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ATLÉTICO DE MADRID | Los miércoles de Antonio Sanz: El enredo de Saúl

Antonio Sanz

Actualizado 01/09/2021 a las 09:41 GMT

Saúl se va. Después de todo un verano especulando sobre su marcha del Atleti, en el último vaivén, el polivalente futbolista jugará en el Chelsea, rompiendo así un vínculo de casi quince años, siete de ellos en el primer equipo. Tuchel debe recuperar a un jugador que ha terminado por aborrecer todo lo que le ocurría en Madrid.

Saúl Ñíguez (Atlético de Madrid)

Fuente de la imagen: Getty Images

Después de volver a participar como lateral (o carrilero) izquierdo frente al Villarreal, las horas del ilicitano terminan por acabarse en el Metropolitano. Tras unos meses donde se daba por segura la salida del club, el destino, in extremis, ha querido desenredar una situación enquistada y nociva para todos. Pero todo era de cajón: si juegas y lo haces mal, deprecias el caché y las ofertas, si llegan, no satisfacen. Además, el Atleti no pretendía regalarlo por si acaso recupera el don de ese futbolista de ida y vuelta, con gol, con coraje y con corazón que demostró con eficacia un mayúsculo rendimiento…hasta que se le atragantó el sistema. Pero ¿por qué Saúl ha llegado a este enredo? ¿Por qué el deseo irrefrenable de abandonar el Atleti? ¿Por qué el club entiende que no es malo un distanciamiento? ¿Por qué esa necesidad de respirar aire fresco? ¿Por qué su cabeza dijo basta ya? Demasiadas preguntas, algunas con respuestas desconocidas.
Saúl Ñiguez creció en un entorno familiar futbolero, rodeado de balones y con espejos que le conducían sin freno a ser jugador profesional. El chico resultó ser el mejor de los hermanos y su carrera comenzó a destacar desde edad infantil. Convertido en una de las promesas más valoradas de la cantera rojiblanca, el mediocampista subió los escalones del fútbol base con el poderío que permite la consideración de ser uno de los elegidos para trepar a la cima del primer equipo. Esa esperanza no se esfumó y, tras un año de Erasmus en el Rayo, logró posicionarse con fuerza a las órdenes de Simeone, quien siempre observó en él enormes condiciones. Sin embargo, la pérdida de sintonía en la relación, por la polivalencia que el argentino entiende debe aprovecharse, distanciaron a la pareja. La opción plural no es compartida por el futbolista, quien admite que ese baile posicional lo ha terminado apartando, primero de la élite y después de las alineaciones atléticas.
Nunca estuvo del todo cómodo en el Atleti. Saúl y su entorno más íntimo buscaban siempre algo más y se utilizaban las aproximaciones de intermediarios para forzar las renovaciones, que siempre frenaban de cuajo los aires de fuga que las acompañaban. Con 26 años, siempre ha cundido en él un ánimo que ha soportado el mismo objetivo: renovar para ganar más y esperar a encontrar algo mejor que una estancia perenne en l Metropolitano. Hasta que llegó el día en que dejaron de llamar a la puerta y el futuro se redujo al presente inmediato. Porque no es éste el primer verano que Saúl ha deseado abandonar la entidad madrileña. En otras anteriores ocasiones, la propiedad rojiblanca ha aguardado estas fechas expectantes, con el lamento final de que ningún club se decidiese a comprar al jugador durante el último bienio. Pero este verano parecía todavía más cruel: pasaban las semanas y no se encontraba hueco en un club importante para albergar al mediocampista. Se ha aguardado hasta el último día para concretar una operación que parecía sin la suficiente velocidad para ser creíble y que necesitó de la fuerza de Griezmann para hacerse real.
Simeone le había dejado claro que contaba con él como lateral izquierdo u ocupante de la zona izquierda en una doble función defensa-ataque. Para este curso, y con la llegada de la zaga de tres centrales, el mediocampo ha reducido una plaza. La llegada de De Paul, la adaptación inmejorable de Koke a la posición de eje, el crecimiento de Lemar en su función de volante ofensivo y el empuje y la vocación atacante de Llorente le cerraban el paso. Pero no olviden a Carrasco, Kondogbia o Herrera, quienes también se suman al overbooking de centrocampistas. Conclusión: Saúl solo disponía de un espacio reducido que le provocaba indignación. Todo esto exasperaba al jugador que sentía infrautilizado, a la vez que lamentaba ese extraño rol. Lejos quedaron los tiempos donde el Cholo admitía sin rubor que Saúl se mostraba indiscutible por su llegada, su arrojo y su aportación al conjunto. El nuevo presente, todavía más difícil que el pasado reciente, provocó la variación del futuro. Si bien, se ha decidido por un destino donde la competencia será atroz. Pero eran tantas las ganas de cambiar de aires, que el riesgo merece la pena.
La confusión que reina en Saúl, con cambios alimenticios incluidos para provocar una reacción más corporal que mental, es tal que desde el club han entendido que lo mejor es dar salida a un problema para tratar de solucionarlo y que el chico recupere la mejor versión. La entidad no supo exigirse un esfuerzo común para deshacer este enredo que ha deteriorado una apuesta que siempre resultó firme desde los despachos. Lamentablemente, en algunas mesas de las oficinas se fue demasiado escéptico frente al devenir del jugador. Saúl debe salir de un laberinto que le ha provocado perder la alegría en el juego derivando en un rendimiento que lo ha condenado a ser un jugador vulgar. El nuevo centrocampista del Chelsea es mucho más de lo que ha demostrado últimamente. Eso sí, tampoco vendría mal que sus más cercanos se aparten del foco en Londres y, aprovechando la distancia, dejen volar libre a quien ha sido en el Atleti un verso suelto que sigue maldiciendo por qué llegó hasta aquí.
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