Los martes de Elías Israel: Hablando de racismo, a dos meses del Mundial

Desde Pelé hasta Neymar, pasando por una pléyade de ilustres futbolistas brasileños, el baile de Vinicius se convirtió en un canto contra el racismo a nivel planetario.

En el fútbol no hay racismo, porque toda generalización acarrea injusticia, pero sí hay racistas. El supuesto anonimato y la muchedumbre son siempre lugares comunes para los impresentables y los maleducados. Estos episodios, más allá de la vergüenza ajena que provocan, trasladan una paupérrima imagen de nuestro país. Aunque racistas hay en todos los campos, el Atlético no puede seguir mirando para otra parte, cada vez que el lado más escorado de su afición se deja notar.

Tiene bemoles estar hablando de esto cuando quedan exactamente dos meses para que empiece el Mundial más antinatural de la historia. Deberíamos intentar trazar paralelismos entre Sergio Scariolo y Luis Enrique, aprender la tremenda lección del baloncesto español en el Eurobasket, la ausencia de expectativas y de estrellas, la fuerza del grupo, la importancia de tener un objetivo común, de imaginarnos a veteranos con brazalete como Busquets, en el papel de Rudy, que ya han recorrido el camino, decidiendo cuándo es el momento ideal para dar una voz y un golpe en la mesa. Imaginar quién sería nuestro Willy, o sea nuestro MVP, o quien será capaz de emocionarnos defendiendo como Alberto Díaz.

La penúltima lista de Luis Enrique ya genera poco debate. Nos alegramos de ver al Panda, nos sorprendemos de no ver a Aspas, pero asumimos que, desde la singularidad de los porteros, pasando por la sala de máquinas del Barça hasta la sorpresa de no encontrarle el horizonte a Ansu Fati pero sí a Asensio, estamos ante un equipo de autor.

Faltan 60 días… Hasta entonces, hablaremos de casi todo menos del balón.