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Mundial femenino 2023 | Entre el azote y el elogio, la alegría y la injusticia

David Orenes

Actualizado 16/08/2023 a las 12:54 GMT

Es imposible no alegrarse con lo que estamos viviendo en este Mundial femenino. España va a jugar la final y está a una sola victoria de su primera estrella. Hace unos meses la situación era tan caótica que ni podíamos soñarlo. Ni siquiera en pleno torneo, después del 4-0 ante Japón. Pero una cosa es alegrarse y otra olvidarse de las injusticias perpetradas en los últimos tiempos. No todo vale.

Luis Rubiales y Jorge Vilda, tras el pase de España a la fina

Fuente de la imagen: Getty Images

Hoy, el aficionado español (el que sigue habitualmente el fútbol femenino, no me valen los oportunistas de tres al cuarto) vive en un limbo. Sabe que debe explotar de felicidad después de un éxito sin precedentes, y al mismo tiempo sabe que lo vivido en el último año ha sido esperpéntico, que el ridículo ha sido internacional, y que todavía hoy salpica y afecta a grandes figuras presentes en el torneo y fuera de él.
Sabe que hay que elogiar a Jorge Vilda, porque no nos engañemos: tanto él como su cuerpo técnico lo están haciendo mejor que bien. Desde decisiones tácticas fundamentales durante los partidos (como quitar a Alexia y poner a Salma en punta en la segunda mitad ante Suecia) al cambio en la portería tras la goleada ante Japón, que ha dado sus frutos con una Cata Coll que transmite seguridad y que firmó un partidazo en semifinales. Sacrificó a la que había sido su portera en el último año por el bien común (cerrando muchas bocas, entre ellas la mía), no le ha temblado el pulso a la hora de sentar a Alexia (suplente en octavos y cuartos, y primera sustituida en semis) y se nota que el equipo, ahora sí, está bien trabajado en defensa (a España apenas le tiran), a la hora de defender jugadas a balón parado (Suecia era temible en ese aspecto y apenas hizo daño) e incluso en jugadas ensayadas: así llegó el gol de Olga Carmona en el 89' para sellar el billete a la final. Y estoy seguro que se ha trabajado muy bien a nivel psicológico para superar la dolorosa derrota ante Japón y levantarse más fuertes. Solo así se explica que España haya encajado goles en minutos finales ante Países Bajos y Suecia y haya sabido reaccionar de forma ejemplar en ambas ocasiones.
Pero al mismo tiempo no hay que olvidarlo: hasta 18 jugadoras querían cambios en la Selección que afectaban directamente a su figura y a su cuerpo técnico. 15 de ellas se pusieron de acuerdo para mandar un email y renunciar al equipo español, con todo lo que conlleva. Entre ellas, algunas de las artífices del éxito actual: Ona Batlle, Mariona Caldentey, Aitana Bonmatí. Las capitanas (Irene Paredes, Alexia Putellas, Jenni Hermoso) mantuvieron conversaciones con Vilda tras la Eurocopa con la intención de "mejorar". "Queremos ganar y creemos que hay ciertos aspectos internos que se deben cambiar". Las tres dejaron de ir a las convocatorias aunque no mandaran ningún email (Alexia estaba lesionada, pero estaba en sintonía con sus compañeras) y a pesar de su regreso, ninguna ha recuperado el brazalete en este Mundial, una pésima imagen que da buena cuenta de que hay cosas que nunca cambian. En este torneo se han repartido la capitanía Ivana Andrés, Esther, Olga Carmona o Misa Rodríguez, esta última con apenas 17 internacionalidades.
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Olga Carmona y Misa Rodríguez, capitanas ante Japón

Fuente de la imagen: Getty Images

Cuando 18 futbolistas te dicen directamente que hay cosas que cambiar, es que hay cosas que cambiar. "No puede ser que valga cualquier condición para jugar una Eurocopa", decía Alexia Putellas, la jugadora con mayor altavoz en nuestro país, en su serie documental. MARCA desveló las razones de las exigencias de las jugadoras: sesiones de baja calidad, cuerpo técnico sin experiencia, malos resultados en grandes torneos, mala preparación de partidos, pérdida de confianza, mala gestión con jugadoras lesionadas, conformismo y falta de autocrítica... Varias de estas cosas han debido cambiar (la propia Aitana dijo con el Mundial empezado que volvió porque se le prometieron ciertos cambios), así que podría decirse que buena parte de culpa de este éxito se debe al sacrificio de ciertas jugadoras que se plantaron por el bien de la Selección y no por sus intereses personales. Algunas de ellas, por principios, decidieron no volver en este Mundial y estoy seguro de que lamentan no estar disfrutando de este éxito, pero también creo que no se arrepienten ni lo más mínimo. Honores para Patri Guijarro, Mapi León, Lola Gallardo y compañía, porque este logro tampoco habría sido posible sin ellas.
Entre el azote al que se ha visto expuesto Jorge Vilda y el elogio desmesurado y oportunista (empezando por Rubiales, que le ha llamado 'entrenador top mundial') tiene que haber un término medio. Se puede convivir con las alegrías de ser finalistas de un Mundial y a la vez no tapar ninguna injusticia del pasado más reciente. No olvidemos, ni siquiera con una estrella en el pecho.
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