Estrasburgo, la 'capital europea y navideña' que también presume de fútbol con el ambientazo del Stade de la Meinau

Con material de sobra para el guión de una película, la historia reciente del Estrasburgo es convulsa y llamativa. Si en 2011 se encontraban en la quinta división tras varios descensos, incluyendo uno administrativo por quiebra, y estuvieron a punto de desaparecer, 12 años después se encuentran en la categoría más importante del fútbol galo, donde llevan ya siete temporadas consecutivas tras luchar cada ascenso.

En aquella fatídica época la salvación fue la refundación por parte de uno de sus exjugadores, Marc Keller, junto a un grupo de inversores. Desde entonces un plan bien dibujado, que ha contado siempre con el apoyo popular hasta estos días, lleva años dando pasos hacia la estabilidad. Además, justo a final de la temporada pasada el club fue vendido al grupo inversor BlueCo (dueño del Chelsea), buscando aún más la tranquilidad económica.

Aunque la mayor época de gloria de los alsacianos fue a finales de los 70, hasta inicios de los 80, ganaron su única liga en la 1978/1979, siempre fueron un club que descendía a la segunda categoría al menos una vez por década. También cuentan con tres copas de Francia en sus vitrinas (1951, 1966 y 2001), además de cuatro copas de la liga (1964, 1997, 2005 y 2019).

Ahora el pequeño salto mortal del Estrasburgo se ha dado y en 2026 esperan tener las obras de remodelación de su querido el Stade (Estadio) de la Meinau finalizadas, aumentando la capacidad de los actuales 26.000 espectadores a 32.000. Un proyecto que pretende ser la piedra base de la estabilidad y el futuro del club.

Para lograr ese paso adelante que es la remodelación hubo que superar muchas trabas, la principal, poner de acuerdo a su propio ecosistema. Estrasburgo es una ciudad acostumbrada al cambio a lo largo de su historia. Funcionó como ciudad independiente y ha cambiado de manos entre Francia y Alemania en diversas ocasiones en los últimos cinco siglos. Tras la Segunda Guerra Mundial se convirtió en un símbolo de la reconciliación y actualmente es la sede principal del Parlamento Europeo. Una amalgama de culturas en la que la negociación es algo básico.

Con motivo de la Eurocopa 2016 de Francia se propuso una reforma que fue rechazada en 2010 por los elevados costes que conllevaba, algo que provocó rechazo en todas las partes implicadas. Justo después llegó la gran crisis del club y desde la vuelta a la Ligue 1 en 2017 se recuperó la idea de modernización.

Al hablar de partes implicadas se llega a la clave de todo. El Stade de la Meinau pertenece a la Eurometropolis de Estrasburgo, una entidad que agrupa a las principales autoridades intermunicipales de Alsacia y representa a 26 municipios. Además de este órgano de gobernanza, hay más implicados que completarán los 160 millones de euros (eran 100 en una primera previsión) que costará la remodelación. La propia ciudad de Estrasburgo, la región del Gran Este (una división similar a una Comunidad Autónoma) el consejo departamental del Bajo Rin y el propio club aportarán todos un trozo del pastel.

No solo el estadio se verá afectado, también sus alrededores y acceso. Era uno de los puntos más importantes de la reforma, poner de acuerdo a todos los que financian y a los afectados, los vecinos de la zona, de toda la ciudad en general y a los aficionados. En una reunión con varios medios invitados por la Ligue 1 Uber Eats, representantes del proyecto, de Eurometropolis y de los estudios de diseño y construcción que llevan a cabo la obra, explicaron las consultas ciudadanas llevadas a cabo y las diversas negociaciones entre entidades afectadas para obtener el consenso actual de todos.

Con más de 30 llenos seguidos en las últimas 2 temporadas, el Estrasburgo es una auténtica familia. En una ciudad con tanto destacable, famosa por las millones de visitas que reciben sus conocidos mercadillos navideños (considerada la capital de la Navidad), el Parlamento Europeo, el Consejo de Europa, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, sus universidades, su historia o su reivindicación como una de las capitales europeas, se vive un ambiente excepcional en torno al balón.

La gente llega al menos una hora y media antes al estadio y muchos alargan la marcha a casa después sin prisa. La famosa ’tarta flamblée’, una masa fina crujiente con nata, queso cebolla y cerdo, típica de la región y que se asemeja a una pizza (que nos perdonen los alsacianos la comparación) vuela de mesa en mesa acompañada de cerveza, aunque en invierno el vino caliente también puede ser un buen aliado. La gente disfruta de conciertos alrededor del estadio a pesar del frío noviembre.

Nadie se queda sin su bebida y su bocado y para mejorar aún más dicha experiencia, considerada es una de las partes más importantes de la reforma, pues se van a ampliar y mejorar lo que hoy en día se conoce como ‘fan zone’, el clásico área comercial con restaurantes para las previas y posts pretende acoger más eventos y estar abierta más días que los de partido. Una atmósfera impresionante para vivir el fútbol en el corazón de Europa.

En la reforma también habrá espacio para la construcción y ampliación del centro de entrenamiento, con nuevas instalaciones, pues hasta ahora, el Estrasburgo usaba los mismos vestuarios del estadio para entrenar y contaba con un gimnasio y salas para fisioterapia muy reducidas y antiguas.

Destacan además desde el estudio el carácter de respeto medioambiental de las obras, con mejoras en las zonas verdes y un remate especial al recubrimiento de la tribuna principal. Las partes superiores del fuselaje de aviones en desuso serán readaptadas para utilizarlas como cubiertas, unas lamas muy peculiares que definen las ganas de reutilizar materiales.

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