Los viernes de Iván Castelló: Champions, la última masacre del fútbol español

La asombrosa caída del Barcelona a la Europa League, por segunda vez consecutiva, quedó epatada en la fecha final por el fracaso sin paliativos del Atlético de Madrid, directamente eliminado por ser último sin paliativos de su cuadro ante, ojo, Oporto, Brujas y Bayer Leverkusen. Así que el Atleti, por esta vez, ni ‘mad’ ni ‘dangerous’, sino más bien ‘bad’.

Diego Pablo Simeone recoge buena parte de las quejas no solo de la afición rojiblanca sino de medios que disfrutan con las crisis del rival. Que es su rival. Y los cuervos revolotean soñando con el fin del Cholismo, el mismo que le ha ganado regularmente al Real Madrid salvo dos finales de Champions empatadas al final de los 90 minutos. Sin Simeone, al que el club, no obstante, quiere renovar más pronto que tarde, el Atlético entraría en una dimensión desconocida y que mirando al pasado de trasiego de entrenadores no presume nada bueno.

Pero mientras el Atleti discute internamente su presente y su futuro (y no se sabe cuál es más negro), el juego ofrecido en Oporto con la derrota por 2-1 fue algo patético (que diría Rubiales sin respuesta de parte de la entidad) hasta decir basta. El equipo se ha caído, Joao Félix es parte del problema y no de la solución y mil detalles más solo conducen a la quiebra de confianza con la afición, a la que ni agradecieron el apoyo salvo Saúl, que eso siempre lo cuida tipo Koke.

El Barça, de su parte, venció a base de goles (2-4) a ese equipo de colegas que es el Viktoria Pilsen en un partido inútil salvo porque era, sin saberse, el último europeo de Piqué. También sirvió para ver la primera aparición notable de Pablo Torre, otro de los jóvenes que se come el mundo que ya no pertenece más a la vieja guardia. Pero nada podía disimular el batacazo previo de haber sumado solo un punto en cuatro partidos contra Bayern e Inter.

El Sevilla apretó al Manchester City pero cayó al final por 3-1. Su defecto que no tiene solución por el momento con Sampaoli es la falta de consistencia, su pegada de peso pluma y la irregularidad de un grupo de jugadores que parece tremendamente lejos del nivel de plantillas precedentes. Monchi, cual Simeone, se lleva todos los palos en Nervión.

El Real Madrid, entre tanto y mientras los demás le dejan solo en una nueva odisea europea, apabulló 5-1 al Celtic de Osaka, que es que tiene más japoneses que escoceses y está tan lejos de la grandeza pasada en un club mítico que dio hasta pena. Courtois, pese a todo, no estuvo inactivo sino que paró como el muro que es y en ataque al Madrid sólo le queda un debe, y preocupante: Benzema, por vez primera, no ha marcado en una fase de grupos.

Más el lunes próximo con los sorteos de octavos tanto en Champions y Europa League. Ese sorteo que no verá el Cholo. Y al que Xavi y Monchi se incorporarán después. Es lo que hay mientras Ancelotti prepara su especialidad, la ida y la vuelta.