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Mundial de fútbol de 1934: Meazza pone en pie a un país

Eurosport
PorEurosport

Actualizado 02/11/2022 a las 12:10 GMT

Italia, uno de los países que no logró su objetivo de organizar el torneo en 1930, fue designada por la FIFA como sede para la segunda edición de la Copa el Mundo. El triunfo final de los anfitriones dejó muy decepcionadas a las selecciones de Argentina y Brasil.

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Celebrada entre el 27 de mayo y el 10 de junio de 1934, el torneo tuvo una aceptación muy superior a la anterior. La participación de treinta y dos países hizo necesaria la celebración de una fase preliminar (en la que participó la propia Italia), de la que salieron los 16 equipos que se clasificaron para la fase final. Como respuesta a la renuncia de muchas selecciones europeas cuatro años antes, varios países suramericanos, entre ellos Brasil y Argentina, no enviaron sus mejores futbolistas mientras que Uruguay prefirió no viajar a defender su título.
Como era previsible, los cuartos de final estuvieron copados por selecciones europeas. La batalla alcanzó su punto álgido en Florencia. Con un calor insoportable, la férrea defensa española supo contener a un luchador, e incluso violento, once italiano. Al final de la prórroga, el marcador reflejó el empate a un gol definitivo, por lo que el partido tuvo que repetirse al día siguiente.
En un intento por dar mayor frescura a sus respectivas escuadras, ambos entrenadores introdujeron numerosas caras nuevas en sus alineaciones (cinco cambios en el combinado italiano y siete en el español), pero jugador tras jugador vieron impotentes cómo les vencía el agotamiento. Por fortuna para los locales, Giuseppe Meazza marcó el único gol del encuentro.
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Carteles conmemorativos primeros Mundiales

Fuente de la imagen: Imago

Dos días más tarde, los transalpinos vivieron una situación similar en la semifinal contra Austria, disputada en Milán. En un estadio de San Siro que parecía un lodazal tras una tormenta torrencial, volvió a ser Meazza (quien jugaba su cuarto partido en una semana) el que anotó el tanto de la victoria y clasificó a su equipo para la gran final. El último oponente sería Checoslovaquia, que había dado buena cuenta de Alemania.
El domingo 10 de junio, toda Italia contuvo la respiración. Sólo quedaban veinte minutos para el término del duelo cuando, a la salida de un córner, el extremo izquierdo checoslovaco Puc adelantó a su escuadra en el marcador. El estadio enmudeció.
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Giuseppe Meazza, 1934

Fuente de la imagen: Imago

Todo parecía perdido hasta que apareció la figura del ítalo-argentino Orsi, quien logró el empate y mandó el compromiso a la prórroga. El panorama se complicó para los anfitriones cuando el goleador Meazza cayó lesionado tras una entrada. Renqueante y cojeando, el delantero hizo un último esfuerzo para servirle en bandeja el gol de la victoria a su compañero Schiavio. Los italianos mostraron una gran tenacidad, además de unas indiscutibles virtudes futbolísticas, por lo que fueron justos merecedores de la victoria.
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