaba desencantada y hastiada de tanta mediocridad. Lim, que ya no presta pasta, buscará otro entrenador. Y tanto si es de Mendes como si no, a los aficionados del Valencia les quedará apelar a un clásico: prohibido levantarse sin ilusiones, vestirse sin esperanzas, salir a la calle sin fe y andar sin amor. El de Nuno y la afición se rompió de tanto usarlo. Ni una mala palabra, ni una buena acción. Cero al cociente y con Lim diciendo “que pase el siguiente”.
Rubén Uría / Eurosport
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